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-bien, tenemos a un chico con claros poderes divinos que ha escapado de un hospital abandonado seguramente dirigido por científicos locos para los que era un conejito de indias- nos miro a todos  -y estoy muy seguro de que esos científicos locos no estarán muy contentos de haber perdido a su querido conejito de indias- Max gesticuló exageradamente -no sabría decir dónde está el problema- ironizó llevándose las manos a la cadera.

Le lance una mirada al chico en el sofá antes de volver a los chicos a mi alrededor
-¿porque estamos aquí exactamente? ¿vamos a debatir si quedárnoslo o no? ¿como si habláramos de un perro callejero?- Izzy, sentada en la encimera, señaló a Alec al ver que este abría la boca para comentar algo sobre lo que acababa de decir -ni se te ocurra- el rubio se cruzó de brazos

-era muy ingeniosa-

-si la mitad de neuronas que usas para idear referencias sexuales las dedicaras a la ciencia seguramente ya hubieras ganado el premio nobel- Evan ladeó la cabeza dándole la razón

-bueno, ¿Qué hacemos?- me relamí

 
-no podemos dejarlo solo, eso está claro, lo buscarán- Max hizo una mueca

-la última vez que hice caso a alguien en una idea que estaba claro que era mala acabé con un mechón de pelo blanco- Izzy bajo la cabeza

-perdón por querer un modelo para demostrar mis dotes- murmuro por lo bajo

-¡me echaste lejía en el pelo!-

-¡era para decolorar!-

-¡casi me derrites la cara!- intente intervenir

-nos estamos desviando del tema, tenemos que decidir que hacer- Alec estaba asomado en la puerta

-oye pues a lo tonto el chaval es guapo- puse los ojos en blanco al ver que nadie me estaba prestando atención y me dirigí a la mesa

-¿que buscas ahora?- cogí la pizza que había sobrado de la cena
-llevará días sin comer, estará muerto de hambre- Evan alzo las cejas
-¡oye! ¡eso era mi desayuno!- Izzy lo miro entrecerrando los ojos
-que desayunes pizza y monster dice mucho de ti ¿sabes?- el pelinegro se mofo

-hablo la del café con cigarros- bufe y me dirigí al salón dejándolos de nuevo discutiendo.

Sonreí cuando me miro levantando la cabeza, como un animal que acaba de escuchar un ruido a su alrededor -¿que? ¿tu súper oído ha captado algo de la conversación?- se encogió de hombros relajándose
-no pienso malgastar energía en una discusión estúpida- le deje el plato sobre la mesa y me senté frente a él en el suelo
-he pensado que tendrías hambre- miro el plato y a mi con desconfianza, Solté el aire por la nariz.

No podía ni imaginar por lo que ese chico había pasado, estaba claro que no iba a confiar en nosotros, apenas lo haría de su propia sombra.

-no lleva nada, lo juro- Alargué la mano y cogí un trozo, habíamos comprado mucho por lo que quedaba una casi entera, le di un muerdo -¿ves?- dudo pero finalmente el hambre ganó a su estado de alerta y comenzó a comer, al principio despacio, después, con mucha más ansia.
Apreté los labios intentando no reír y me levante para dejarle un poco de intimidad.

Al volver a la cocina me miraron
-decidido, nos lo quedamos- los mire extrañada
-hemos estado diez minutos sin que discutiéramos prácticamente nada, me he ido dos, ¿y ya lo habéis decidido?- se miraron entre sí y asintieron -increíble- Alec dio un paso hacia mi

-piénsalo Lyla, ¡es lo que necesitamos!- alce las cejas y me señaló -la que es demasiado buena para enfrentar a quienes se meten con ella y demasiado ingenua para creer que pararan- iba a replicarle pero pasó a señalar a Izzy -la borde que solo habla con sarcasmo- la chica forzó una sonrisa mientras le enseñaba el dedo del medio. Alec la ignoro y paso a Evan -el rico alternativo que odia a sus padres- se señaló a si mismo -el rubio sexy y gracioso-

detrás de los ojos amarillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora