Mentiras continuas

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—¿Cómo que aquí no trabaja? —Binghe gruñó alto, frunció el ceño y estrujó con mortal fuerza su gorra.

—No. —Se limitó a responder el guardia de seguridad.

—Si llegas a verlo dile que necesito hablar con él. —Para Binghe aquello era una burla, sabía que Shen Jiu estaba en casa de Qingyuan, sus celos le habían llevado a ese lugar solo por el mero hecho de creer que ahí estaba para protegerlo.

El guardia se limitó a observar antes de abrir un poco las piernas y retomar su postura de cuidador, ahora que conocía al ex novio del joven Xiao no permitiría que le hicieran daño puesto que para todos era alguien valioso profesionalmente y que lamentablemente se había venido abajo a causa de los sentimientos.

Evitó mirar con desprecio al hombre fornido que se alejaba calle abajo hasta subir a una camioneta para posteriormente marcharse, lo cierto era que ahora el joven Xiao no trabajaba ahí ya que solo acudía en las tardes junto a Shang Qinghua para pasarle el horario de agenda a la nueva secretaria de Yue, hecho aquello el chofer se encargaba de llevar al joven a su departamento.

Así que realmente no había mentido pero tampoco había soltado la preciada información, y eso fue desventaja para un furioso sargento.

Así que con toda su rabia acumulada, acudió a su hogar donde se fue a encerrar como si de un ermitaño se tratara ya que sin Shen Jiu a su lado no había citas ni salidas, tampoco buena comida ni compañía, todo para Binghe se tornaba lentamente color gris y sin motivación, solo tenía en mente a que llegara el quince de agosto para poder acudir al palacio de gobierno, vería a Yue Qingyuan y ahí buscaría a su novio para pedirle tan solo una oportunidad para volver y esta vez hacerlo bien.

Así que con toda su rabia acumulada, acudió a su hogar donde se fue a encerrar como si de un ermitaño se tratara ya que sin Shen Jiu a su lado no había citas ni salidas, tampoco buena comida ni compañía, todo para Binghe se tornaba lentamente colo...

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—Estar aquí observando también es uno de mis pasatiempos.

Shen Jiu se sobresaltó al escuchar la misma voz de aquel hombre larguirucho, alzó el rostro y entrecerró los ojos, después volvió al frente y negó.

Su mente se había sumido en la oscuridad, sentía que ya conocía al hombre que yacía a unos metros de él pero no recordaba exactamente de donde, intentó e incluso se forzó a buscar en sus recuerdos pero fue algo nulo ya que todo se encaminaba directo hacia Binghe.

—Toma. —Mobei Jun se atrevió a acercarse para colocar una lata de soda sobre la arena, cerca de Shen Jiu.

El espía observó el envase y negó, sentía que había algo incorrecto en aquella escena, ¿cómo se atrevían a acercarse a él? ¿Acaso estaba sumergido en una película romántica donde la protagonista termina una relación y casualmente conoce a otro chico más?

¡Él no era así! ¡Él no estaba engañando a Binghe! ¡Él no podía conocer a alguien más por casualidad porque eso era un error que le podía costar caro!

—Lo siento, no puedo. —Se levantó tan rápido como pudo y echó a correr hacia su casa.

Mobei Jun observó asombrado aquella escena, la suave sombra que los envolvía apenas y le permitía observar los pies descalzos deslizarse por la arena hasta llegar a la avenida central donde se calzó unas sandalias con rapidez para seguir corriendo.

The sniper «BingJiu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora