Capítulo 5

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  Devo admitir me sentí nerviosa, talves un poco ansiosa, es difícil encontrarme con el hombre que amé con tanta devoción... Ojalá y mis gestos no me traicionen, que mis ojos no dejen ver mi dolor, que mi voz no tiemble y mis emociones  mueran.

   Los días pasaron tan rápido que como si el destino así  lo quisiese el banque estaba  a solo un día  de realizarse, esos cortos días hicieron de Katrina una persona completamente  diferente,
Su sonrisa era hermosa, demostrarta gentileza y bondad, su voz era suave y su etiqueta intocable... Más todo era falso, no había nada de felicidad  en su alma, se convirtió en una persona de doble cara, como una pequeña muñeca que siempre está feliz y contenta.

   El castillo Pheibra irradiaba felicidad, los sirvientes cantaban y las sonrisas, carcajadas y jugueteos eran de todos los días.

   Los chismes empezaron se esparcieron como pólvora, la nobleza no paraba de hablar como le dejaron plantado al emperador, lo feliz que  estaba la archiduquesa por la ruptura, otros decían que era una venganza por parte de la archiduquesa, la pregunta principal era ¿Qué  pasará en el banquete?

  El banquete se dio lugar en un día soleado y hermoso, los adornos del castillo real eran admirables, estaba casi cubierto por oro, tenía  diamantes colgados en forma de adornos, un aroma a lilas, y una enorme mesa llena de manjares exóticos.

   Katriana se vistió con un hermoso bestido azul, unos zapatos del mismo color con unas pequeñas perlas de adorno, un collar lleno de diamantes y rubis, una pulsera echa de oro puro, unos aretes en combinacion con el collar, el cabello un poco recogido con unos adornos de diamantes, su maquillaje fue más llamativo todavía, unos labios rojos, un toque de sombra en los ojos, un perfume a jazmín y por  último  su anillo familiar.

  Todo su atuendo demostraría el poder de su familia y resaltar más su presencia. Aún así no vasta para llenar su vacío y darle alegría.

  Una de las sirvientas se acercó con una pequeña cinta de color púrpura y la colocó en el pié de Katriana, con una pequeña sonrisa le dijo:

—Se ve muy hermosa, ninguna persona de este Imperio la reconocerá.

—Talvez no lo harán, pero eso es lo que menos me importa, ya no hay razón para ser una persona tan simple si tengo todo tipo de riquezas bajo mi poder... Asistencia el carruaje de inmediato, quiero ser la primera persona en llegar al castillo Imperial.

  Los sirvientes obedecieron las órdenes de inmediato.

  Trajeron a la entrada un carruaje cubierto de oro, tenía en la puerta el escudo de su familia que era un Zorro y un Tigre unidos por una espada y ramas de olivo. El carruaje estaba tirado por 10 caballos negros y 12 caballeros esperaban para poder escoltarla al castillo imperial. Su llegada causó un revuelto en el castillo, era la primera vez que la archiduquesa hacia una entrada de ese nivel y a esas horas. Fue la primera persona en llegar, ese echo puso muy nerviosos a los sirvientes del Castillo, sin embargo la peli negra no ingreso al castillo, se dirigió hacia el jardín real.

  -A pasado tanto tiempo, pero aún haci los recuerdos son tan claros, cuantas veces este jardín fue mi confidente, mi paño de lágrimas, las flores ya no son las mismas, ni los adornos, ni el aroma, todo es diferente, todo parece tan lejano aún estando serca...~Las lágrimas de la peli negra empiezan a caer y una sonrisa llena de ternura y dolor se dibuja en su rostro~ En este jardín yo y mis hijos jugábamos. Mis bebés ya no están conmigo, ya no puedo  verlos ni tocarlos... Mi Dios no sabes cuanto los necesitó, cuánto es mi pesar y el peso de mis culpas no para de atormentar me, cuánto más quieres que soporte, cuándo me darás mi muerte... Cuando.

  Katriana se dejó caer al suelo junto con sus lágrimas y un recuerdo de sus hijos se hizo presente.

  —Mamá, mamá, mira lo que hice, es una espada, con esta espada voy a proteger a mi mamá y mi hermana.

  —Así que con esa espada me vas a proteger, si ese es el caso Ethan yo seré tu escudo.

—Mami, yo voy a ser la armadura. Por que no quiero ser la princesa.

—Emily, cariño tu serás lo que quieras, una armadura, una princesa, un ave o el viento.

—Yo voy a ser un caballero y las voy a proteger, y algún día las sacaré de aquí y nos iremos a recorrer el mundo, muy lejos de papá, así mamá ya no llorará nunca más.

—Ethan como puedes decir eso, yo no lloró por culpa de tu padre, lo ago por que me siento muy feliz de tenerlos como mis hijos.

Los besa en los cachetes y los niños se rien a carcajadas.

  El recuerdo termina, Katriana abraza un pequeño brote de rosa y sus lágrimas empiezan a mermar.

  —Ethan, quiero que me lleves lejos, quiero recorrer el mundo con ustedes. No pude ser tu escudo hijo mío... No pude.

  Luego de llorar un gran rato, se seco las lágrimas y se levantó del suelo, camino un poco por el jardín antes de volver al castillo, al regresar empezó a tararear una canción de cuna, para ese entonces los demás nobles estaban ingresando al banquete. Cuando la vieron acercarse empezaron a apartarce de su camino sin decir una sola palabra, bien sabían que de no hacerlo los caballeros que la acompañaban los aportarían a filo de espada de ser necesario.

  Al anunciar su nombre, todos los que se encontraba adentro guardaron silencio, uno de sus guardias personales, de un porte tosco y desafiante, la escoltó del brazo hasta llegar al lugar del trono.

  Katriana y el caballero se inclinaron delante del emperador mostrando sus respetos.

  —Saludo al emperador y la emperatriz de este Imperio, me disculpó por la demora pero e traído un obsequio para sus Altezas reales.

   Levanté el rostro y mire adelante con la cabeza en alto, y ahí estában Joaquín Aragón y Sylvia Berrycloth las dos personas que sentenciaron a mis hijos a la pena de muerte.

  A pasado tanto tiempo pero no has cambiado nada Joaquín, sigues tal y como te recuerdo, esta vez las cosas an cambiado, ya no voy a ser la que conocías, no te guardo recor por que fue mi culpa en primer lugar.

—Adelante, sus disculpas son aceptadas archiduquesa.

—Gracias emperatriz. Creo que fui la única persona de este imperio en estar presente en su boda, así que hoy traje mis más sinceras disculpas y les deceo prosperidad, salud y felicidad en su unión.

  Me acerque a ellos y les entregue un collar lleno de cristales acompañado de la cinta de color púrpura.

  —Como puede apreciar, es el collar de la primera emperatriz, Miranda de Grandelsball, es un tesoro único en todo el mundo.

  —Es muy amable la archiduquesa por tan grato regalo, sin mencionar que la última vez cometió un desaire hacia la familia imperial.

—Su Majestad, le ruego me disculpe pero me di cuenta de que usted y la emperatriz están echos el uno para el otro y no me gustaría interrumpir en ese bello romance.

—Emperador, la archiduquesa tiene razón, mejor disfrutemos de este banquete y olvidemos lo ocurrido.

Con estas palabras de la emperatriz, Katriana se fue hacia una esquina hasta que la llamaron a una charla que tendrían en el Salón privado.

La boca castigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora