Semana 13

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35 días

"Parece que son cercanos", dijo Nie Huaisang el lunes, cuando todos se amontonaron en el autobús para su viaje de clase. Lan Zhan se adelantó a ellos y se dirigió a los asientos del fondo del autobús.

Wei Ying sintió que se sonrojaba. Intentó disimularlo volviendo la cara. "Ya te lo dije, somos amigos".

"Bien, bueno", se rió Nie Huaisang y repitió: "Parecen cercanos".

Siempre hablaba así. Sonaba como si nada, intrascendente, pero había algo por debajo, en el tono, en el subtexto, en la connotación. Wei Ying no siempre se daba cuenta, pero esta vez, podía oírlo, alto y claro.

Demasiado cercanos era lo que Nie Huaisang quería decir.

Wei Ying captó la mirada de Lan Zhan sobre la docena de cabezas que se movían dentro y fuera de la vista entre ellos mientras los otros estudiantes desfilaban lentamente por el pasillo central del autobús. El aire entre ellos chisporroteó y crujió.

Todo el cabello de Wei Ying se puso de punta.

Esto seguía ocurriendo desde el día en que Lan Zhan regresó del hospital, y a Wei Ying le asustaba muchísimo.

Mientras la pierna de Lan Zhan se curaba, Cada noche Wei Ying se sentaba con él en su habitación para hacer las tareas. Lan Zhan intentaba dar sentido a los apuntes garabateados por Wei Ying, y él intentaba copiar las respuestas de los cuadernos de Lan Zhan. Era un acuerdo simbiótico, mutuamente beneficioso. Había sido pacífico. Demasiado pacífico.

A veces, cuando la puerta estaba cerrada, Lan Zhan le tomaba la mano y se limitaba a sostenerla, con el pulgar rozando los nudillos de Wei Ying, puliéndolos hasta que brillaban. Ninguno de los dos hablaba de eso. No parecía que lo necesitaran.

Entonces Lan Qiren entraba a la habitación, trayendo comida para Lan Zhan o revisando sus puntos de sutura. Debió haber visto algo, tal vez separaron las manos demasiado tarde, porque al cabo de unos días, pidió que la puerta se dejara abierta en todo momento.

Hoy era el primer día, después de una semana insoportablemente larga, que ya no estaban bajo esos ojos de halcón vigilantes.

Wei Ying estaba nervioso por todas partes. Era una picazón que empezaba en la base de la columna vertebral y se extendía a los dedos de las manos y de los pies. A duras penas consiguió mantenerse quieto durante las tres horas de viaje en autobús. Su profesora se quedó sin voz gritando a Wei Ying que volviera a su asiento. No sabía cómo explicarle que no debería permitirse que se sentara tan cerca de Lan Zhan, sin supervisión, con los muslos tocándose, los hombros tocándose, los brazos tocándose, porque había muchas posibilidades de que Wei Ying perdiera todo el control y sus labios empezaran a tocarse. Entre otras cosas.

Trató de sentarse sobre sus manos para mantenerlas quietas.

Lan Zhan acabó por agarrarlas, con sus fuertes dedos rodeando las muñecas y manteniendo a Wei Ying en su lugar. Debió de sentir el acelerado pulso de Wei Ying golpeando las yemas de sus dedos, porque en sus labios se dibujó el fantasma de una sonrisa.

Así debía sentirse un imán, atraído inexplicablemente en una dirección, no por su propia voluntad, sino porque había una fuerza invisible que tiraba de él en esa dirección, una fuerza demasiado fuerte para resistirla.

Los demás pudieron verlo.

Esa fue la peor parte.

Vio que Mian Mian los miraba abiertamente desde el otro lado del pasillo, con una mirada cómplice. Vio los ojos de Jin Zixuan en el reflejo de las ventanas, desviándose un poco tarde. Oyó que Nie Huaisang tosía en su mano, pero parecía una risita.

El Quinto Tipo de Fuerza sin ContactoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora