Reiner Braun

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La vida podría ser dura para algunos y para otros podría darse como el camino amarillo que lleva hasta un palacio enorme lleno de lujos.

En el caso de Reiner, fue de cerca la segunda. A pesar de que su padre murió cuando el a penas era un niño, su madre tuvo las oportunidades suficientes como para darles una vida buena a ambos antes de casarse nuevamente. No se podía decir que la había pasado mal, porque Terry Castle lo acogió como si fuera suyo y trató de ser aquel ejemplo a seguir que Reiner admirara. Sin embargo, el menor nunca pudo ver a aquel hombre trabajador como un modelo que lo impulsara a ser mejor.

Con el paso del tiempo, Reiner se alejó de su familia porque deseaba sentir muchas de las libertades que, según él, un alma joven debe vivir. Su madre usualmente le llamaba la atención al verlo llegar con golpes en el cuerpo y el rostro herido, después se dedicaba a curarle y a decirle que aquella no era la vida que deseaba para él. Sin importarle la opinión de su madre y padre -como había aceptado a Terry en algún momento-, decidió salir de su hogar y aventurarse a lo más bajo que la vida pudiera ofrecerle. No obstante, ambos mayores decidieron por cuenta propia continuar pagando los estudios del rubio, siempre y cuando él se encargara de encontrar un empleo de medio tiempo para solventar sus gastos personales.

Cuando entró a la universidad claramente todo era nuevo para él, pero estaba dispuesto a vivir en grande aquella época. Conoció a un sin fin de personas; estaban aquellos quienes querían que mejorara y otros cuantos que insistían en arrastrarlo a que realizara trabajos ilegales, pero el que más afectó su vida fue un pequeño chico rubio y delgado, con ojos extremadamente expresivos, llamado Armin Arlert.

El chico un año menor que él compartía algunas de sus clases. Al principio solo le dedicaba miradas curiosas, puesto que no entendía cómo es que siendo menor tomaba los cursos avanzados, pero después comenzó a interesarse más en su persona. Su grupo de amigos lo molestaba constantemente, pero a Reiner le importan poco o nada porque realmente quería saber qué tenía aquel rubio de ojos azules como para hacer que su mente se centrara solo en él.

Después de bastante tiempo, encontró el valor suficiente como para hablarlo e invitarlo a una primera cita. Llevarlo a un local de helados había sido lo más cliché que se le pudo haber ocurrido, pero también agradecía haberlo hecho, pues Armin esa vez le había dejado su número de teléfono para mantenerse en contacto. Y así fue como su relación comenzó.

Los dos congeniaron a la perfección. Reiner era protector, y Armin, en esa época, necesitaba ser protegido. Por primera vez, Reiner encontró a una persona que puso en duda lo que sería de su futuro y de lo que quería en él. El rubio mayor estaba seguro de que lo único que necesitaba para toda la vida era estar en los brazos del que después de un duro trabajo de cortejo, se convirtió en su novio.

Sin embargo, la historia color de rosas no duró por mucho tiempo. Cuando Reiner estaba avanzado en sus estudios universitarios, encontró un trabajo que le dejaba en grandes cantidades aquello que anhelaba grandemente en el fondo de su corazón; dinero. Junto a uno de sus compañeros, se enlistaron en una empresa que trabajaba ilegalmente con drogas, tráfico de armas, estafas y un sin fin de cosas más. En pocas palabras, se aventaron en picada hacia las garras de la mafia japonesa. Ambos chicos eran jóvenes y no les importó jalar el gatillo un par de veces con tal de obtener su paga.

Una de tantas veces, Armin decidió que sería buena idea darle una sorpresa a su novio y llevarle la cena a su departamento. Se sorprendió al notar que el seguro estaba puesto, pero él tenía una llave y si Reiner no se encontraba en casa, lo esperaría. Se adentró en el que consideraba también su hogar y antes de que dejara las bolsas de compras en alguna mesa, un grito desgarrador se escuchó por todo el lugar. Colocó todo en el comedor y se dispuso a buscar por el departamento en caso de que hubiese alguien más, pero lo que se encontró le dejó helada la sangre.

Estoy Yo [Ereri] ||Mpreg||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora