—Una vez más y habremos terminado —Felix sentía que si hacia un solo movimiento más se le iban a quebrar las piernas, pero las palabras de su profesor, y sobre todo la mirada intimidante de este lo hicieron reflexionar, era mejor terminar de una vez, aunque le pesaran las piernas, a tomar un descanso y luego bailar cinco veces más como castigo.
A l parecer todos sus compañeros pensaron lo mismo, pues finalizaron la rutina sin ningún falló, en cuanto el profesor salió del aula cerró los ojos y un ruido fuerte resonó en el lugar, no tenía que ser un genio para darse cuenta de que todos los demás, incluido él, se habían tirado al piso apenas perdieron de vista al profesor.
Un gemido ahogado de dolor, y falta de este mismo en su espalda al contacto con el suelo le hicieron darse cuenta de que había caído sobre alguien, abrió uno de sus ojos y cuando se encontró un rostro lleno de pecas frente a él los volvió a cerrar.
—Felix, no puedo respirar.
—Yo tampoco, bailar es duro JeonGin, pero hay que hacer sacrificios por las cosas que queremos —respondió el castaño solemnemente mientras escuchaba los pasos de sus compañeros saliendo de la habitación.
—No, tú y tu cabezota no me dejan respirar, ya quítate —balbuceó el menor enojado, pero como estaba tan cansado sonó más como un ruego, por lo que claramente Felix no le hizo ningún caso, así que JeonGin recurrió a girarse de lado dejando que la cabeza del castaño chocara con el piso.
—Podrás tener el cabello azul y parecer un algodón de azúcar, pero tienes el corazón tan duro como una piedra, Yang —murmuró resentido el mayor mientras e levantaba del suelo y se sacudía la ropa.
—Tienes que dejar de ser tan dramático, Lee —rió el menor, mientras Felix recogía sus cosas sin mirarlo, su hyung a veces se comportaba como un niño, pero lejos de desagradarle le causaba ternura, y como todo niño era fácil de comprar—. Escuche que abrieron una cafetería frente a la academia, planeaba que fuéramos a comer algo dulce, pero si estás tan enojado supongo que será otro día-
Ni siquiera había terminado su frase cuando Felix lo estaba arrastrando fuera de la habitación.
—¡Espera! Tengo que recoger mis cosas —el castaño bufó, Jeongin siempre era demasiado lento, los únicos en la sala eran ellos dos, y no, por supuesto que no debido a que él mismo no se quisiera levantar del suelo hace un rato.
Salieron de la sala y se despidieron de Han, uno de sus compañeros, quién al parecer iba a empezar su turno en la recepción de la academia.
Al principio le tenían lástima porque creían que Han no tenía como pagar las clases y por eso trabajaba allí, hasta que el chico alto les contó que en realidad su tía era la dueña de la academia y él le ayudaba a veces, siempre por decisión propia, lo cual también era muy amable de su parte.
—¿Eso estaba ahí esta mañana? No recuerdo haberlo visto —murmuró pensativo Felix mientras esperaban que el semáforo se pusiera en rojo para cruzar la calle.
—No me sorprende. Te quedas dormido, te levantas asustado por llegar tarde y corres como si tu vida dependiera de ello sin mirar a nada ni nadie —explicó el peliazul tomando su mano cuando los autos empezaron a detenerse y ellos pudieron cruzar.
—Eso tiene sentido —concordó el castaño observando la fachada de la cafetería, madera, luces y plantas, no había mucho color a la vista y eso lo decepcionó un poco, al menos se veía acogedor.
El interior estaba decorado con luces de colores, Felix sonrió contento, el resto del lugar era parecido a la fachada, pero como había sospechado, el lugar era realmente cómodo y acogedor. No había mucha gente, por lo que Jeongin y él se miraron al mismo tiempo luego de echar un vistazo y descubrir que además de mesas normales había sillones, ninguno dijo una palabra, pero ambos se dirigieron al lugar. Cosas de mejores amigos.
En cuanto su trasero tocó el suave material del sillón se desparramó sobre el como si de una estrella de mar se tratara, estaba demasiado cansado como para importarle ser educado en ese momento.
—Bienvenidos, ¿Qué puedo ofrecerles? —un chico de mejillas grandes y sonrisa brillante se acercó a atenderlos.
—Quiero una Coca-Cola y una cheesecake, por favor —se adelantó el menor.
—Que buen gusto —respondió el mesero de buen humor mientras anotaba el pedido.
—Yo quiero un cupckae de chocolate con cobertura de chispitas y un café tan negro como el alma de Jeongin —dijo Felix cerrando los ojos otra vez, no tenía que mirar a su mejor amigo para saber que estaba rodando los ojos ante su último comentario.
—No sé quién es Jeongin, pero Hyunjin se asegurará de que el café esté tan negro como su ropa, volveré con sus pedidos en unos minutos —los bailarines se miraron entre ellos sin entender a que se refería el chico, pero este se había ido así que no podían preguntarle.
—Oh, ahora lo entiendo —el castaño giró su cabeza hacia donde Jeongin miraba y lo primero que vio fue negro: cabello negro, camisa negra, y aunque la barra impedía que Felix viera algo más y el chico estaba de espaldas, apostaría a que el chico usaba pantalones negros también, el mesero que los había atendido estaba del otro lado de la barra presumiblemente indicándole al barista sus pedidos.
Ahora entendía porque el de mejillas gorditas había dicho aquello, el tal Hyunjin realmente parecía una bolita de color negra, a Felix no le gustaba ese color, pero las trencitas en el cabello del chico le daban demasiada ternura.
De pronto el chico se giró para ver al mesero y Felix se sintió desmayar, el chico parecía un poco mayor que Jeongin y él. Era guapo, demasiado guapo, pero demasiado serio Felix frunció el ceño inconscientemente, pero casi al instante su corazón se detuvo un poco, el chico rió por algo que el de mejillas gorditas le había dicho, sus ojitos se volvieron dos líneas y hoyuelos aparecieron en sus mejillas, Felix podía escuchar a los ángeles cantar y una luz iluminar al chico. Bueno, quizás exageraba, pero lo que una sonrisa le hacía a ese rostro no podía ser de este mundo.
Se giró hacia su amigo para ver si este había notado al glorioso ser frente a ellos, pero Jeongin parecía bastante ocupado en su teléfono.
Felix volvió a mirar hacia la barra, el chico guapo estaba serio otra vez, al castaño no le gustaba eso, el barista poseía la sonrisa más linda que Felix había visto en sus diecinueve años de vida, quería verla otra vez, en realidad quería verla muchas veces, y si podía hacer que una de esas sonrisas estuviera dirigida a él, mucho mejor.
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Coffee eyes.
Fiksi PenggemarEl único café que me gusta es el de tus ojos. -Hyunlix. -Romance, fluff. - Adaptación, todos los derechos a @bluecrystalwings