Avergonzada. Ese era el sentimiento que experimentaba Raven en aquel momento, las ganas de salir corriendo del aula incrementaban con cada segundo en el que la mirada de Leonard no se apartaba de ella.
Por lo general, Raven solía ser amable y prudente, pero aquel día no estaba a su favor, había tenido que lidiar con unos paparazzi que la seguían mientras se dirigía a la escuela de su hermana, eso, sumado al tráfico de la ciudad la hizo llegar tarde y molesta a la reunión. Al ingresar y no ver a nadie en la mesa que presidían la directora y los profesores respiró tranquila creyendo que por fin la suerte estaba de su lado y la reunión se retrasó.
¡Pero qué equivocada estaba! Su día que empezó mal seguía poniéndose peor y no sabía qué hacer para cambiarlo. No tenía control de ninguna de las desgracias que el destino se empeñó en poner en su camino, el único poder que poseía consistía en enfrentar lo mejor posible los obstáculos que se le atravesaban por delante.
Sin embargo, justo en aquel instante se preguntaba cómo podría salir de aquella imprudencia que estaba a punto de cometer. Detalló al hombre a consciencia, era casi imposible que no se haya dado cuenta de los insultos que casi salen de su boca, pero que su hermana logró frenar a tiempo.
Sus ojos reflejaban astucia e inteligencia, aquello la mantuvo en alerta, sentía una especie de magnetismo que la atraía hacia él y eso la asustó, no obstante, reunió el valor suficiente para enfrentarlo. Se dijo que nada podría ir peor en aquel día.
—Lamento la demora, el tráfico estaba insoportable—se excusó pensando en su hermana, lo que menos necesitaba era hacerla quedar mal delante de su maestro—. Mi nombre es Raven, soy la tutora de...
—No me interesan sus excusas—exclamó con molestia, Leonard interrumpiendo su diálogo—, y créame su nombre es algo que no podré olvidar en mucho tiempo—hace una breve pausa ante de continuar—, es el de la irresponsable que me hizo perder dos hora de mi tiempo como si esté no valiera nada.
—De verdad, lamento lo sucedido—intentaba mediar, pero él no estaba dispuesto a ponérselo tan fácil.
—Qué parte de que no me interesa escuchar los pretextos que tenga que dar para maquillar su irresponsabilidad no ha entendido. Llega tarde—enumeró sin inmutarse ante la mirada llena de ira que le lanzaba Raven en ese momento—, me falta el respeto y tengo que repetirle las cosas más de una vez porque la señorita ni siquiera tiene la mínima consideración de prestar atención.
Como profesor Leonard sabía que no podía comportarse así, estaba rebasando todos los límites de la decencia, por lo general, la cortesía era clave para dirigirse a los padres de sus alumnos, ellos merecían respeto, además, podría meterse en un buen lío si alguno de ello se quejaba en dirección por un mal trato. Sin embargo, su día tampoco estaba siendo el mejor, y si le agregamos a eso, tener que esperar más de una hora a un tutor irresponsable y mal hablado no podría ser peor.
A pesar de las circunstancias adversas que se le presentaban, Leonard se sentía incapaz de apartar la mirada de la figura que tenía enfrente, se sentía atraído y aquello solo hizo que su molestia fuera en aumento.
La piel de Raven, morena desde su nacimiento y reafirmada por la caricia del sol sobre ella constituía un estímulo sexual para hombres y mujeres. Por mucho tiempo aquel tono en su piel había sido un foco de discriminación y prejuicio, no obstante, con el tiempo, aprendió a lidiar con ello, aunque todavía era señalada y juzgada por como se veía.
Su cabello rizado le confería un aspecto de rebeldía que contrastaba con la inocencia de sus ojos marrones.
—¿Está segura que este cavernícola es tu profesor de química?—cuestionó a su hermana con sarcasmo— Existe una gran probabilidad de que a tu verdadero maestro lo hayan abducido los ovnis y hayan dejado a este mamarracho en su lugar.
El rostro de su hermana mostró una expresión ligera de sorpresa, pero rápidamente fue sustituida por una sonrisa que buscaba ocultar para no delatarse ante su maestro.
La expresión de Leonard no fue muy diferente a la de Mich. Aquella respuesta provocó que el enojo que sentía hasta hace un momento desapareciera para darle paso a la incredulidad, no esperó que aquella morena de curva de infarto le hiciera frente de aquella manera tan descarada, aunque claro, él la había provocado.
Su actitud le gustó, le daban ganas de seguir provocándola para ver qué otras cosas salían de su boca, al pensar en ello, su vista se dirigió a aquella parte de su anatomía. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando el deseo por probar sus labios se hizo presente.
Sacudió la cabeza y caminó por el salón hasta detenerse frente al escritorio para luego tomar asiento. Su mente le estaba jugando una mala pasada y su cuerpo reaccionaba en consecuencia. Respiro profundo intentando reprimir el fuerte deseo que comenzaba sentir hacia aquella mujer que con solo una mirada lo hacía sentir un ser primitivo.
Para Raven no pasó desapercibida la mirada de Leonard sobre sus labios, por acto reflejo los humedeció con su lengua sin ser consciente de lo que esa pequeña acción provocaba en su interlocutor.
Mich no dejaba de observarlos, la tensión que se percibía entre ambos era palpable, sonrío por el rumbo que estaban tomando sus pensamientos con respecto a la situación que se le presentó en ese momento.
Imitando a Leonard, tomaron asiento frente a él, cada una con pensamientos distintos en espera de lo que este les tenía que comunicar.
Un acuerdo silencioso entre ambos dio por finalizada la disputa verbal en la que minutos atrás eran protagonistas, no obstante, en sus miradas seguía el desafío implícito de iniciar un nuevo debate si fuese necesario.
Pasado el mal rato la reunión se llevó a cabo sin inconvenientes, las mismas eran realizadas con regularidad para controlar el desempeño de los alumnos del centro, pero para Leonard adquirían un aspecto más personal.
Le gustaba que los padres se involucraran de lleno en la educación de sus hijos, si esto no acontecía, solía citarlos para una reunión extraordinaria en la que no podían marcharse sin comprometerse a hacerlo. Establecía normas que tanto el estudiante como su tutor debían seguir para mejorar el desempeño de los mismos, sino, tendrían que repetir el curso, y por supuesto, nadie quería que eso aconteciera.
Finalizada la reunión y después de recibir un último regaño por parte del maestro de su hermana, Raven salió de allí como mismo entró, enojada. Quería devolverse al salón y cantarles cuatro cosas al amargado ese, pero se contuvo, aunque eso no evitó que mientras caminaba hacia la salida lo insultara de toda las maneras posibles.
Mich seguía sus pasos conteniendo la risa sin perder ni un solo detalle, hace tiempo que no veía a su hermana tan alterada, nadie lograba desiquilibrarla de esa manera, no obstante, su curiosidad no estaba cimentada en el evidente enojo que Raven manifestaba, sino, en la reacción de su cuerpo y en las miradas descaradas que tanto ella como su profesor se lanzaban en una clara aceptación de que le gustaba lo que veían.
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Raven: detrás de las cámaras
RomanceUn minuto. Sesenta segundos que lo cambian todo. Ese fue el tiempo que Raven necesitó para darse cuenta del caos en el que se convertiría su vida ante la más devastadora noticia. Una actriz en auge que busca destacar en un mundo lleno de prejuicio...