𝐔𝐍 𝐂Ó𝐂𝐓𝐄𝐋 𝐌Á𝐒

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Jungkook es el tipo de hombre que le gusta acabar con lo que a empezado. Nunca se le escapaba nada.

Estaba fumando un cigarrillo en su balcón, inclinado y recargando sus brazos sobre el barandal mientras la brisa fría golpeaba su rostro. No podía oponerse en soportar el mal clima porque las quejas exigentes de la sirvienta eran constantes con eso de dejar cenizas sobre la alfombra y el impregnado olor a tabaco en la habitación.

Frunce las cejas y da otra calada cuando regresó esa sensación irritante que su lobo experimentaba, torturándolo, casi asfixiándolo por reaccionar a la viva imagen en su memoria de Jimin siendo por lo general el omega angelical y decente de toda la maldita ciudad. Sonrió incrédulo. Se preguntaba si era consciente de qué estaba dando un paseo por la zona de peligro lleno de alfas y betas hambrientos que para ellos era un festín capturar dulces y angelicales omegas.

Dio otra calada a su cigarrillo. A decir verdad, necesitaba saber qué tipo de chico era precisamente Park Jimin. ¿Del tipo que se rehusa religiosamente pero gusta que le rueguen usando palabras bonitas para así terminar en la cama? O, ¿del tipo que solo se necesita usar mano ruda, palmeando su trasero para tener sexo en los asientos de atrás del auto?

Nunca le agrado la idea de tener sexo en un auto, —sofocante para su gusto— pero si eso se requería para tener al fanatico del sexo en autos lujosos, Park Jimin, podría entonces, hacer excepciones. Rugió, empezaba a odiarse cuando su recién curiosidad por ese deslumbrante omega creció en aumento hasta llegar a tal punto de no dejarlo dormir.

Había pasado una semana y media desde la última vez que lo vio, y pareció que cada maldito día estuvo presente, provocando erecciones espontánea cada vez que se le atravesaba una imagen de cómo luciría siendo un trofeo sobre su escritorio, su cama, su sofá, sobre el tocador. Está mierda se estaba poniendo ridícula... Pasó su mano por su cara con cansancio y tiró de su cabello hacia atrás antes de darle otra última calada a su cigarrillo.

Suspiro impaciente. Probablemente había pasado un tiempo sin algo realmente emocionante como estaba acostumbrado a llevar todos los días porque nada le resultaba placentero. Tuvo sexo solo una vez en toda la semana con el jefe de departamento en las escaleras del séptimo piso, dónde quién se le diera la gana de no usar el ascensor tendría la oportunidad de ver el espectáculo de cómo era follado su menudo jefe. Pero ni siquiera había resultado como lo tenía planeado. Todo lo contrario. En menos de esta semana tenía que buscar alguien más.

Quizá se trataba por el echo de qué, lo que deseaba venía hacía él fácilmente.... necesitaba algo nuevo para empezar.

Aún era temprano y apenas podía verse con claridad una que otra estrella sobre la matiz del cielo azul con pálidas manchas dispersas de un tono más claro. Calculaba que era alrededor de las ocho de la noche y que, por lo que podía ver sería una helada noche. Para su mala suerte, otro día en casa sin nada interesante.

¿Estaba algo realmente mal en él? La ciudad de Seul se consideraba un páramo lleno de numerosos zorras a los que les encanta pasar una ronda de sexo para no pasar solos la noche y sin en cambio, empezaba a sentir que se estaba quedando sin un compañero sexual con quién dormir.

—Quizá es la maldita pubertad de nuevo golpeándome emocionalmente... —se mintió así mismo.

Claro que no era la maldita pubertad, tenía veintitrés años. Era un adulto. Un maldito adulto quisquilloso. Su lobo probablemente tenía doce por ese irrelevante comportamiento cuando se trataba de ese común omega. Rodó los ojos furioso. ¿Común omega? ¿Jimin era un común y simple omega?

Estaba demasiado furioso consigo mismo que ni siquiera se inmutó a reaccionar como lo haría el Jungkook desenfrenado de hace dos semanas atrás. Comenzaba a odiarse, odiarse por estar esperando.... esperando por ese común omega. Frunció ambas cejas.

𝐃É𝐉𝐀𝐌𝐄 𝐏𝐑𝐎𝐁𝐀𝐑𝐓𝐄 | 𝐊𝐎𝐎𝐊𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora