Louis

3.7K 386 181
                                        

Un día te pregunté:

-¿Realmente crees que logremos durar juntos muchos años?

No me contestaste esa vez. ¿Sería por miedo a decir algo y luego que sucedieran otras cosas? ¿O tal vez porque no querías adelantarte a los hechos? Pero, Hazz, miranos ahora. Nos conocíamos desde los quince años. Ahora tú tienes veinticuatro y yo veintiséis. ¿Entiendes eso? Llevamos años de conocernos y sigo sin cansarme de ti.

Te sigo amando con la misma intensidad de siempre. Es increíble como todavía logras hacerme sonrojar, como sigue latiendo mi corazón con fuerza. Es jodidamente maravilloso estar a tu lado y sentirme feliz, completo. No tengo palabras, Harry. Me he quedado sin palabras gracias a ti, ¿entiendes qué tan grave es eso?

Te amo tanto, tanto, demasiado, mucho, me haces feliz y nada duele, disfruto cada minuto a tu lado, sonrío mucho y me desahogo. Pienso en todo contigo y en nada cuando me besas, la mayoría del tiempo tú ocupas mi mente y siento que me derrito y que ardo, siento que necesito más aire, que el oxígeno no es suficiente. Pienso pasar mis días restantes contigo, y sé que tú también planeas eso, quiero tener una familia, amarnos, escuchar la primera palabra de nuestro bebé y llevarlo al kinder por primera vez.

Para después tener otro bebé más, y que sea niña, comprarle miles de vestidos y hacerle peinados lindos, joder Har, ¿te imaginas?

Nos veríamos tan bien.

Pero, bebé, apenas es viernes y apenas estamos comprometidos, apenas estamos comenzando y apenas nos amaremos de verdad.

Un compromiso es algo muy fuerte, pero no más fuerte que lo que sentimos los dos.

Realmente espero que todo suceda bien y logremos estar juntos hasta la muerte. La muerte. ¿No te has puesto a pensar en eso? ¿Qué sucederá cuando muramos? En lo personal no quiero hacerlo; porque eso significaría que tendríamos que acabar con todo y, tal vez, ya no te vería, ni viviría.

Lo que más me gusta de todo esto es vivir, vivir en serio, pero cada vez que pienso en el maldito final me frustro demasiado. No quiero morir Hazz, no quiero hacerlo. Siento que cada vez está más cerca y el tiempo pasa muy rápido. Cuando no estás en casa suelo estar solo sentado en el sofá y escuchando únicamente el reloj hacer tic tac.

Tic tac, tic tac, tic tac.

Es muy desesperante. (Y sé que te había dicho que contigo no le tengo miedo a nada, pero la muerte siempre está ahí.)

Así que cuando llegas a casa, cada viernes (ese con excepción a que ya estamos jodidamente comprometidos por Dios que sí), te digo que deseo ir al supermercado. Así que tú, como siempre, sílbas y te devuelves hacía la puerta, con las llaves del automóvil aun en la mano derecha. Yo me pongo de pie y te sigo a paso lento, tú me dejas pasar y cierras la puerta detrás de ti.

Corro hacía al carro y de alguna forma olvido todo el tema acerca de la maldita muerte y tú corres detrás de mí y antes de que abra la puerta tú me abrazas por atrás y acaricias mi estómago y das un besito en mi mejilla, murmurando que me amas. (Lo tengo que repetir: somos un equipo.)

Después de unas cuantas caricias más estiro mi mano y abro mi puerta, tú me sueltas y das la vuelta al carro y entras en tu lugar.

Cuando entramos pones tu mano derecha en mi muslo y prendes el auto y comienzas a dar. Tienes esa manía de manejar con una sola mano pero, cariño, confío en ti y en que no te distraerás del camino.

Cuando llegamos al estacionamiento sueles dar vueltas y vueltas tratando de encontrar el lugar más cerca a la entrada del súper. Siempre duramos unos seis o siete minutos haciendo eso. Cuando finalmente encuentras el lugar indicado, te estacionas y bajas; yo espero a que te des la vuelta y me abras la puerta, porque esa es nuestra costumbre de siempre.

Nosotros [√]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora