Requiem

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Querido diario:
310 días.
Mi corazón me ha estado doliendo por trescientos diez días.
¿Puedes creer que ha pasado tanto tiempo?.
Desde aquel día que me rendí y lo dejé todo, no he vuelto a ser la misma.
Traté de distraerme con otras cosas, nada relacionado con la música. Y sentí que moría, me ponía triste y me aburría.
Mis cercanos me preguntan ¿por qué ando de tan mal humor? Y yo no quiero responder, sólo ignoro a todos y me encierro en mi cuarto.
Me pongo a escribir y sólo así, logro descubrir la verdad sobre mí.
Miro mis dedos y las heridas han sanado, como si nada hubiese pasado.

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Era un día como cualquiera. Salí a dar un paseo en coche para salir de la rutina. Pero lo curioso es que no recuerdo quién me llevaba ni hacia dónde nos dirigíamos.
Estábamos dando vueltas y vueltas, y yo todo lo veía borroso. Mis manos comenzaron a sudar porque el coche empezaba a acelerar. Estaba agitada, no podía respirar bien y cuando eso me sucede, es porque algo está por pasar.
Y sí, estaba en lo cierto.
Sólo alcancé a ver de reojo como una camioneta venía sobre mi dirección mientras escuchaba como rechinaban las llantas del auto.

Es impresionante como cambian las cosas en cuestión de segundos.
Como cuando estás por tomar uno de dos caminos diferentes. Porque estás consciente que la decisión que estás por tomar, marcará tu vida para siempre.
Y entonces, cuando ya es demasiado tarde, llega el arrepentimiento.

Había humo y sangre por todos lados.
Ignoraba el dolor que sentía por todo el cuerpo porque lo único que me preocupaba eran mis brazos, mis manos, mis dedos...
Abrí los ojos y la luz del Sol me invadió brutalmente. Así me cayó el veinte y recordé que cuando muriera me tendrían que poner el réquiem de Mozart.
Pero no. Aún no era el momento.
Levanté mis manos hacia el cielo, y grité:
¡AÚN QUIERO SEGUIR TOCANDO EL VIOLÍN!

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Confundida y con lágrimas en los ojos, desperté.
Gracias a Dios, sólo era una pesadilla. Una horrible pesadilla.
Aunque me hizo ver el verdadero deseo que exigía mi alma.
Y eso es tocar el violín por el resto de mi vida.

Querido diario; voy a empezar de nuevo.

Diario de una violinistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora