11.

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Eren Jeager era conocido en la universidad como un chico malo, ese que se saltaba las clases, contestaba a los profesores y podía romper el corazón de tanta persona quería. Muchos sabían que era hijo de un respetable y conocido doctor, único en su segundo matrimonio por lo que tenía todo lo que deseaba.

Pero lo que pocos sabían era la infancia tan difícil que el castañito tuvo que pasar, soportando insultos de una mujer que ni siquiera conocía cuando era pequeño, la cual supo años más tarde, era la madre de su hermano mayor.

Eren amaba a Zeke, y en su infancia, siempre se preguntó por qué aquel niño que le compartía de sus dulces a escondidas en el parque y que lo defendía de aquellos que le hacían maldades no vivía con ellos.

Amaba los fines de semana en que Zeke se quedaba a dormir en su casa. Solían jugar, hacer mucho ruido y comer los deliciosos postres que la madre de Eren solía prepararles. Y es que Carla siempre recibió de buena manera al primer hijo de Grisha, tratándolo con cariño y cuidando de él como si fuera propio. Nada parecido a los rumores que Dina se esmeraba en compartir con sus amigas, donde Carla Jeager era una arpía roba maridos, que trataba sumamente mal a su lindo retoño.

Después de un tiempo, Eren dejó de ver a aquel rubio por su hogar; cuando su padre lo llevaba al parque, ya no se desviaban hacia aquella casa de la cual el niño salía corriendo para subirse al auto y comer dulces junto a él. Simplemente desapareció.

Conforme fue creciendo, se dio cuenta de que la vida no era color de rosas como muchas veces su madre le había dicho. Hay personas malas, que te hieren sin conocerte, que te lastiman aún cuando tú no haces más que entregar todo de ti por ver la felicidad en sus rostros. El joven castaño lo aprendió de la peor manera.

Fue así, que en una ocasión, por necesidad y por querer venganza, adquirió un trabajo –si es que se le podía llamar así– para nada decente. Con uno de sus amigos de la universidad que al igual que él era hijo único, decidieron entrar a un ambiente donde unos simples jóvenes no tenían nada que dar, sin embargo, se adaptaron al ritmo de una manera rápida, realizando todo lo que se les pedía sin objetar nada sobre cualquier cosa.

Ser miembro de la mafia de Japón les dejaba buenas ganancias a ambos. Tanto Reiner como Eren podían disfrutar de lo que obtenían como recompensa; bastante dinero y mujeres u hombres para cuándo quisieran. No les importó tener que deshacerse de varios cuerpos, jalar el gatillo o estafar a varios empresarios ricos con tal de que al final recibieran su paga. Todo eso cambió cuando la madre del castaño enfermó.

Aquel juego en el que ambos jóvenes se metieron no duró tanto como ellos pensaron que lo haría, se dijeron que los dos estarían juntos pasara lo que pasara, pero en aquel momento cuando a Carla le detectaron un cáncer terminal, todo lo que Eren se había armado en la mente se esfumó. Le comentó a su amigo y este le dijo que si pensaba dejar todo en lo que se habían envuelto debía consultarlo con el jefe, y así tenía planeado hacerlo.

Era cerca de la una de la madrugada cuando varias personas entraron al departamento en el que solía vivir haciendo el menor ruido posible. Lo sacaron de su habitación aún solo con el pantalón del pijama puesto y lo subieron a una Van negra. Por supuesto que estaba muriendo de miedo.

Lo llevaron hasta el puerto pesquero, no había nadie ahí más que un lujoso auto de un color negro brillante. A jalones, lo bajaron de la camioneta y lo colocaron frente a una de las ventanillas de aquel auto que lentamente fue bajando hasta dejar ver un rostro joven y alargado.

—¿B-Bertholdt?— preguntó asombrado. Cubriendo su torso desnudo con sus manos, por el frío que había.

—Ni una sola palabra, Jeager.— le dijo. —Me han llegado rumores de que estás queriendo salir del negocio. Si es así, toma esto como la despedida. Te aprecio, Eren, pero si alguien más te busca para hacerte daño, yo ya no podré hacer nada porque ya no estarás bajo mi protección. 

Estoy Yo [Ereri] ||Mpreg||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora