Ch-7

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Kaede y Marie se acercaron al jabalí que yacía muerto en el suelo.

—¿Y como le sacamos los colmillos? —pregunta Kaede.

—Fácil... —Marie toma su espada y se coloca en una pose con su espada en alto, respira y hace un movimiento rápido cortando así limpiamente uno de los colmillos.

—Impresionante.

Marie repitió el movimiento y corto el otro colmillo, guardo su espada y tomo los colmillos que eran del largo de la mitad de su brazo—. Los tenemos, ahora solo toca volver y reclamar nuestra recompensa.

—¿Y los llevaras en la mano?

—No tengo una cuerda o algo parecido.

—¿Pero no necesitas manejar al caballo?

—Eso es cierto...

—Dámelos a mí, después de todo soy fuerte.

—Vale —pero antes de que Marie le entregara los colmillos a Kaede, esta es tomada por el mismo ogro con el que se enfrentaron—. ¡Kaede! —exclamo Marie.

El ogro la alzo y la acerco a su rostro mientras le decía—. ¡¿Acaso creíste que una simple patada sería suficiente?!

—¡Suéltame!

—¡Aguanta! —Marie suelta los colmillos para desenfundar su espada, pero el ogro da un fuerte pisotón y para esquivarlo Marie salta, pero en el aire es tomada por el ogro.

—¡JA! No entiendo cómo es que me dieron tanta pelea unas simples chicas, pero eso ya no importa, me las llevare a la montaña y las entregare como ofrenda a mi rey, estoy seguro que me recompensara muy bien —se ríe furtivamente.

—¡Libérame!

—K... Kaede, no... No puedo respirar... —dice Marie antes de desmayarse.

—Parece que he apretado muy fuerte.

—¡Marie!

—Pero parece que tú aun te resistes.

Kaede comienza a hacer fuerza y lentamente comienza a abrir la mano del ogro—. Buen intento —pero este la aprieta con mucha más fuerza y Kaede sede.

—Su... Suéltame... —Kaede comenzó a quedarse sin oxígeno ya que el ogro presionaba su pecho impidiéndole respirar.

—¿No que eras muy fuerte? —dice el ogro con una sonrisa.

—A... —Kaede cierra los ojos y se desmaya.

—¿En serio estas dos me causaron tanto problema? Supongo que necesito entrenar mas —el ogro coloco a Marie junto a Kaede en su mano izquierda para así llevar al jabalí y su maza en la otra—. Es hora de volver a la montaña —así las llevo a ambas a la montaña.

Luego paso un tiempo determinado y Kaede seguía con los ojos cerrados hasta que de la nada comenzó a escuchar una voz que le decía—. Hey... Hey... ¿Estás muerta?

Kaede abrió los ojos lentamente y al hacerlo vio a una chica arrodillada al lado de ella—. ¿Qué rayos?

—Entonces no estás muerta —dijo sorprendida la chica.

Kaede se sienta y agita un poco la cabeza hasta recuperar bien la vista y mirar a la chica que esta a su lado—. ¿Quién eres?

—Me llamo Beatrix y soy una alquimista —dijo la chica que parecía ser pequeña con un largo cabello negro y ojos de color morado.

—¿Qué me ha pasado?

—Pues supongo que fuiste atrapada por un ogro.

—¿Un ogro?... ¡Cierto! ¡¿Dónde está Marie?!

—¿Marie?

—¡Si una chica de cabello de color marrón y ojos azules! ¡¿La has visto?!

—Ahora que lo dices si la he visto, vino contigo, pero al rato un ogro vino para llevársela.

—¡Hay que ayudarle! —dice alterada Kaede mientras agita a la chica tomándola por los hombros.

—¡Eh! ¡Espera! ¡¿Acaso no has visto donde estamos?!

—¡¿Eh?!

—Mira a tu alrededor, estamos encerradas en el interior de una montaña y nuestra salida de esta "prisión" es a través de esa gruesa puerta de madera.

Kaede miro a su alrededor y confirmo lo que le dijo Beatrix, encerradas en lo que era una cúpula interior con una única salida, la gruesa puerta de madera—. A... Aun así, hay que salir de aquí.

—No creo que sea posible.

—¿Hace cuanto se llevaron a Marie?

—Como hace unos minutos.

—¡Quizás estemos a tiempo de salvarla de lo que sea que le vayan a hacer!

—¿Y como piensas salir de aquí?

—Tirando esa puerta a bajo —dice Kaede mientras se levanta del suelo y camina hacia la puerta quedándose parada en frente de ella.

—"¿Qué piensa hacer?" —dijo Beatrix en sus pensamientos.

Kaede separo sus pies y junto sus puños mientras miraba a la puerta—. Pude quitar la corteza de un árbol y por lo que he sido capaz de hacer hasta el momento es evidente que ya no soy normal en cierto sentido, pero... ¿Seré capaz de tirar la puerta abajo?

—... ¡Vamos tu puedes! ¡Piensa en que tu vida depende de ello ya que es así! —dijo Beatrix intentando darle ánimos.

—Entonces tendré que intentarlo...

Kaede Ishikawa (Aracciel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora