Trentaotto

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—Si aquí es seguro, ¿por qué nos marchamos tan lejos si podrías haber venido aquí desde un principio? —preguntó Harry cuando hubo terminado de curiosear la nueva habitación que compartirían. No era tan grande, pero era realmente preciosa.

Había pasado al menos una hora desde que la familia de Draco le había dado la bienvenida a aquella mansión. Y un cuarto de aquella hora, Harry tuvo que quedarse en la sala sin su alfa, sentado en un cómodo sofá, siendo el centro de atención de todas aquellas personas que casi ni recordaba.

El omega respondió con cierta timidez cada una de las preguntas que le hacían. Y es que la mayoría estaba realmente interesado en saber acerca de él, pues que Draco llegara de pronto con un omega marcado y embarazado era algo que sorprendió a muchos. En especial porque Draco siempre se había mostrado como un alfa al cual le asqueaban las uniones.

Y Harry habría deseado que su alfa estuviese a su lado para salvarlo cuando la situación se ponía incomoda para él, pero Draco tuvo que encargarse de un asunto algo urgente con su hermana Ariana, por lo cual no pudo estar junto a él.

Harry nunca pregunto que fue lo que pasó con Ari.

—Pues... es que me repudiaba la idea de vivir aquí, con toda la familia. Yo prefería tener mi propio espacio. Y como era tan orgulloso, independiente y solitario, me era más cómodo pasar una larga temporada en el exterior a que estancarme aquí y asquearme de como los demás son felices con sus parejas —explicó y se acercó a su omega para abrazarlo por detrás, deslizando sus manos con suavidad por los costados de su hinchado vientre—. Pero como ya estoy del lado de los felices, ya no tengo problema.

Harry rió suavemente, sintiendo unas ligeras cosquillas al tener los labios del contrario sobre la especial marca de su cuello.

—Ya veo —sonrió, volteándose con el único fin de besar los labios de su alfa, quien aún continuó con sus manos sobre la panza de embarazo que se interponía adorablemente entre ellos—. Ahora que ya estamos aquí, ¿puedo reunirme con Minnie y mis amigos? Muero por verlos.

Draco titubeó, poniéndose tenso al instante.
—Uhm... sí, bueno, aunque primero hay algo que tengo que decirte sobre tus amigos.

Harry estaba furioso, y no intentaba siquiera disimularlo. Sus feromonas de enojo se dispersaban por todo el espacio que presentaba aquel auto que, rodeado de seguridad, se dirigía a la antigua mansión Malfoy.

Su alfa le pedía con voz suave y tranquilizadora que se calmara, pues tal enojo le afectaría al bebé, pero cada vez que Draco intentaba acariciarle, Harry le gruñía, amenazador, como si él fuese el alfa de la relación.

Ya no quería ser acariciado o mimado por Draco. La rabia que había invadido su ser no se lo permitía. Tan sólo quería ver a su mejor amigo, quería saber en qué estado se encontraba Seamus y averiguar qué había ocurrido con Ron.  

Al llegar a la mansión, una empleada los recibió, asustándose por la alteración y el desespero que desarrolló Harry al tratarla, exigiendo que le dijese la ubicación exacta de su mejor amigo de inmediato. La beta respondió a balbuceos y Draco se limitó a darle una mirada de disculpas, mientras su omega ya se lanzaba hacia las escaleras. No tardó en alcanzarlo.

Ambos llegaron al primer piso, donde Draco tuvo que guiarlo para encontrar la habitación en la que, según la empleada, se encontraba Seamus. Harry, tan decidido e imparable, ni siquiera pidió permiso; abrió la puerta de un saque, sobresaltando a un omega que, sentado con las rodillas pegadas a su pecho, se situaba sobre la cama.

Los ojos verdes del moreno se cargaron de lágrimas al verlo, tan indefenso y lastimado, tan pálido y delgado.   
   
—¿H-Harry? —la voz quebrada de Seamus salió en un débil murmullo, como si apenas pudiese hablar. Su sorprendida mirada se cristalizó al instante, largando repentinas lágrimas mientras se levantaba con rapidez para fundirse entre los brazos de su mejor amigo.

Sublime Dominación - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora