𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐋𝐀𝐒 𝐒𝐎𝐌𝐁𝐑𝐀𝐒

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Solo se vive una vez, pero si lo haces bien, con una vez basta.

Está leyendo en su despacho tranquilamente al sentirse en casa, su hogar siempre fue acogedor y cómodo. Sin embargo, la preocupación abundaba que quemaba al tener en sus dedos el documento que su suegro le envió. Sus pupilas se dilataron al leer la cordial petición de formar parte de la compañía automotriz BMW. Ahogó un jadeo, su suegro no era un tipo que fuese amable y ofrezca puestos de trabajo al azar.

Chasqueó sus dedos suavemente, mirando cómo las coronillas de su porro caían al cenicero. El tic tac del reloj le hizo mirarlo y comprobar que no era lo suficientemente tarde para que alguien en esta casa duerma, pero sin más, hoy su esposa le apeteció dormir. Él había llegado con ganas de cama y por supuesto que su esposa también, pero de otra variedad.

Recordó cómo lo recibió sin ánimos y el cabello desordenado, había interrumpido su caminata hacia las escaleras y solo pudo disculparse con un beso fugas al aire ya que de nuevo, su esposa se negó. Suspiro cansado. Continuó leyendo los documentos con suave música clásica que su toca discos de vinilo reproducía.

Sin embargo, no sabía que él era el único en casa con abstinencia. Y que compartía a su mujer.

Fuera del despacho del señor Damien Benedikt Volkov aún podía escucharse las suaves notas de la canción clásicas casi directamente, con un eco en los rincones de la primera planta. El violín causando violentas y rápidas melodías en contraste con el contrabajo y el arpa podían escuchar los sirvientes. En la segunda planta esa leve canción era absorbida y amortiguada por el sonido de unas embestidas casi violentas en la habitación de la pareja.

El sudor brilla perlada bajo la lámpara del tocador, sus músculos se tensaban arriba de la piel nívea, casi traslúcida, que contrastaba con la del azabache del amante que la penetraba aferrado a su cadera, logrando hundir hasta la raíz su miembro dentro de ella. La expresión agitada y sofocada de la rusa solo hacía elevar su fuerza, apretando entre sus manos su cadera y marcar su propio ritmo, logrando golpear su pelvis con su pubis. Ella solo correspondía con aullidos de placer, gemidos guturales y a las órdenes que su amante le indicaba mientras azotaba sus senos con su mano al ver una pausa por su parte.

Jungkook disfrutaba la vista, ella luchando por complacerlo mientras él estaba acostado observando. La aburrida canción de Beethoven podía escucharla aún, y no le asustaría si se podía escuchar como embestía a esa mujer en la planta baja.

Él había llegado una hora antes que su esposo, dejó su auto estacionado al otro lado de la calle y entró al patio de la casa mientras Raisa lo esperaba recargada en la puerta con un Babydoll sin mangas con abertura alta y encaje. La recibió presionándose contra ella, haciéndole saber lo duro que estaba. Había pasado la hora follandola sobre el tocador, la bañera y sobre el sofá, estaba ansioso por hacerlo algún día en el despacho de su marido.

Cuando escuchó el auto de su marido llegar no se inmutó a dejarla ir, vio que trató de taparse con su sábana y echarlo de su casa pero simplemente no la dejó. Claro que se detuvo para escuchar su llegada, como saludó a su empleada y preguntaba por su mujer, que tenía su mano en su cuello en ese momento. La penetro despacio, escuchando lo húmeda que estaba.

No negó que su corazón se agitó, trato de controlarse cuando imagino que este podría ser un momento con Jimin y que quién acababa de llegar era Taehyung y no el señor Damien. Tampoco se opuso a que Raisa se alejara rápidamente cuando se escuchó a su esposo subir por las escaleras que rápidamente la sirvienta le detuvo el paso dándole una excusa.

Sonrió, su otra pequeña zorra sabía portarse bien.

Y ahora estaba lamiendo los pezones de los grandes senos de Raisa, intentando satisfacerla como premio. Intentando que se corriera y que brotara sobre su sexo empapándolo y a las sabanas, instantáneamente seguir, seguir follandola hasta que ella le suplicara una tregua o que su esposo escuchara y entrara por la puerta.

𝐃É𝐉𝐀𝐌𝐄 𝐏𝐑𝐎𝐁𝐀𝐑𝐓𝐄 | 𝐊𝐎𝐎𝐊𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora