Capítulo 0; Es difícil ser responsable

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Capítulo 00.
"La responsabilidad viene con la madurez".

-¡Basta, alfa! ¡Por favor! ¡Ya le jure que no robe nada de sus cristales!

Pero continuo el estallido de muebles a miles de astillas y el desgarre de telas.

-¡Señor, se lo ruego, al menos déjele algo a mis hijos! ¡Trabajaré para usted, pero déjelos!

Gritó en llanto la esposa del hombre que trataba de hacerle frente al líder de la gran tribu, ella cargaba un bebé en brazos que gritaba asustado, y de la mano llevaba a un niño de al menos seis años que temblaba detrás de su madre.

-¿Vendrás conmigo?

Pregunto con algo de gracia el hombre de una gran capa celeste que dirigía a los hombres para revolver el hogar de la inculpada por robo de jarrones y reliquias del líder. Esa mujer había negado ser la sirvienta de este, claro, cuando ella poseía un buen campo de cultivo y un esposo trabajador, no aceptaría absurda propuesta, además que de ser sirviente dificultaría cuidar de sus hijos, pero su forma de rechazo fue más que descortés y el líder fue de corta paciencia, entonces es fácil deducir con esto dicho que esto era una treta del líder resentido.

-¿Vienes?

La mujer no respondió, soltó al hijo mayor y dejó en brazos de su esposo al que lloraba sin remedio. Dio un beso en cada rostro y cuando se disponía a dar algunos pasos con la cabeza hundida, un grito furioso rompió la trágica escena.

-¡BASTA!

Un grito ronco y grave con la palabra alargada. La mujer al alzar la mirada vio la espalda inconfundible del revoltoso del pueblo, más ese cabello rubio opaco de su familia hizo saltar su corazón angustiada.

-¡Mira, pedazo de...!

Y quedó cortado en el aire porque apareció un fornido pelirrojo en tropizcones hasta el para ponerse frente al de capa celeste y decir sin aliento "líder, ha habido un error. La mujer aquí es inocente" interrumpiendo a propósito a su amigo.

-hemos encontrado estos sacos en unas madrigueras en el bosque sur, junto había un campamento improvisado de forasteros, debieron robar su palacio, pero huyeron apenas nos notaron.

Invento rápidamente mientras bajaba un gran saco de su espalda y lo desataba en el suelo para mostrar su contenido.

Las joyas brillaron.

-¿Y han dejado que escape? Que verguenza.

Respondió con tono decepcionado. Se moría de ganas por castigarlos por mentirosos y metiches, aunque sabía que ni la mujer ni los dos hombres o siquiera un forastero lo hicieron, en su posición de "ignorante" no tenía una forma de contradecirles, pues quedaría al descubierto.

-Oye muchacho -dijo refiriendo al rubio, haciendo que hirviera de ira con eso- ¿Como se que no han sido ustedes los ladrones?

-¿Como sabe que fue esta mujer?

Respondió con otra pregunta, viéndose sumamente irrespetuoso.

-Encontramos uno de sus collares de marca familiar tirado en la salida de la casa de nuestro señor.

Respondió uno de los hombres bajo órdenes del alfa. El irrespetuoso rápidamente devolvió.

-¿No la mando a llamar para ofrecerle el puesto? Debió caersele ahí

-¿Y ustedes? ¿Seguro no han sido ustedes, Bakugo?

-Mira Gran...

-¡Mi señor, aquí están sus tesoros, le ruego no arme más revuelo! ¡Somos dignas cadenas en la manada!

El Devorador de flores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora