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El clima de estos días estaba bastante bien, era un buen tiempo como para salir a disfrutar con tus amigos o familiares, pero todo era diferente para 2 personas. Hajime y Chiaki tenían un problema y ese problema se llama Komaeda Nagito.

El albino parecía preocupado y pensativo la mayor parte del tiempo, para los demás podría ser algo normal, pero para ellos dos, luego de 12 años de amistad sabían que algo andaba mal. Estaban preocupados por Komaeda, temían que le haya sucedido algo grave y hoy estaban decididos a hablar con el en el receso.

—Nanami, ¿estás lista? —la pelirosa asintió, y esperaron a Komaeda apareciera por esa puerta.

Pasaron varios minutos y no hubo ninguna señal del albino.

—Oye, ¿tal vez no vendrá?

—Más paciencia, Nanami. —luego de eso esperaron 10 minutos más y nada.

—Vamos a su salón. —Hajime estuvo de acuerdo y salieron del salón.

Llegaron al salón de Komaeda y lo buscaron con la mirada, pero tampoco había rastro de él. Mientras los buscaban un chico con cara de bebé, pero a la vez de gruñón se les acercó.

—¿Buscan a Komaeda? —los chicos asintieron. —Estaba yendo hacia el patio con Kokichi, ¿Sabes, no? el enano de pelos morados.

>>No creo que tenga el derecho de decirle enano a alguien<<

Los chicos le agradecieron y salieron rápido al patio, buscaron hasta que finalmente dieron con el, pero parecía estar ocupado... ¿Espiando a alguien?
Hajime y Chiaki se miraron confundidos, decidieron acercarse en silencio y lentamente hacia el.

—Uhm, ¿Komaeda?

El albino dio un brinco del susto y se volteó rápido.

—O-Oh, eran ustedes. —suspiro.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Hajime.

—Shh. —Komaeda les indico que bajaran su tono de voz. —Kokichi se confesara al chico que le gusta.

Abrieron sus bocas ligeramente dando a entender que estaban sorprendidos.

—Por eso estoy aquí. —sonrió y volvió a espiar.

Las curiosidad les ganó y también se asomaron a ver la escena. Kokichi esperaba parado ahí con una carta en su manos, sus nervios se notaban desde kilómetros, una segunda figura se alcanzó a visualizar y Kokichi se puso rígido.

El segundo chico saludo con una sonrisa a Kokichi, parecían tener una conversación normal hasta que el chico de pelos morados decidió entregar la carta, su cara roja y sus manos temblando los hacían sentir nerviosos. Hajime miró a Komaeda y este parecía estar más nervioso que el mismo chico.

Hajime se maldijo a si mismo, al momento en el que se distrajo con Komaeda se perdió gran parte de la escena y un Kokichi con los ojos llorosos caminaba hacia ellos.

—¿Qué? ¿Que te dijo? —el albino preguntó sujetando las manos del chico.

—E-El—. —cubrió su rostro y soltó un par de lágrimas.

Komaeda lo miró preocupado y se acercó a él abrazándolo.
—Esta bien, está bien. ¿Sabes? Hay muchas más personas en el mundo.

—¿D-De qué hablas? —Kokichi soltó una risita y limpio su rostro.

—¿Eh? —los tres lucían confundidos.

—El dijo que podria darme una oportunidad. —sonrió.—Iremos despacio.

—¿Qué? ¿Entonces por qué llorabas? —preguntó Hajime.

—Solo me dejé llevar por la emoción.

Komaeda frunció el ceño y golpeó la cabeza de su amigo.

—¡Tonto! ¡Estaba a punto de llorar contigo!

—Oh, lo siento, mi vida~. —se acercó a Komaeda e intentó dejar un beso en su cachete.

Inconscientemente Hajime y Chiaki tomaron cada brazo del albino y lo acercaron hacia ellos.

—Bueno, nosotros tenemos cosas que hablar con el. —dijo Nanami.

—Nos los llevamos. —sonrió Hajime, y comenzaron a caminar con una Komaeda confundido entre ellos.

—Oh, uh, adiós, Kokichi. —grito Komaeda.

[🏹♡]

Komaeda esperaba por su amigos fuera del salón mientras jugaba con sus manos, mientras tanto varias personas se despidieron de él, se podría decir que es un poco popular, ¿Y como no? El era una de la personas más lindas de la escuela.

—¿Esperaste mucho? —preguntó Nanami.

—Nop.—sonrió.

La pelirosa sonrió y camino hacia la salida, pero fue parada por el agarré de el albino.

—¿No esperaras a Hinata-kun?

—Oh, cierto. Hinata-kun tiene que quedarse a unas actividades de su club.

—Ooh, entonces vámonos. —sonrió y tomó la mano de Nanami.

Hablaron y rieron juntos todo el camino, Nanami invitó a Komaeda a ir juntos al árcade y el aceptó alegremente.

—Wow, nunca había venido a un árcade. —Komaeda miraba hacia todos lados como un niño pequeño.

—¿Es genial, no? —sonrió en grande.

—¡Demasiado!

Komaeda corría de un lado a otro viendo cada una de las máquinas y una pelirosa siguiéndole por detrás con una sonrisa.

—Ven, vamos a jugar.

Pasaron toda la tarde jugando, y sin darse cuenta ya estaba anocheciendo.

—Aah~ Nanami, ¿cómo eres tan buena en los videojuegos? Perdí en casi todos. —lloriqueo.

—Soy genial. —presumió.

Caminaron de regreso hacia a sus hogares y finalmente tenían que separarse.

—Muchas por todo, Nanami. —sonrió.

—Claro, deberíamos repetirlo.

—¡Si! —tomando su mano la acercó hacia el con un abrazo. — ¿Cómo es posible que te ame tanto?

—¡¿E-Eh? —un sonrojo adorno sus mejillas.

—Mejoras mis días sin intentarlo, gracias. —sonrió.

Se separaron del abrazo y Nanami trato de esconder su rostro colorado, el albino se despidió con una sonrisa y cada uno se fue por su cuenta.
Esta noche Nanami tendrá que tratar de calmar su agitado corazón.

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