II. y la otra mitad de los weasley junto a la señora potter
▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰Cuando llegaron a Ottery St. Catchpole, Kendall no esperó encontrarse con una casa tan peculiar, los pisos eran bastante desiguales, casi propensos a desmoronarse en caso de un gran terremoto. La rubia estaba pensando en dar la vuelta y retornar hacía Francia, pero no podía menospreciar a las personas que estaban dándole hospedaje desinteresadamente.
── Y esta es La Madriguera ── habló uno de los gemelos. Kendall sabía que el diferenciarlos iba a ser un gran problema, pero estaba lejos de ser una de sus preocupaciones.
Podía sonar egoísta, pero realmente ellos no le importaban, eran desconocidos y no pensaba cogerles cariño tan rápido, no le importaba que fuesen unos niños.
── ¿En qué año estabas allá en Beauxbatons?
── Quinto, nosotros entramos antes que quienes estudian en Hogwarts, así que he de suponer que voy a ingresar justo en el mismo curso en el que estaba, con muchas diferencias.
── Sí, Percy y Jeff pasaron a quinto, de hecho, ambos son prefectos de sus casas. Gryffindor y Slytherin.
Kendall no tenía ni idea de quienes eran, pero supuso que eran familiares suyos. Pasaban por el jardín cuando vieron a un niño un poco más grande que Ginevra atrapando a unos gnomos, era pelirrojo y a leguas se veía que era un Weasley también, o de lo contrario, la francesa no podría explicar por qué corría en un jardín que no era suyo de no ser parte de la familia
── ¡Ey, Ron! ── gritó otro de los gemelos o quizás era el mismo ──, es nuestro hermano menor.
Siguieron recorriendo el pequeño camino hasta llegar a la entrada de la casa, dentro todo era un caos, Molly hizo una mueca de horror. Aquello definitivamente era obra de Jeffrey Prewett o peor, Harry y James Potter.
── No quiero ni imaginar el castigo que le llegara a los responsables de esto ── murmuró el señor Weasley acomodando sus anteojos.
── ¡Harry Potter! ¡Ven aquí! ── una voz femenina se escuchó por toda la casa, esa debía de ser Lily ──, por el amor a Merlín, a Molly le dará un infar... ¡Hola!
Otra mujer pelirroja apareció tras los gritos que había dado. Supuso que aquella mujer era de quien habían hablado anteriormente. Lily Potter, la madre del famoso niño que vivió. No podía creer que estaba delante de ella ni que iba a conocer a una leyenda en el mundo mágico, se sentía... nah, no sentía absolutamente nada, genuinamente le daba igual. No comprendía por qué tanta emoción por un niño que casi murió cuando apenas había cumplido un año en ese entonces.
── Hola Lily ── saludó la señora Weasley ──, no te preocupes por eso, Harry es un niño y de seguro no sabía lo que hacía.
── Molly, tiene casi once años, claro que sabe lo que hace, pero me alegra de esté aprendiendo desde que empecé a explicarle las cosas con más calma. No entiendo a esos padres que ejercen violencia para educar. A golpes y gritos no se aprende, solo hacen caso debido al miedo que les provocan.
Con aquellas palabras, Kendall se sintió a salvo. No conocía a Lily Potter, pero ya era su lugar seguro, y nadie iba a quitarle eso. Era demasiado diferente al pensar de su madre, Apolline no era una mala madre, pero tampoco era ejemplar.
── Sí Lily, lo que digas ── murmuró ── ¿No tienes turno hoy en la biblioteca?
── Sí, lo tengo, pero Némesis me dio permiso hasta que llegaras ¡Se me hace tarde! James volverá a eso de las seis para buscar a Harry ¿No te molesta que se quede aquí?
── No, para nada. Él y Ron se llevan muy bien, al igual que con el resto de chicos. Por cierto, ella es Kendall Delacour, la niña de quien te hablé.
¿Niña? Tenía quince años, sus padres ya la consideraban una adulta, pero parecía ser que allí todos la veían por lo que realmente era, una niña forzada a madurar antes de tiempo. No mentía cuando decía que allí se sentía segura, aunque ellos no le importaran como quería aparentar delante de sus ojos.
── ¡Hola cariño! Lamento que no me pueda quedar demasiado tiempo, pero ya tendremos algún momento libre para conocernos ── y salió de la casa, sin esperar a que su hijo se despidiera de ella, de todas formas, Harry no apareció ante su llamado.
── Bueno Kendall, llamaré a Percy y a Jeff para que te ayuden con tus cosas y te indiquen dónde será tu habitación ── sonrió la mujer. Era muy amable, demasiado.
Kendall no estaba acostumbrada a ese tipo de cosas, en su casa todo era gritos y malos tratos si hacías algo mal, por eso habían tomado la opción de mandarla a otro país con tal de que su comportamiento supuestamente inapropiado cambiara, pero ¿Qué tenía de malo criticar un sistema que llevaba años en decadencia?