▼Hermanos Cariñosos▼ 3/3
Ni siquiera se molestó en tocar la puerta y directamente entró a la habitación para acercarse a su hermano.
-Zelanda ¿Qué te pasó?- le preguntó bastante preocupado tratando de encontrar la mirada del zelandés, quien se negaba a levantarla.
-Déjame! No me pasa nada...- Le respondió empujando un poco al otro país, mientras secaba las lágrimas que seguían saliendo de sus ojos. No quería que su hermano lo viera llorar así.
-Claro que te pasa algo, estabas llorando.- Le contradijo tomando la mano del menor para que no lo empuje.- ¿Por qué?- siguió insistiendo para saber qué le pasaba.
Las mascotas de ambos países se encontraban arriba de la cama presenciando la discusión que se estaba formando entre ambos oceánicos, ya que ninguno de los dos se atrevían a decir las palabras correctas frente al otro.
-¡No tengo que contarte todo lo que me pasa!- le gritó el zelandés bastante enojado de que después de un día de evitarlo por completo se preocupara como si no hubiera pasado nada.
-¡Eres mi hermano y vives conmigo, solo quiero saber que te pasa! Sabes que no me gusta verte llorar Nueva Zelanda! - Le respondió casi con el mismo tono el australiano.
-¿Qué me pasa a mi? Tu eres el que estuvo actuando raro todo el día!- Le recordó volviendo a empujarlo un poco para que se baje de su cama, seguido de él, y pararse en frente del más alto. -¡ Si tengo que contarte todo solo porque vivo aquí, entonces tal vez mudarme contigo fue una pésima idea!
-¡Tal vez sí lo fue!- le respondió sin pensar el australiano, algo enojado por cómo se estaba comportando.
-¡Bien, entonces mañana volveré a mi territorio!- Afirmó el zelandés apretando los puños sin ver los ojos de Australia, quien suponía que estaba molesto.
-¡Bien por mí!- terminó por gritarle el australiano, dirigiéndose a la puerta que seguí abierta de la habitación, cruzando por ella y dando un portazo que resonó por el pasillo. -Ay! No me muerdas!- le dijo a su mascota tomándola con una de sus manos y sacarla de adentro de su ropa.
Le había clavado sus colmillos en el hombro en forma de castigo por tener esa pésima actitud frente al zelandés.
-Solo... no lo entiendes.- le dijo al reptil en un tono mucho más bajo, para después bajar a la serpiente hasta el piso mientras pasaba una de sus manos por la zona de la mordida, empezando a caminar a otro lugar de la casa.Nueva Zelanda no se acercó a la puerta en toda la tarde, no tenía ganas de ver la cara del australiano por lo que solo se volvió a subir a su cama y se recostó, tratando de no pensar en todo lo que se habían dicho entre ellos.
Las mascotas se volvieron a acercar a su cabeza y sus brazos, recibiendo un abrazo del país y algunas caricias, aunque no estaba de humor para darles tanto amor a sus animales por el momento....
Ya en la cena ambos países se encontraban comiendo en silencio. Nueva Zelanda no había salido de su habitación hasta ese momento, excepto para ir al baño o por algo de beber, mientras que Australia siguió haciendo sus cosas normales, tratando de ignorar lo que había pasado por lo menos hasta que el zelandés se vaya de su casa, aunque siendo sincero que se fuera era lo último que quería.
Ambos querían decir algo, lo que sea para que el ambiente deje de estar tan tenso ya causaba que no podían comer bien, además de que no quería que todo termine así. Era la primera vez que tenían una discusión como esa y realmente no sabían cómo manejarlo para solucionar las cosas, o más bien si sabían, pero no se atrevían a decir lo que pensaban y mucho menos lo que sentían por miedo a ser rechazados.