LA HORA

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            Me siento sobre el pequeño sofá, con los codos apoyados en las rodillas y hundo mi rostro entre mis manos. El pitido se vuelve ininterrumpido y comienzo a contar los segundos con desesperación.

Uno…

Dos…

Tres…

Cuatro…

Cinco…

 

Un silencio

 

            El sonido del monitor cardiaco vuelve a ser intermitente pero débil, y un suspiro de alivio generalizado se escucha en la habitación. El ritmo de mis latidos comienza a bajar lentamente, pero el miedo no se va. De hecho, el miedo no abandona a ninguno de nosotros. Es la tercera vez en lo que va de la noche que su corazón se detiene.

-         Ella… ella no merece esto – dice Penny entre sollozos contra el pecho de su esposo. Éste la abraza firmemente y trata de mantenerse fuerte por los dos, pero a pesar de eso, puedo ver las lágrimas brillantes en sus ojos. Esta imagen me destruye.

            Durante esas pocas horas en las que pensé que tendría la oportunidad de tener algo con Rachel, nos vi en el futuro. Juntos, felices, divirtiéndonos, tal vez casándonos, con hijos, envejeciendo juntos. Era un buen futuro, y estoy seguro de que lo hubiera disfrutado. Pero ahora ya no importa, porque estamos aquí, esperando que llegue la hora.

            La hora de una chica que aún no cumple sus ansiados dieciocho años. De una chica soñaba con ser una famosa chef, con conocer el mundo y con probar todos los deportes que existan. De una chica que aseguraba que nunca se casaría porque no existía un solo hombre capaz de aguantarse sus locuras….  De una chica con todo el futuro por delante…

           Robert se levanta de la silla que está junto a la cama y corre fuera de la habitación sin dar explicaciones. Está siendo muy duro para él, siempre hizo todo por cuidar de su hermanita, pero no puede protegerla de esto.

            Me dejo caer en esa silla y entrelazo mis dedos con los de ella. Cierro los ojos con fuerza y trato de ignorar a los médicos que revolotean alrededor de los monitores, como molestas polillas sobre la luz, imaginando que sólo estamos los dos y que puedo hacer que despierte.

-         Rachel – susurro. Y, por un instante, se siente único, casi mágico, como si esta bella palabra contuviera todos mis sentimientos por ella.

            Escucho el monitor cardiaco tomar un ritmo más constante y fuerte, y cuando vuelvo a abrir los ojos, uno de los médicos está mirándome.

-         ¿Cómo hiciste eso? – me pregunta

-         ¿Hacer qué?

-         Los latidos, se estabilizaron cuando le hablaste.

-         No pudo haber sido él – lo intercepta el otro doctor con una mirada de reprensión y un tono un tanto desagradable. Entiendo porqué  hace. Es la misma razón por la que ningún médico jamás le dirá al familiar de un paciente: “tenga fe en que sanará” o “rece mucho que eso ayuda”, la misma razón por la que usan frases como: “hacemos lo que podemos” o “las probabilidades no están a su favor”, y la misma razón por la mantienen ese trato tan profesional y distante con cada caso, que los hace parecer desinteresados y un tanto insensibles. Porque no se debe dar expectativas frágiles a una persona, y no se puede prometer lo que no está en nuestras manos.

            Y la vida de Rachel ya no está en sus manos.

           Pero aún sabiendo esto, y aún entendiendo perfectamente su punto, la esperanza comienza abrirse paso dentro de mí de forma silenciosa, y queda arraigada rotundamente con las siguientes palabras del primer doctor.

-         ¿Tú tienes alguna otra teoría?

            Espero una respuesta que destroce mis ilusiones, pero nunca llega. Él médico sólo me observa por un segundo, y no vuelve a decir nada más.

            Pasa un tiempo confuso que se siente terriblemente largo, hasta que sólo sus padres y yo acompañamos a Rachel, entonces Penny vuelve a hablar.

-         Si fuera lo bastante generosa – murmura entre lágrimas – dejaría de desear que se despierte, para sólo querer que esto termine y ella deje de sufrir – da un largo suspiro – Ojalá no fuera tan egoísta.     

            Si, ojalá yo tampoco lo fuera.

            …Pero seguimos aquí, no queriendo que esto ocurra, y aún así, esperando que llegue la hora de una chica que merece seguir viviendo.  

25 Días AntesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora