Capítulo 1

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    En una tarde fresca, húmeda por la lluvia pasada, se escuchan murmullos y unos gritos acompañados con un llanto lleno de dolor.

—No. No por favor, parad, no, no mis hijos, son mis hijos, no por favor, matarme a mí ~cae al suelo y se arrastra~ Mis hijos no. Quiero a mis hijos, no por favor, POR FAVOR DENME A MIS HIJOS,  yo no puedo vivir sin ellos, mis hijos no.

   Un grito tan fuerte que llega hasta el alma se escucha mientras la guillotina cae. El llanto de la mujer aumenta y se vuelen aterrorisantes, dos guardias imperiales la sujetan del brazo mientras que ella forcejea, llena de dolor sus quejas y lamentos son estremecedores en medio de la multitud.

—Devuelvanme a mis hijos. No Dios por favor no, no me quites a mis hijos, DEVUÉLVANMELOS, ~forsejea tratando de soltarse~ Sueltenme, no me quiten a mis hijos... No.

    Sus ojos rojos e inchados, llenos de lágrimas se dirigen hacia un hombre y una mujer sentados en el trono, presenciando todo en primera fila.

—Que más quieres de mí desgraciado, te odio, maldito, mátame a mí y no a mis hijos ~cae al suelo~ Devuélveme a mis hijos. 

   Sus ropas rasgadas, sucias por el barro, sus manos se aferran a su pecho buscando consuelo. La multitud la mira y no hace nada, algunos nobles incluso se ríen, mientras que los plebeyos que presenciaban es esena conmovidos por el llanto de la mujer empiezan a llorar inconscientemente.

—No puedo vivir sin ellos, no puedo. Mátame junto a ellos, déjenme ir con mis hijos.

   Sus llantos tan fuertes hace que hasta el cielo empieza a llorar.

—Ustedes también deberían morir, los odio con toda mi alma, desgraciados, malditos. Mis hijos no iban a pelear por el trono, ni nunca hicieron nada para ganar la pena de muerte.

  Su llanto se vuelve aún más desgarrador y en medio de su dolor se muerde la muñeca, justo en las venas, siente un dolor inmenso, pero aún así saca un trozo de carne de su muñeca, y la sangre empieza a salir sin detenerse como sus lágrimas.

—Yo quiero morir junto con mis hijos.

   En una mañana tranquila Alina despierta exaltada, sudando y con lágrimas en los ojos,

—Otra vez ese mismo sueño que me atormenta.

   Mira un costado de su cama y lo toca con suavidad.

—Y tú tampoco llegaste a dormir anoche.

    Lanza un suspiro, se levanta de la cama y realiza su rutina cotidiana; bañarse, cambiarse y baja a preparar su desayuno. Pero antes se fija en su celular.

—Sin mensajes ni llamadas, podías por lo menos avisarme si tenías trabajo extra... La mesa está tan vacía ~caen lágrimas de sus ojos~ se siente tan solitario.

    Se escucha un ruido en la entrada, Alina se seca las lágrimas empezando  a sonreír como si nada pasara.

—Cariño por fin llegas.

   Se acerca el para darle un beso pero él se lo niega.

—Tenía mucho trabajo, había muchos pacientes y estuve trabajando toda la noche.

—Entiendo. ¿Desayunamos juntos?

—Estoy muy cansado, prefiero irme a dormir.

—Hoy es el cumpleaños de mi abuela, y quisiera que fuéramos juntos.

Irritado— Qué no escuchaste que estoy cansado, ve tú sola.

  Fernando nunca me habló de esa manera, ni tampoco me dejó ir sola al cumpleaños de mi abuela, estas últimas semanas se ha comportado muy extraño.

—No seas tonta ~se da unas cachetaditas al rostro~ debe estar muy cansado por trabajar toda la noche.

   Termina de desayunar y empieza alistarse para ir a casa de su abuela, pero en ese instante se escuchan pasos por la escalera.

—Cariño tan pronto despertaste, deberías dormir un poco más, si quieres te puedo llamar al doctor Robert para que te dé permiso de turno.

—No es necesario, ya me voy a trabajar.

—¿Tan pronto? aún son a las 11:00 a.m y tu turno comienza las 12:00 p.m.

—Tengo que agilizar unas historias de mis pacientes.

—Okay, te dejé la comida preparada y te hice jugo para que te lo lleves.

—Está bien.

—Amor ya me voy, ¿volverás a dormir esta noche?

—No creo que pueda, tengo doble turno y dar receta al paciente de la 126.

—Entonces llévate la vianda con comida que dejé en la cocina y unas botanas.

   Lo abraza inmediatamente y le da un beso que Fernando no corresponde, se aleja agarrándose el brazo con fuerza.

—Te llamaré cuando llegué con mi abuelita, y cuídate mucho... Mi amor.

   Sube al auto con lágrimas en los ojos y empieza a conducir.

Mi nombre es Alina Montenegro y estoy 4 años casada con Fernando Bratmson, nos conocimos desde la secundaria y en la preparatoria nos hicimos novios. Aunque para ese entonces ya estaba ciegamente enamorada de él, fue un amor unilateral, él era alto, caballeroso y muy guapo, con unos ojos marrón bajó, y un cabello negro, ¿quién no se enamoraría de él? Nos casamos cuando terminamos la universidad, fue el día más feliz de mi vida. Tuve una boda sencilla pero llena de amor. Lo que me preocupa es que en estas últimas semanas empezó actuar raro, llega a casa muy tarde y ahora ya ni llega, no soporta que tengamos contacto físico y eso me hace dudar. Pero él nunca me engañó ni tampoco me mintió ni una sola vez, tal vez soy sólo yo la que no lo entiende y estoy siendo una estúpida celosa.

     El auto se estaciona en una casa sencilla, alejada de la ciudad y Alina se dirige adentro de la casa con un enorme regalo y un ramo de rosas. En el interior de la casa una mujer llena de arrugas y canas la recibe.Alina como una niña corre y la abraza.

—Mamita feliz cumpleaños ~le da unos besos en el cachete~ no sabes cuánto te extrañé estas dos semanas que pase sin verte.

—Mi niña linda, yo también te extrañe. ¿Y dónde está tu marido?

—Estaba cansado porque trabajó toda la noche, así  que no pudo venir.

—Y a ti qué te pasó hijita ~le agarra del cachete~ ¿Acaso lloraste?

En ese momento no aguante mis lágrimas y lloré como una niña en los brazos de mi abuela. Le conté todo lo que sentía junto con mis problemas matrimoniales, por alguna razón eso me reconfortó.

—Mi niña, tranquila, todo  matrimonio tiene sus problemas, pero deberías hablar de esto con tu esposo.

—Ya lo intenté, pero por una u otra razón terminó omitiendo mis preguntas.

—No me gusta meterme en relaciones de pareja, pero ¿pensaste que talvez te está engañando?

—Lo pensé en algunas ocasiones, pero no lo creo. Él me lo hubiera dicho.

—En todos los años que he vivido, he visto qué en ocasiones los esposos por una u otra razón prefiere no decir nada su pareja, ya sea porque tienen miedo, o para que la relación  mantengan las expectativas o en nombre de la paz conyugal e incluso por mantener una promesa.

—Si ese fuera el caso ¿Qué debería hacer? Lo amo tanto que solo el pensar que me esta traicionando me duele, ahora si él me deja yo... Yo no se si pueda continuar  sin él. ~llora~ Tengo miedo de saber la verdad.

—Pero si no lo haces, te seguiras haciendo daño tú sola, es mejor saber la verdad que vivir el resto de tu vida en la mentira.

—Talves tengas razón, ahora más que nunca quiero estar más segura de mi matrimonio por que dentro de 3 días cumpliremos 5 años de matrimonio.

Sonrisa— Entonses ve pensando en un regalo de bodas.

—El regalo ya lo tengo ~sonríe y toca su estómago~ esta dentro de mí.

La boca castigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora