𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐

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Se encontraba revisando unos documentos cuando escuchó que tocaban el timbre. El jóven hombre se apresuró a juntar todos los papeles para guardarlos en su portafolio y cerrarlo, dejándolo sobre la silla del comedor en donde estaba sentado con anterioridad.

Volvieron a tocar el timbre, por lo que atravesó rápidamente la cocina y la sala, llegando a la puerta de su departamento. Se acomodó la corbata y abrió la puerta, dando las buenas tardes. Wooyoung se extrañó al mirar a la persona, pues no era común ver a alguien tan desaliñado por el complejo.

Frente a sus ojos estaba parado un hombre alto y delgado, con el cabello largo y negro hasta el cuello, detrás de las orejas, y que usaba unos lentes que estaban pegados con cinta por el medio, algo chuecos. Su vestimenta consistía en un pantalón de mezclilla desgastado, una camisa con los dos primeros botones sueltos, y sobre ella, un cárdigan verde, todos ellos muy flojos.

Sin embargo, al mirar su cara se dió cuenta de que lo conocía; jamás podría olvidar esos hermosos ojos rasgados y esos lunares que formaban tan lindas constelaciones. Pensó que alucinaba, pero la voz del más alto confirmó sus pensamientos.

—Hola, Wooyoung. Soy yo, San —su voz temerosa y su sonrisa a medias—. ¿Me dejarías entrar?

El menor no pudo sino hacerse a un lado e indicarle con la mano que pasara, aún atónito. Cerró la puerta y suspiró, sin mirar a los ojos a su acompañante. Se sentó en el sillón más próximo y le indicó a San que podía hacer lo mismo.

No se dijeron nada por un rato. Wooyoung solo jugaba con sus manos y observaba a San por debajo de la barbilla, no atreviéndose a mirarle la cara. El mayor solo lo veía, y se se mantuvo sin hablar hasta que el dueño del piso lo hiciera.

—Cuánto tiempo... —dijo Wooyoung, más bajo de lo que pretendía. Recordar su etapa de la preparatoria lo llenaba de nostalgia.

—Sí... Te ves muy formal, ¿eres detective o algo? ¡En verdad que te ves bien! —Choi intentaba iniciar la conversación. Era más carismático de lo que Wooyoung recordaba y eso dió pie a que se "restaurara" un poco de la confianza que alguna vez hubo entre ellos.

—Soy abogado, ¿y tú? No pareces un médico. —Wooyoung bromeó. Los padres de San siempre decían que él debía ser un buen cardiólogo.

—No lo soy. Abandoné mis estudios en Canadá tras dos años y mis padres casi se mueren y me matan a mí también. —Rió, mostrando sus blancos dientes.

—¿Así que no estudiaste más?

—Sí lo hice. Regresé aquí para estudiar lo que realmente amo: las artes plásticas. Logré titularme y hacer una maestría. Ahora me estoy capacitando para ser profesor en una universidad. —Sonreía. Se notaba que San estaba muy orgulloso de sí mismo.

—No me imagino lo que te costó convencer a tus padres.

—Me costó mucho, pero ahora siento que me entienden mejor...

El silencio se instaló de nuevo, formando un ambiente algo incómodo. San solo miraba alrededor, con las piernas cruzadas y una pequeña sonrisa, mientras Wooyoung intentaba ordenar sus pensamientos. Nunca se imaginó que volvería a ver a la persona que más amó alguna vez, y ni siquiera tenía idea de qué hacía en su casa o de cuáles eran sus intenciones.

—Dime, San... ¿cómo supiste a dónde vivo? —preguntó el menor, mientras se quitaba los gemelos de su camisa y los ponía sobre la mesita de centro.

—Me encontré a tu mamá en el centro comercial hace unos días, hablamos y yo se lo pregunté. Me sorprendió lo lejos que te fuiste de casa. —Su rostro se volvió el de alguien nervioso.

—¿Y por qué buscarme?

—Quería verte después de tantos años en los que no supe nada de ti. —San se paseaba la mano por el cabello, mirando hacia abajo—. Cambiaste tu número, así que no me pude disculpar por lo que te hice.

—No quería saber nada de ti. ¿Qué esperabas? Me rechazaste de la peor manera —su tono se volvió duro y sintió cómo el dolor regresaba con solo recordar el día de su graduación.

—¡Justo de eso quiero hablarte!

—Como sea, ya lo había olvidado. —San rechistó, pero Wooyoung lo miró y siguió hablando, ya irritado—. Si solo vienes aquí para disculparte quiero decirte que puedes irte con la conciencia tranquila.

Luego de decir aquello se levantó y se puso al lado de la puerta, esperando que su acompañante entendiera.

San se puso de pie y caminó hasta encararlo, colocando su mirada fijamente en la ajena.

—No me voy a ir, necesitas escucharme. Yo solo vine a aclarar las cosas —su voz era muy suave, casi cariñosa a los oídos de Wooyoung. El menor no pudo evitar tensarse al notar que sus narices podrían rozarse con facilidad.

—¿Qué quieres aclarar? —Preguntó después de hacer una respiración profunda. Sólo pensaba en lo atractivo que San le seguía pareciendo, a pesar de todo.

—Que yo nunca quise lastimarte. ¡Me porté como un idiota porque lo era, y no supe cómo reaccionar! —Se alejó de él unos centímetros y miró hacia abajo—. Bueno, sí lo sabía, pero hasta ahora tengo el valor de decírte que me gustabas, Wooyoung.

Volvió a mirarlo. Jung solo podía observarlo con incredulidad. San se acercó a su rostro lentamente y besó su nariz, tomándolo por sorpresa.

—Y todavía me gustas.

31/05/21
29/05/22

"Yogurt de fresa" ㅡWoosan/SanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora