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Una semana desde que no se hablaban.

Una semana desde que habían enviado a Nicolay al frente de un ejército camino a Lucko, una ciudad en donde solo existían dos cosas: la guerra y el hambre. Lo que Nick descubrió hace 6 años, tarde o temprano, pasaría factura. Y ese algo se trataba de Alex. Su gemelo, recién descubierto, cabe aclarar.

Una semana en la que Adara se había puesto tan enferma, que sus padres llegaron a necesitar ayuda de un curandero extranjero para dictaminar en la condición en la que se encontraba. Se estaba muriendo.

Sus padres intentaron encontrar algún antídoto para la Omega pero... Solo se calmaría y se recuperaría al lado de su Alfa. Un Alfa que no pensaba regresar hasta culminar su gesta. O al menos, hasta que el festival de la comarca se acercara. Y para eso harían falta dos semanas más.

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Mientras Nickolay intentaba idear un nuevo plan para combatir a uno de los ejércitos de Lucko, Alex trataba de entablar una conversación civilizada con él. Mala idea. El joven Alfa, a sus quince inviernos, ya había liderado varias expediciones por motivos de guerras o exploraciones de terreno bajo presión con mucho éxito, y nunca se había sentido más abrumado.

Atacaremos desde la zona oeste para pillarlos desprevenidos. Las tropas que comanda Zack entrarían por el este, donde tienen los suministros de agua. - hizo una pausa dramática mientras miraba a todos los presentes de la sala de guerra. - Desde ahí iniciaremos con la fase dos del plan: el envenenamiento de todas y cada una de las botellas, garrafas, tanques... De agua que haya por esa zona. A partir de ahí os iréis hasta la carretera Wox y daréis la señal que nos indicará que nos retiremos. Mientras ellos estarán pensando el porqué de nuestra emboscada, nosotros volaremos hasta el campamento a la espera de la fase tres. - Alex lo interrumpió.

- ¿Y qué te hace pensar que habrá una fase tres, hermanito? - dijo con sorna mientras se acercaba a la espera de que el heredero le prestara la atención que, según él, se merecía.

- Fácil. Les he puesto unas gotas del suero para el olfato que me inyectabas para las pruebas físicas del palacio. - comenzó explicando. - Al hacer contacto con el agua, aparte de disolverse y mezclarse bien, hace que el veneno quede sin olor y que un lobo, tanto Alfa como Beta o el que más desarrollados tenga los sentidos, sea incapaz de olfatearlo.

Todos los integrantes de la mesa se miraron antes de atreverse a preguntar. Hiot, el mayor, levantó la mano a la espera de que Nikolay le diera permiso para hablar.

- ¿Sí, Hiot? - preguntó mientras se giraba después de haber guardado todos los planos del campamento enemigo.

- No se nos informó cuáles eran los resultados de mezclar ese veneno tan potente con una sustancia tan agresiva como podría llegar a ser un suero capaz de adormecer su sentido del olfato.

- No os preocupéis. - Señaló mientras se dirigía hacia la puerta de la sala y marcharse antes de lo previsto de la reunión. - Después de cada una de las sustancias que han sido mezcladas en mi organismo a lo largo de los años, puedo asegurar que conozco el resultado de mezclarlas en un cuerpo igual de metabolizado que los lobos y toda una de las causas que podrían provocar en este. - dijo mientras empezaba a sonreír de lado mirando hacia Alex. En ese momento el susodicho se preparó mentalmente para que un grupo de diez dragones, un hada, dos brujas y un ángel le hicieran tantas preguntas que no tuviera tiempo ni de hablar con su gemelo. En ese instante comprendió porque su hermano lo iba a hacer. - Pero Alex estará encantado de responder a todos los enigmas de sus pequeñas cabecitas.

El quinto eslabónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora