La situación cambió por completo luego de aquel bonito beso que el alfa se había atrevido a obsequiarle bajo la mirada desdeñosa de los respectivos presentes.
Cambió porque gracias a este ahora no les tenía miedo, ni mucho menos se sentía avergonzado de ser quien era.
Al contrario. Draco le devolvió la confianza y la seguridad que creyó haber perdido cuando ingresó al destacado restaurante. Y ahora elevaba la cabeza con orgullo y petulancia, sin dejarse atemorizar por las miradas desafiantes de aquellas omegas que lo menospreciaban.
El chico malo que no se dejaba intimidar por nadie había regresado y lo demostraba sin problema con la nueva postura que había tomado. Sin embargo, procuraba mantenerse al margen de la situación, puesto que no quería defraudar al alfa. No cuando sentía que se lo debía.
Así que allí se encontraba, luciendo más seguro que nunca, mientras que un aluvión de palabras extranjeras se dispersaban sin control en la mesa. Le gustaba aquel idioma. Era entretenido escucharlo, aunque no entendiese nada. Pero más le gustaba cuando Draco hablaba. Era deleitoso escuchar el acento italiano resbalándose de entre sus labios, el cual casi ni se notaba cuando hablaba con él.
La comida ya había llegado, y por lo que Harry vio la mayoría de platillos eran puras pastas. Cómo no lo supuso. También descubrió que cada omega cenaba lo mismo que su alfa sin ningún tipo de reproches. Draco había ordenado spaghetti all’amatriciana, por lo que eso mismo fue destinado a él.
La idea de oponerse ni siquiera pasó por su mente. Por lo tanto tomó un par de cubiertos de la gran variedad que había, y estaba a punto de disponerse a cortar los fideos cuando una mano ajena desde su derecha lo detuvo.
Harry se volteó hacia la omega extrañado. Ella era rubia y de tez bronceada. Parecía ser mucho mayor que el, mucho mayor y mucho más educada y refinada. Se erguía con elegancia en su lugar luciendo un ajustado vestido negro que realizaba una increíble muestra de sus atributos.
—Es una falta de respeto para los italianos —murmuró ella con disimulo.
—¿Qué? —preguntó realmente confundido.
—Cortarlos, no lo hagas —le aconsejó—, se enojará. Es tradición.
—Oh…Harry dejó el cuchillo y echó un vistazo hacia su izquierda, hacia su alfa más precisamente. Este se encontraba metido dentro de una conversación, ignorando por completo su situación, mientras que distraídamente enrollaba sus spaghetti con el tenedor, dándole vueltas y más vueltas.
Bueno, ¿él cómo iba a saberlo? Desde pequeño, siempre había preferido cortarlos, puesto que detestaba que fuesen tan largos, y que por culpa de eso terminase manchando su ropa con la salsa de aquellos spaghetti rebeldes que tardaban aun más en ingresar a su boca.
Por eso los cortaba, para ahorrarse los castigos de su camiseta ensuciada.
Pero el asunto cambió, y ahora el castigo vendría si no los comía como debía. Genial. No pretendía hacerle enojar, por lo que decidió hacerle caso a la omega.—Gracias —le dijo ni bien se volteó a la derecha, pero no debió haberlo dicho tan alto, tan delatador, no debió haber llamado la atención del alfa que iba con la rubia.
Se arrepintió al instante de haber mencionado aquello, porque ahora se encontraba recibiendo un gutural gruñido del otro alfa, siendo cruelmente acompañado de una mirada cargada de desprecio. No bastó más que eso para que el omega se encogiera sobre sí mismo, espantado, buscando por puro instinto la protección de su alfa.
Para aquel entonces, Draco ya había reaccionado, devolviéndole el gruñido con muchísima más potencia, mientras resguardaba al omega bajo uno de sus brazos.
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Sublime Dominación - Drarry
FanfictionHarry, un delicado Omega amante de las noches de descontrol, tendrá que renunciar a todo cuando Draco Malfoy, un dominante Alfa italiano, lo reclama como suyo en una fiesta que marcaría el inicio de un ardiente infierno para ambos. Disclaimer:Los pe...