o. la expulsión de una delacour
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Kendall estaba esperando en silencio la llegada de sus padres a la academia de magia Beauxbatons, de seguro la directora y los maestros decían en sus cabezas con burla: "ja, ahora está callada". Sí, había mantenido su boca cerrada y no precisamente por ellos o por sus padres, Kendall jamás le iría a deber respeto a alguien más que a sí misma. Los docentes no se lo merecían y sus padres no se lo habían ganado, ni siquiera tenían méritos suficientes para recibir un ápice de sumisión por parte de la muchacha. Engendrarla y criarla era algo básico, ellos se lo buscaron, no era como que Kendall hubiese deseado nacer de todas formas.
── ¡¿Dónde está?! ── esa era Apolline. Le parecía un poco absurdo que estuviera preguntando a gritos, solo lo hacía por unos cinco minutos de fama, estaba necesitada de atención.
Podía oír sus pasos, los de ambos para ser exactos. Podía notar quién era quién, la que venía acelerada era su madre y aquel que iba unos pasos más atrás era su padre; dos gotas de agua y aceite. Siendo honestos, era una combinación relativamente mala teniendo en cuenta que al final, por mucho amor que se profesen, uno saldría mal parado en caso de que la chispa se acabara y los papeles de divorcio se asomen encima de la mesa.
── ¡Kendall Delacour! ¿Cómo te atreves a humillar el nombre nuestra familia? ── ¿tener opiniones distintas sobre el sistema educativo y código de vestimenta era mancillar el apellido de la familia?
Porque ella estaba cien por ciento segura que la primera persona que manchó el legado Delacour había sido su padre al casarse con su madre. No es que fuera una mala persona, solamente que el estatus le nublaba la mente y la cegaba. Apolline no era capaz de ver más allá de sus privilegios como mujer blanca y de buenos recursos, creía ciegamente que su palabra era la única verdad.
── No me vengas a gritar creyendo que me estás haciendo un bien ── espetó Kendall. No le interesaba hacerse la víctima y manipularlos, sus padres no le daban miedo.
¿Por qué las personas que te habían dado la vida debían ser sinónimos de terror? A duras penas eran un carente símbolo de respeto y ni eso.
── Ten un poco más de respeto Kendall. ¿Sabes en los problemas que te has metido por ser una insolente? Imagina lo que dirá la gente.
── Tres cosas ── dijo autoritaria, como si ella les diera órdenes a ellos ──. En primer lugar, piensen un poco si merecen el supuesto respeto que tanto predican y que no demuestran a menos que les convenga. Segundo, sé perfectamente mi setencia y tercero, ¿crees que me importa lo que la gente diga? Van a hablar de ti al ser tú la persona responsable de mi crianza.
Apolline no pudo bajarla de su nube de poder y egocentrismo. No es como que fuese a servir de todos modos, la habían criado para ser una líder altanera sin importar quién estuviera frente suyo.
── Señores Delacour, la directora ya autorizó a que pasen ── era un profesor algo nuevo, Kendall ni siquiera lo conocía y hasta se veía más joven que los demás vejestorios de aquel lugar.
El palacio era demasiado hermoso para unas mentes tan cerradas como las que habitaban en su interior. Kendall solo esperaba a que les dijeran lo que ya sabía y que sus padres, resignados y sin tener alternativa, buscasen una solución para que por lo menos, finalice sus estudios en otra escuela de magia. Pero debían esperar el veredicto final citado por Madame Maxime.
── Bienvenidos ── habló la mujer, a leguas se podía notar su molestia por más que su cara intentase mostrar amabilidad ──. Miren, tenemos a dos de sus hijas en esta academia y debo decir que con Fleur jamás he tenido este tipo de problemas...
── ¡Porque le han obligado a callarse y no decir lo que piensa! ── saltó Kendall. Apolline le dio un golpe en la cabeza como si aquello fuera la mejor forma de educación.
── Como decía, esto es sumamente desconcertante ya que el próximo año esperamos recibir a su hija menor, pero teniendo en cuenta los comportamientos inapropiados de Kendall, no lo sé ── ¿decir que el sistema de aquella academia era una burrada quería decir que su forma de ser era inapropiada?
── Con todo el respeto que no creo mucho que se merezca, ¿quién decide lo que es apropiado o no? Quiero decir, no veo a ningún ser todo poderoso aquí y usted no se puede considerar como uno por más autoridad que tenga en este establecimiento.
── Kendall... ── esta vez la voz era apacible, porque era su padre y no Apolline ──. Yo honestamente, sugiero un castigo no tan grave para mi hija, sé que sus actitudes no han sido las más honorables, pero...
── Precisamente de castigos vamos a hablar. Que escriba en un pergamino un millón de veces no me parece justo, pero le tengo una problemática y a la vez una solución ── la rubia no estaba entendiendo a qué se refería exactamente con eso ──. Con todo el personal estudiantil llegamos a la conclusión en la que Kendall sería expulsada de Beauxbatons.
── Me parece bien ── murmuró ella, ya lo veía venir.
── ¿Qué? ¡No creo que eso hable muy bien de usted, Madame!
Olympe rodó los ojos. Ella sabía que solo hablarían mal de ellos por la mala crianza de Kendall, si es que realmente pusieron un poco de su parte de su parte en ello o fueron simplemente unos padres ausentes.
── No he terminado aún, en septiembre inician las clases en Hogwats y yo podría hablar con Albus Dumbledore sobre Kendall. Explicarle su lamentable situación y conociéndolo, aceptará. Lo sé, puede que quedé en otro país, pero es de las mejores escuelas desde hace décadas. Incluso Dumbledore podría ver la posibilidad de que alguna familia se haga cargo de su pequeño monstruo durante su estadía en Reino Unido. ¿Aceptan?
Y la verdad es que no tenían más alternativas que decir que sí. Ese solo era el principio de una vida relativamente más "sana" para Kendall Delacour y todo por una expulsión.