Ventinove

5K 414 530
                                    

El omega cayo arrodillado frente al retrete, expulsando desde su garganta todo aquel contenido que su organismo no parecía querer conservar. Vomitó todo su desayuno, y hasta la limonada que se había bebido durante la noche en el bar.

Una mano ajena se posó en su desnuda espalda. Draco le dio aliento, mientras le retiraba los rebeldes mechones de su frente.

Un gran alivio se presentó en Harry cuando, al fin, el asqueroso vomito cesó. Con algo de papel se limpió la comisura de sus labios, sin embargo, no sintiéndose para nada limpio, se enjuagó la boca en el lavado.

No supo en qué momento Draco se había marchado para traerle agua, pero allí estaba, ofreciéndole un vaso cargado de aquel liquido transparente.

—¿Hay algo que dabas decirme? —inquirió Draco, tras haberle entregado el vaso.

Harry bebió el agua, mirándolo como si no supiera nada.

—Mh, no.

—Harry —dijo su nombre en tono de advertencia.

—¿Qué? Me habrá hecho mal algo que he comido, ¿qué quieres que te diga?

El alfa frunció los labios no muy convencido.

—¿Por qué siento que hay algo más?

Harry elevó sus hombros, luciendo desinteresado, y regresó a la habitación, siendo seguido por el otro.

—Harry —el alfa le tomó de un brazo con cuidado, deteniéndole su andar—. No me ocultes nada, ¿realmente es por algo que has comido?

—Es lo que supongo yo, Draco, o capaz fue algo que me dieron anoche, no lo sé —objetó, fastidiado, soltándose del agarre del mayor.

Era mentira. Por supuesto que Harry sabía la verdadera razón de su repentino vomito, pero no podia revelársela a Draco. No porque no quisiese, al contrario, le carcomían las ganas por contarle. Pero, ¿qué ganaría con ello? Draco se separaría de el; se desvanecería de su vida por años. 

Harry no quería que su alfa se encontrara en otro continente preocupado constantemente por él y su embarazo. Sufriría mucho al verse privado de compartir con su omega aquella bonita etapa, no pudiendo ver, ni acariciar, su hinchado vientre, ni tampoco presenciar el nacimiento.

Se perdería la preciosa imagen de su bebe recién nacido, todo chiquito y delicadito, con sus puñitos apretados y sus ojitos cerrados, durmiendo envuelto en una acogedora manta entre los brazos de Harry. También se perdería los primeros pasos, las primeras palabras, los primeros dientes, ¿y quién sabe que más?

Harry aseguraba que el alfa no podría vivir sabiendo que a miles de millas se hallaba su bebé creciendo sin la presencia de su otro padre. Era demasiado para un corazón tan noble como el de Draco. Por tal motivo, lo mejor era que su cachorro continuase siendo un secreto.

Sin embargo, algo dentro de Harry se rompió al tener en cuenta que su alfa no lo acompañaría en su primer embarazo. Su pancita no recibiría besos, ni mimos, ni seria tiernamente consentida por Draco. No tendría a su alfa para que le cumpliera sus futuros antojos, ni para que lo consolara en sus días de sensibilidad, o lo aguantara en sus días de fastidio. Draco no estaría para él, ni para su bebé, y eso le llenaba de angustia.

—¿Me estas escuchando? —oyó, de pronto, el cuestionamiento de Draco.

—¿Qué?

El omega había entrado en un estado de desorientación en cuanto a la conversación. Los pensamientos que le habían hecho sentir una enorme pesadumbre hicieron que dejase de prestarle atención al alfa.    

Sublime Dominación - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora