"Dicen que cuando extrañas a alguien, ellos probablemente estén sintiendo lo mismo, pero no creo que sea posible extrañarme de la misma forma
en que te extraño yo."
-Edna St. Vincent Millay.🌼
Camino con las manos colgando a ambos lados de mi cuerpo hasta la salida del hospital con Kaden y Sam a varios metros atrás, hablando.
Un pie delante del otro, voy mirando los azulejos distraidamente, observándolo todo, un chicle verde pegado en el suelo o la colilla de un cigarro a medio terminar. Levanto la vista cuando veo a un niño pequeño correr junto a mi. Levanto la vista y puedo ver como las enfermeras van de un lado a otro, o como los doctores corren en todas direcciones.
Algunas personas estaban viendo la televisión desde su para nada cómodas camas, mientras sus familiares estaban sentados en la sala de espera tomándose un café o charlando entre ellos.
No me habia percatado del peculiar olor que se asentaba por los pasillos de es hospital.
Desinfectante.
Todo el lugar era color blanco, desde los los techos y paredes hasta las puertas y los azulejos.
No me gustaban, los hospitales. Para mi siempre significaban una cosa segura, la muerte.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo enteró. Odia los hospitales porque el había muerto en uno.
Miro la hora en mi reloj. Llegaba tarde y Luke me iba a matar, no solo eso iba a torturaron hasta que rogara la muerte. Cosa que yo jamás haría, lo que significaba que moriría con dignidad a manos del demente de la espátula.
Tenía pesadillas con esa espátula.
El martes pasado estaba por tomar una rosquilla con la mano descubierta y me golpeó con esa cosa de metal. Le grite porque en verdad me dolió y luego el me volvió a golpear pero en la cabeza.
Esta última semana nos habíamos acercado más, ya no me parecía tan desagradable y molesto como antes. Hasta parecía buena persona, claramente cuando no tenia la espátula cerca.
~Flashback~
-hasta mañana, Demente- me despido limpiando mis manos en mis jeans gastados.
Habíamos cerrado temprano, para poder limpiar e irnos a casa. Estábamos agotados, los fines de semana es cuando más se llena el lugar. Y corremos de un lado a otro, tomando pedidos y llevándolos a las mesas.
-hasta mañana, Enana.
Pongo los ojos en blanco por su odioso apodo hacia mi. Retengo los veinte mil insultos que tengo para decirle en varios idiomas diferentes.
Controlate, solo vete.
Sacudo la cabeza y salgo sin mirar atrás.
-oye.
Me detengo en seco. Me doy la vuelta esperando a que hable. Estaba parado junto a la caja registradora, terminando de limpiar el mostrador. Sus brazos se tensaban cada vez que el trapo hacia círculos pequeños, pero con presión.
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Mi Más Bonita Casualidad [En Pausa]
Teen FictionAdda Miller aprendió a las malas que las personas no son lo que aparentan. A sus 18 años le rompieron el corazón. Con el fin de alejarse de sus problemas y poder cursar su primer año de Universidad, arma las maletas y viaja a Miami, donde viven su...