La entrada

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El astro rey comenzaba asomarse por el horizonte, dando la bienvenida a un nuevo día, Lindrel había sido el último en hacer la guardia y se encontraba ya avivando nuevamente el fuego a la par de que una brisa proveniente de la dirección del volcán le hace llegar un distintivo aroma a sulfuro y carne chamuscada, algo que alerta automáticamente a todos los demás quienes se despiertan rápidamente y se levantan.

—¿Olieron eso? —cuestionaba el clérigo alzándose con su martillo de guerra en la mano.

—Si, sulfuro y carne quemada, vienen del este, de la dirección del volcán, debemos ya de estar muy cerca entonces—decía Lindrel,  —Hoy llegamos a la falda del mismo y nos adentraremos en él— observaba a sus compañeros quienes asentían.

—Hay que comer para tener fuerza y energía, siento que hoy será un día muy largo...— decía Dilah Du

Todos comenzaban a comer el desayuno que había sido preparado por Lindrel, estaban nerviosos se podía ver en el rostro de cada uno de ellos.

—¿Cuánto crees que tardaremos? —cuestionaba repentinamente Aline dejando de lado su cuenco.

—En lo que llegamos al volcán y se realiza el ritual, no debería de tomarnos más de un día—decía el clérigo.

—Creen que...— la voz de la elfa se perdía entrecortándose.

Todos la volteaban a ver, no estaba llorando ni nada por el estilo, sólo tenía un visaje lleno de preocupación, permanecía viendo hacia abajo, mientras sostenía con la diestra su frente.

—Es una misión muy peligrosa, el ritual hará que yo este fuera de combate unos momentos, que será el tiempo en el que les pido que me cuiden, ya que si pierdo la concentración durante el conjuro debo de iniciarlo todo nuevamente, algo que no queremos que pase como ya se los había comentado—decía Dilah Du –El rito es para disipar toda la energía negativa del volcán y claro cerrar el portal que permite a estas entidades ir y venir a placer por nuestro mundo—

Todos prestaban atención a lo dicho por el sacerdote de Daldar.

—Lo que me preocupa es que no esté solo aquel pórtico etéreo, sabemos que los diablos no dejan cabos sueltos y mucho menos dejarían algo tan importante como esa entrada sin protección alguna. —se levantaba el humano y caminaba de un lado a otro mientras se agarraba su mentón – Por lo general en las patrullas de protección tienen un diablo del abismo, de dos a tres diablos de hielo, un sabueso infernal, esperemos que sea solamente eso y no haya más sorpresas—

—Ellos son muy cuadrados en ese aspecto de tácticas, siempre usan las que ya tienen predispuestas, les han servido siempre así que no nos preocupemos por eso—decía Lindrel mientras comenzaba a recoger todo para partir.

—En eso tiene razón el arquero, son tan ortodoxos que no buscan implementar cosas nuevas y mucho menos sabiendo que sus estrategias siempre les han servido—decía Adrilar.

—Efectivamente maese paladín, por ese lado podemos idear una forma de escaramuza. De esa manera podríamos derrotarlos sin mayor problema y tratando de no alertar a los demás diablos presentes en el volcán, sería rápido y certero el ataque. —decía Leira.

—Efectivamente, esa sería la forma más adecuada para atacar—concordaba con la ladrona Mealia –Si podemos lograr ese ataque furtivo tendríamos mucha ventaja de nuestro lado, inclusive podríamos salir de ahí sin tener que pelear a gran escala—

—Entonces ¿Qué esperamos? Es hora de partir compañeros—decía la maga mientras se ponía de pie seguida por los demás, recogían sus cosas del campamento y caminaban hacia donde habían dejado a sus corceles.

Una historia antes de dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora