Tu mano sostenía con fuerza la mía cuando íbamos bajando por ese puente de siempre. Tu carita demostrando la felicidad máxima y yo riendo alto. El frío, el aire frío, golpeaba nuestra cara y miles de escalofríos corrían por mi cuerpo. Cuando bajábamos de ese puente, te detenías, me soltabas la mano y me mirabas sonrojado. Sabía lo que pedirías.
-Lo sé, caballito Hazzard -murmuraba con una sonrisa y tú asentías emocionado.
Lo siguiente era que yo te cargaba y te mantenía sobre mi espalda, y de alguna manera reíamos sin parar y sentía, yo sentía, que el tiempo se detenía y que sólo éramos tú y yo; como si los árboles que estaban a nuestro al rededor sólo estuviesen hechos para brindarnos oxígeno a nosotros, como si el sol sólo iluminará para ti y para mi, y era precioso Lou, completamente precioso.
Cuando pasaba el tiempo y llegábamos a un lugar lo suficientemente cómodo para nosotros dos, nos tirábamos en el césped y tú siempre te subías encima mío. Dios, ¿recuerdas cuando encontramos este lugar? Fue en una de esas veces que tú tenías ganas de darme una sorpresa, pero como el pequeño tonto que eres, terminaste perdiéndote en el camino y para cuando me destapaste los ojos quitándome esa banda, me miraste con tus ojos cristalizados y con un puchero en tus labios, diciendo:
-Nos hemos perdido.
Recuerdo que casi llorabas porque te sentiste mal y, ugh, amaba que fueras tan sensible. Entonces, al final te dije que no te preocuparas, así que te cambié el asiento y tú te sentaste del lado del copiloto, y no importándome, conducí hasta quién-sabe-dónde.
Había estacionado el auto en algún lugar apartado de la autopista y salimos del mismo. No pasaban más carros, ¿recuerdas? Todo estaba solitario y hacía un frío que te calaba hasta los huesos. En lo personal me sentía como si estuviese en algún vídeo musical.
De lejos estaba ese lugar lleno de césped con árboles en el que nos encontrábamos; desde entonces hemos venido, cada jueves, aquí. Me sigo maravillando porque se siente hermoso estar rodeado de silencio, esperando a que llegue la noche, al aire libre, contigo encima mío, abrazándome.
Me encanta que esto sea así, Lou. Me encantaba que estuviéramos los dos juntos y solos, disfrutando de nada y de todo.
-¿Puedes sentirlo?
Tú siempre tenías que salir con alguno de esos temas sensibles, y no me mal intérpretes, porque tú perfectamente sabías que siempre amé que fueras así.
Tu cabeza siempre recargada en la zona de mi corazón, yo acariciando tu cabello con un poco de la luz del sol calándome en la cara, confundido por tu repentina pregunta.
Joder Lou, siempre me atrapabas desprevenido.
-¿Qué?
Aunque ya sabía que comenzarías a hablar y hablar y hablar, nunca estaba preparado para escucharte. Era como si necesitara que me preparara mentalmente para oírte hablar de una manera tan correcta. Y sé que lo he dicho millones de veces, pero te amaba, te amo, te amaré siempre, pero siempre, y con la misma intensidad, tus palabras, tu voz, tu maravilloso ser, tú como humano, todo.
-La vida, ¿la puedes sentir? -siempre me sorprendías- Está pasando por aquí, entre nosotros, desapercibida. Y, Harry, no nos damos cuenta.
Con esas simples palabras sabía, siempre, que comenzarías a llorar. Así que antes de que comenzaras a verdaderamente hablar sobre la vida, a vagar sobre cosas que la mayoría de las personas no toman en cuenta o no quieren tomar en cuenta; hacía que nos pusiéramos de pie y en silencio y en cuestión de minutos, llegábamos a uno de los tantos árboles que estaban a nuestro al rededor y hacía que te esperarás hasta que yo tomara asiento y me recargara en el tronco de "eso que nos brinda oxigeno", para que después yo, como siempre, estirara mi mano y tú la cogieras y te sentaras entre mis dos piernas.
Cuando ya recargabas tu espalda sobre mi cuerpo y juntábamos nuestras manos, sabías que era un pase para que tu voz saliera a flote.
-La vida está pasando Harry, está pasando y nosotros no nos percatamos de eso. Imagínate, cuántos niños están naciendo en este momento, cuántas personas están sufriendo de una ruptura y cuántos más están perdiendo a un ser querido -hacías una pausa, pero sabía que no era para que yo te respondiera, tú continuabas-; mientras tú y yo estamos aquí, abrazados, disfrutando. El cielo sigue arriba de nosotros, pero no sabemos cuándo nosotros estaremos allá arriba. O si estaremos abajo. Dios, Hazz, ni siquiera sabemos si realmente todo a nuestro al rededor es real. Si el cielo es real, si el infierno es real. ¿Te das cuenta? No tenemos ni una idea de lo que somos.
Te juro Lou, mi aliento se iba y mi garganta se secaba cuando me decías cosas así.
-No sabemos si realmente existimos. No sabemos si simplemente estamos conectados en un mismo sueño, si el universo es real, no sabemos que existió en el pasado, ni sabemos que podrá suceder en el futuro. No sabemos si vamos a avanzar mundialmente o si llegarán las guerras, no sé si mañana estaré aquí, si tú estarás aquí. No tenemos nada previsto Harry. Pero, ¿sabes? No tengo miedo. No tengo miedo de nada ahora.
Recuerdo que había recargado mi cabeza en el tronco del mismo. Exasperado. No sé si te dabas cuenta de que algunas veces llegabas a ser tan profundo que a mi me asustaba un poco; es decir, no tú, ni yo, sino la vida en general.
-Lo importante es que estamos aquí -siempre me pareció estúpido que mientras tu decías una y mil cosas, yo solo pronunciaba, apenas, nueve palabras y no con mucho sentido.
Tú siempre reías por mis cosas. Porque sabías que yo ni siquiera tenía palabras o argumentos para darte la razón o contradecirte.
-Sí, eso creo.
Pero tú volvías a hablar.
-Lo importante es que nos casaremos. Y adoptaremos miles de niños para hacernos más jóvenes, y viviremos para ellos y serán dos niñas y un niño. Nos mantendremos de alguna forma. Sé que no te asusta el hecho de que esté hablando sobre niños cuando apenas estamos planeando nuestra boda, de hecho, ayer te pedí matrimonio.
Nos casaríamos Lou, adoptaríamos niños, lo que siempre esperé; no tenía miedo de nada.
-Niños, sí -aportaba yo.
Y tú preguntabas algo que ya era obvio; amabas que te confirmaran las cosas ya confirmadas.
-¿Estás 100% seguro?
-100% seguro, Lou.
Así terminaban mis jueves. Aunque, bueno, ese había sido diferente, un poco más diferente a los demás.
Cada día me enamoraba más de ti.
Y wow, lo de las dos niñas y un niño realmente se cumplió.
(Adivina quién lleno de chocolate el sofá.
Hay que educar mejor a tus hijos, Louis. Sobretodo a Leia, que es tan traviesa como tú.
Broma.)
Fin del capítulo cuatro.
![](https://img.wattpad.com/cover/33371985-288-k742682.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Nosotros [√]
FanficTú hoyuelos en las mejillas, yo arrugas en los ojos. © onlythebreave, 2015.