I. los weasley... o la mitad de ellos
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No pasó ni siquiera una semana y Kendall ya estaba de camino hacia la casa de una familia bastante numerosa pero que habían aceptado acogerla en su casa durante los años en los que tendría que pasar en Hogwarts. Su padre y sus hermanas fueron las únicas personas en despedirse, al menos Fleur y Gabrielle iban a extrañarla durante su gran ausencia. ¿Cómo era posible que su padre con suerte mostrase pena y que su madre fuese indiferente? No era culpa de Kendall que en Beauxbatons sean todos tan sensibles, era como si fueran una obra de teatro y tuvieran guiones irreales y muy perfectos. Ella no estaba anotada a ningún club teatral y nunca lo estaría.
Kendall no era la marioneta, era la titiritera.
── ¡Hola! Tú has de ser Kendall Delacour ¿No? ── una mujer regordeta apareció en su campo visual. Venía acompañada de un hombre con ropa de segunda mano e igual de pelirrojo que ella y una niña pequeña junto a dos gemelos.
── Sí, soy Kendall ── sonrió amablemente, aunque no quería hacerlo. Ahora estaba sola y solo los tenía a ellos ──. Ustedes deben de ser los señores Weasley. Creí que eran una familia mucho más... extensa.
── Lo somos ── habló uno de los gemelos ──. En total somos siete hermanos y tenemos un primo llamado Jeffrey y el primo de nuestro primo es nada más ni nada menos que Harry Potter.
Kendall no tenía ni la menor idea de quién era ese tal Jeffrey, pero sí que sabía de sobra quién era Harry Potter. Tantos años escuchando su historia y parecía que ahora conocería al niño, aunque también cabía la posibilidad de que no fuera así ya que siendo alguien tan famoso, de seguro estaba bien escondido en un lugar que solo sus más allegados sabían. Ellos no eran primos directos del niño.
── ¡Fred! ── chilló la señora Weasley ──. No le hagas caso, aunque sí está diciendo la verdad. ¡Pero bueno! ¡Vamos! Los demás probablemente estén arreglando la madriguera. ¿Crees que sea bueno dejar a Kendall en la habitación que usa de vez en cuando Jeff? Dudo que le molesté.
Y fue todo lo que escuchó antes de perderse en ese mar de pensamientos y emociones. Su mente no dejaba de visualizar la fría mirada de Apolline y las secas palabras de su padre, ni siquiera los llantos de Gabrielle o las palabras cálidas de Fleur le importaban, solo quería saber por qué sus padres no parecían quererla.
¿Qué había hecho mal?
── Bueno, será mejor que nos apresuremos ── habló Arthur ──, debo irme a trabajar y es muy probable que en la tarde los Potter vengan a casa junto a Jeff.
── No entiendo por qué no se mudan de una vez cerca de nosotros. A Harry no le vendría mal ya que se la pasa muy solo, James trabaja como auror por lo que no llega hasta muy noche y Lily es una bibliotecaria de una pequeña biblioteca del Valle de Godric.
En un par de segundos ya conocía a los Potter y con suerte hace unas horas sabía más o menos la historia de su hijo. Ni siquiera tuvo que verlos en persona para formar en su cabeza una mini historia en relación a ellos. En su mente sonaban como una familia bonita que había pasado por muchas cosas malas debido a la guerra, pero que ahora estaban tratando de reparar las grietas. Ojalá ella pudiera tener la fuerza de voluntad para ponerle yeso a las suyas o por lo menos suturar esas heridas no visibles.
── ¿Por qué te expulsaron? ── inquirió uno de los gemelos. No los diferenciaba todavía, apenas llevaba minutos de camino a la que sería su casa por un par de años.
── Por criticar el sistema educativo y también por recalcarle a un docente que no está bien dejar en vergüenza a los alumnos. Uno no puede enseñar a base de humillaciones, así no es como debería de ser ni mucho menos funcionar ¿Qué le daba derecho de hacer sentir mal a los estudiantes solo porque él no sabe hacer bien su trabajo?
── Tienes razón ── admitió Arthur sin mirarla pues estaba concentrándose en el camino ──. Uno debe de estar para ayudar, no para humillar ¿Qué sentido tiene educar si usaran métodos poco empáticos?
Quizás Kendall había encontrado un lugar en donde sentirse cómoda o que por lo menos, la entendían un poco, no quería encariñarse tan rápido porque apenas conocía a la mitad de los Weasley. Era mejor no adelantarse, esperar antes de crear un lazo porque nunca se sabe qué sorpresas vas a encontrarte en el camino. De todas formas, hacer amigos o darles su confianza a extraños no estaba en sus planes, no todavía.
── Exacto, eso fue lo que les dije a mis padres y de todas formas dijeron que yo estaba equivocada y que mancillé el nombre de la familia solo por hablar de algo que ya estaba siendo un problema. No iba a dejar que nos siguieran viendo como seres inferiores, somos niños, pero no quiere decir que seamos menos que usted.
── Esta chica me agrada.
── Concuerdo ── respondió George.
¿Le agradaría a los demás? Pensar en que las personas la quieran no era una buena idea, pero deseaba ser aceptaba, aunque si no lo hacían, qué más daba. Kendall no iba a cambiar por ellos o por aceptación cuando ni siquiera dejó sus ideales y su esencia por su familia, menos lo haría por gente desconocida y ajena.
── Sí, a mí también ── murmuró la niña más pequeña, se llamaba Ginevra, pero solían decirle Ginny ──. Además, es muy linda y amable.
Que fuese linda o que se mostrara amable no hacía que Kendall se sintiera como una buena persona.