¿Qué buscaría la chica que lo tiene todo?

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No muchas personas pueden decir que tienen una vida de lujo, prácticamente perfecta. Vivir como en un eterno sueño donde eres el protagonista. Una vida con comodidades que poca gente puede tan siquiera imaginar y en la cual, puedes tener prácticamente lo que se te antoje.

- *risita* Vaya que eso es vivir todo un sueño... ¿No? - digo mientras me estiraba en la gran tina que tenía en mi habitación -. *suspiro* Que bien se siente darse un baño en la mañana... 

El tenue pero elegante olor a rosas del agua, junto con la leve luz de las velas que habían encendidas en el filo de la tina, que se complementaban con cada sorbo de vino que daba a la copa que tenía junto a mi; hacían que prácticamente jamás pensase en salir de este lugar. 

La vista de mi cabello pelirrojo flotando en el agua junto a los pétalos que apenas había puesto en el agua antes de entrar, volvían esta vista simplemente hipnotizante.

- Podría quedarme aquí todo el día... *sorbo* Vaya que el vino de la cosecha de este mes en verdad es perfecto *risita*

Estaba a punto de tomar una fresa de la bandeja que tenía a mi lado, hasta que alguien tocó a la puerta de mi baño.

- ¿Hmm? ¿Si? - pregunto con curiosidad por saber de quien se trataba -. 

- Señorita Nishikino. La joven de la imprenta ha venido a entregarle los modelos de las cartas que su madre ordenó - dice uno de los mayordomos de mi familia del otro lado -. Me ha pedido que le pregunte si puede salir a ver los modelos 

- "La joven de la imprenta"... - me repito para ver si lograba hacer memoria de quien se trataba -. ¿Te refieres a la linda chica de cabello rizado y café? 

- Ahh, s- si... Supongo que así la identifica mejor señorita

- *risita* En ese caso ya salgo, dile que espere en la entrada por favor... 

- Cómo usted ordene - se despido antes de salir de mi habitación -.

- Bueno, sería una falta de respeto dejarla esperando mucho tiempo *risita* 

Y así, salí de la tina y me dispuse a buscar que ponerme en el armario que había en mi cuarto. El mismo era muy grande, tanto así que habían días en los que verdaderamente me costaba trabajo encontrar algo que poder usar. 

- A ver... Este... ¿O este de aquí? - me pregunto mientras sostenía dos delicadas blusas en mis manos -. La blanca servirá hoy... *risita*

- *¡Guau!*

El ladrido de mi perrito me había hecho soltar una risita de la nada, por lo que sin poder evitarlo, dejé la ropa que escogí en mi cama y me agaché para poder acariciarlo.

- ¿Cómo estás, Neige? - le pregunto mientras lo tomaba en mis brazos -. ¿Comiste bien?

- *¡Guau! ¡Guau!* 

- *risita* Tomaré eso como un si... Bueno, debo irme - digo dejándolo en el suelo de nuevo -. Volveré más tarde ¿Ok?

- *¿Guau?*

- Que a donde voy ¿Dices? Pues digamos que tengo una cita importante jaja...

Hablar con mi pequeño perrito, que más que un cachorro aparentaba ser un peluche o una gran nube de algodón, era ya una costumbre en mi día a día.

- Bueno, debo irme Neige... ¡Adieu~! 

Y así, ya vestida y preparada. Salí de mi cuarto y me dirigí a la gran entrada de mi hogar. Allí pude ver a aquella chica sentada en uno de los grandes sofás. Al acercarme se levantó y se me acercó con una pequeño paquete entre sus manos.

Un NO tan usual "Amor Parisino"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora