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[LIAM]

-Hey, cariño, pensé que ya te habías marchado a la academia. -la abuela sonrió mientras dejaba una taza de té sobre la mesa frente a mi y se sentaba en una silla cercana.

No contesté. Tomando un sorbo de la dulce bebida, dejé caer la cabeza hacia atrás y disfruté de la suave brisa mañanera acariciando mi rostro y jugando con mi cabello. Amaba sentarme en las sillas que se encontraban en el jardín trasero. El juego de sillas y mesa, de acero, había sido rescatado por mi tía en una subasta y la misma lo había ubicado debajo del único árbol lo suficientemente grande como para darle sombra.

A pesar de que el mismo había sido colocado allí hacia años, yo parecía ser el único que lo usaba frecuentemente. Me gustaba sentarme en una de las sillas y dejar mis pensamientos vagar. Era tranquilizador escuchar el mundo tomar vida mientras el sol calentaba mi piel con sus primeros rayos.

-¿Que esta pasando por esa cabecita? -la voz de la abuela era dulce y suave, y cuando la miré me estaba dedicando una sonrisa cariñosa mientras acurrucaba sus dedos alrededor de su propia taza de té.

-¿Como sabes que tengo algo en mente?

-Conozco esa expresión -me miró con ternura-. Es la misma expresión que tu mamá ponía cuando estaba pensando muy duro en algo, tu eres exactamente igual a ella en ese aspecto.

Sonreí-. Me hubiese gustado conocerla.

-Estoy segura de que ella estaría muy orgullosa de ti, de ambos -aseguró-. Pero tu, eres su viva imagen cuando tenia tu edad.

-No sé como me hace sentir eso tomé un sorbo de té-. ¿Que tan malo es que te comparen con tu madre cuando eres un chico?

Eso logró que ella riera entre dientes-. No tiene nada de malo -dijo-. Tu puedes ser tan delicado como un colibrí, pero hasta ellos tienen un alma fuerte, luchadora.

-¿Que tan fuerte hay que ser para salvar a una persona de su propio infierno? -musité, más para mi que para ella. Recordando las palabras de Zayn, por teléfono, la noche anterior.

-Demasiado -aceptó-. Pero eso no lo hace imposible.

-¿Ni aunque esa persona haya perdido todas las esperanzas de salvarse?

Ella me sonrió-. Siempre pueden nacer nuevas esperanzas, cariño, solo debes saber que semillas arrojar para hacerlas crecer.

-No estoy seguro de si debo intervenir.

-Supongo que primero debes descubrir si el riesgo vale la pena, ¿no te parece? -sus ojos grises me miraron con curiosidad.

-Temo perderme a mi mismo por una fantasía, abuela -miré a mi taza-. Tengo tantas esperanzas por el cuento perfecto que temo equivocarme y hundirme en algo de lo que luego no pueda salir.

Me examinó por unos segundos, como si estuviese buscando algo antes de sonreír-. Problemas con cupido, ¿eh? -elevó una ceja, burlona-. El amor es la cosa más engañosa con la que tropezaras en la vida, cariño, te equivocaras muchas veces, pero nunca debes dar un paso a un lado solo por miedo a cometer un error o salir herido. Porque, si no hay corazones rotos, entonces no hay amor verdadero.

-Eso no tiene mucho sentido -suspiré-. Pero de todas maneras no es amor -me pase una mano por el rostro-. Es... complicado.

-Explícamelo.

-No sé si puedo.

-Inténtalo. -presionó.

-Juzgué a una persona por su apariencia y forma de vida -le di un vistazo antes de mirar a la hierba que brillaba con gotas de roció-. Pero ahora, esa persona, me mostró otra cara y estoy... confundido. Esta sufriendo y quiero ayudarla, pero temo salir herido de ello.

Todo por él |Ziam|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora