22 de julio de 1868: Sueños.

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22 de julio de 1868: Sueños.

El humo inundaba el cielo, y el azul de este se fundía con el sol del atardecer

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El humo inundaba el cielo, y el azul de este se fundía con el sol del atardecer. Las llamas del fuego se disolvían frente a ella, acariciando con sus lenguas la profundidad de las nubes. Bridget sonreía. Sus celestes ojos reflejaban el baile de luces.

La corona de espinas se enterraba en sus sienes, en su cráneo, y las gotas de sangre resbalaban por su pálida piel. Llevaba solo un delgado camisón de lana que dejaba entrever sus pechos.

Pero esta vez no había lágrimas.

La sangre se confundía con ellas.

Se acercó lentamente, sus descalzos pies abrazaban el ardiente suelo recubierto de ceniza. No era la primera. No sería la última. Pero sabía lo que sucedería con su inmortal alma.

Baudelaire sonreía sobre la hoguera. Estiraba su mano, pretendiendo tomar la de Bridget, tan pequeña. Tan poderosa como lo era la misma joven.

Sus dedos acariciaron los fríos de la mujer y está la asió contra ella.

Las cuerdas de piel apretaron sus muslos, sus pechos y su cuello, reteniendo su cuerpo contra los robles amontonados en forma de cruz.

-Ha llegado la hora de pagar por tus crímenes. -su esquelética voz inundó la cabeza de Bridget, quien no se atrevía a mirarla a los ojos. Estaba perdida, mirando el firmamento que lentamente descendía. Las estrellas ya se dejaban entrever.

-Mi único crimen fue nacer.

-Espero que aprendas de tus errores. -la chica intentó con todas sus fuerzas no ser grosera. Si insultaba a la mujer dejaría mostrar que le dolía lo que estaba ocurriendo. Tenía la esperanza de que sus chicos llegaran a salvarla, de nuevo. Pero sabía, en el fondo de su alma, que los chicos no llegarían. Estaba sola frente a una marabunta de humanos corrientes.

El humo inundaba sus fosas nasales y le hacían lagrimear los ojos. No podía utilizar su magia, la habían intoxicado con pastillas mundanas.

Por el rabillo del ojo vio a la mujer acercar la antorcha hacia los robles y hacia las cuerdas que la mantenían sujeta a su destino.

Fue entonces cuando se atrevió a mirarla a los ojos.

-Saludaré a tu Dios, de tu parte le diré que se vaya a la mierda. -Bridget sonrió y Baudelaire se tornó color escarlata. La antorcha cayó de su mano y el fuego inundó su piel. El ardor era un tanto...excitante.

-Despierta bella durmiente. -una voz inundó su cabeza y la trajo de regreso del mundo de los sueños. Abrió los ojos y la claridad del día hizo que sus pupilas se dilataran con dolor. Joyland estaba sobre ella, a horcajadas, y la sacudía de los hombros.

- ¿Qué mierda haces Joyland? -preguntó la chica, empujándolo para apartarlo de ella. Joyland cayó de la cama y se dio de bruces contra el suelo.

-Mierda, creí que estabas muerta. Agradece que me preocupé por ti. -Joyland se arrastró y posó sus antebrazos sobre la cama, acuclillado sobre el suelo. Bridget se sentó en la cama y se frotó la frente.

- ¿Dónde está Demetrie?

-Tiene clase de runas por la mañana. -Joy sonrió.

- ¿Y tú no estudias?

Joyland la miró un momento.

-Aunque no parezca, cielito, soy mayor que tu amiguito. Hace años que me gradué de esta tonta escuela.

- ¿Y qué sigues haciendo aquí?

-Soy el mejor amigo de Demetrie. El chico tiene problemas, no puedo dejarlo solo.

-Vaya, él dice exactamente lo mismo de ti.

- ¿Qué dice de mí? -Joy frunció el ceño y se inclinó hacia Bridget. Los rizos de Joy se amontonaban sobre su cabeza. La luz mortecina de la mañana creaba un halo gris sobre su cabeza.

-Qué te importa.

- ¿Qué dice de mí? -su voz sonaba severa. ¿Qué importaba lo que Demetrie le había dicho sobre el chico? Bridget tragó saliva y lo miró un momento. Descubrió que en realidad no conocía a esos dos chicos. ¿Eran violentos? no lo sabía, pero estaba sola en el mundo. Inclinó la cabeza.

- ¿Importa?

-Maldita sea, Bridget. Dime ya. -Joy se puso en pie y se sentó en la cama. A pesar de la ansiedad que se veía en sus ojos, su voz no era grosera o brusca. ¿Qué era lo que Joyland temía?

-Me habló sobre...sobre la vez que te enamoraste.

Joy apretó la mandíbula, estaba a escasos centímetros del rostro de la chica. Sus ojos no tenían expresión alguna.

- ¿Joy? -Bridget extendió la mano y la posó sobre la del joven. Joy la miró a los ojos.

-No debió hablarte sobre ella.

-No me habló sobre ella. Me estaba explicando sobre las alteraciones del tiempo y las líneas temporales y...

- ¿Te dijo su nombre?

-Joyland, mierda, no me habló sobre ella. Solo me dijo que te enamoraste y te rompieron el corazón.

- ¡No te atrevas a hablar sobre cosas que no entiendes! -gritó Joyland, acercando su rostro al de Bridget. La chica sintió su corazón detenerse un momento.

-Tu vida amorosa me importa un carajo. -susurró Bridget, inclinándose sobre él. No permitiría que ningún imbécil le hablara de aquella forma. -Vete al mierda maldito traumado.

Bridget saltó de la cama y se apartó del chico.

-Eres una perra cruel.

-Y tu un imbécil misógino. -Bridget abrió la puerta y la cerró de golpe.

Joy no se dio cuenta, pero cuando alzó la cabeza y sus ojos encontraron el espejo junto a la cama, las cristalinas lágrimas de sus mejillas le regresaron la luz del día.

Joy no se dio cuenta, pero cuando alzó la cabeza y sus ojos encontraron el espejo junto a la cama, las cristalinas lágrimas de sus mejillas le regresaron la luz del día

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