La parte de atrás de su cabeza llamó mi atención casi instantáneamente. Se puede decir mucho de una persona por la parte trasera de su cabeza. Se podría decir aún más desde la parte delantera, por supuesto, pero la parte trasera conlleva muchos secretos. Es la única parte del cuerpo que no puedes ver, a no ser que alguien te sostenga un espejo. Es una parte muy pura del cuerpo. Nunca puedes controlar como se ve y tú tampoco puedes verla. Es una de las partes más puras del cuerpo humano.
Tenía el pelo revoltoso. Enredado y grasiento, me recordaba un poco al mío, pero era negro en lugar de rojo neón. Estaba sentado con los hombros caídos, sus codos sobre la mesa. No podía ver dónde estaban sus manos exactamente, pero cada pocos segundos podía ver como las puntas de sus dedos empujaban el pelo tras su oreja, como si estuviera jugando con él.
Parecía estar... Cansado. Cansado y triste y bastante solo.
"¿Le gustaría empezar con un poco de café, señor?"
Miré a la camarera, pestañeando un par de veces sorprendido. No le había escuchado acercarse. "Claro." Ella sonrió y le devolví el gesto. "Gracias."
La camarera se fue y me encontré mirando al chico otra vez. Ahora estaba de pie, mirando a la camarera mientras ella se le acercaba.
"¿Has acabado ya con tu sopa, Frank?"
"Sí, señora," el chico -Frank- dijo tranquilo, dándole rápidamente el bol a la camarera. Yo observaba la escena, analizándo al chico cuidadosamente.
"¿Estás bien? Hoy estás muy callado."
"Estoy bien. Solo cansado."
No conocía al chico, pero sabía que estaba mintiendo. La forma en que sus hombros se curvaban, cansados y desgastados, la forma en que sus dedos temblaban ligeramente mientras que los pasaba por el pelo, otra vez, todo le delataba. Él estaba mucho más que cansado.
"Oh, bueno... Si necesitas algo, házmelo saber."
"Gracias, lo haré."
La camarera se fue, dejándole ahí sentado en un tranquilo y pacífico aire de tristeza. Casi podía sentir la emoción desde donde estaba sentado. Percibía la desesperación y aflicción desde allí.
Dejó escapar un suspiro, volviendo a pasarse la mano por el pelo, retorciendo un par de mechones de su cabello negro y después soltándolos, sin importarle dónde caían.
"Eso es malo para el pelo, ¿sabes?" Comenté, arrugando la nariz.
El chico se giró para mirarme, sorprendido.
Era de mi edad, más o menos, tal vez un año o dos menos, y tenía los ojos más asombrosos que haya visto.
Le di una media sonrisa, agitando mi cabello fuera de mi cara.
"¿Qué?" Preguntó, mirándome.
"Retorcer el pelo no es sano," Expliqué. A veces sentía que sabía demasiado sobre pelo para mi propio bien. Todo lo que era es un montón de mechones de células muertas, de todas formas. "Es como retorcer la rama de una flor."
"Ah." Pestañeó rápidamente. "Em, gracias, supongo."
Le guiñé un ojo sonriendo. "De nada, chico."
Sus ojos se abrieron un poco mientras se giraba hacia su mesa y no pude evitar soltar una pequeña carcajada.
La camarera volvió con mi café, pero antes de que pudiera dejarlo sobre la mesa me levanté. "¿Crees que, tal vez, pueda sentarme con ese chico?" Pregunté tranquilamente, señalando vagamente a Frank.
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Folie à Deux (Frerard) [Español]
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