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— Ya debe de estar saliendo — contestó apenado a su madre, que lo vió con cierto enojo, porque su novio no estaba viniendo y estaba dejando mal a su hijo frente a toda la familia.
— Argentina, se non viene e non ha una buona scusa, dimentica che lo farò entrare in casa mia [Argentina, si no llega a venir y no tiene una buena escusa, olvídate de que lo dejaré entrar a mí hogar] — respondió con molestia, mientras veía fijamente a su hijo. No le estaba agradando mucho ese novio suyo.
— Mamá, me prometió que vendría, confío en que vendrá. Talvez solo se retrasó — intentó mentir, no solo a su mamá, también a él. Porque ya no esperaba que viniera, habían pasado cuatro horas de lo planeado, ya la carne estaba cocinada y estaba a punto de servirse, pero él aún no contestaba su teléfono.— olvídate de eso y vamos a comer que seguro te salió maravilloso, como siempre — sonrió intentando no parecer tan patético y se dirigió hasta la mesa donde estaban todos sus primos.
— ¡Argentina! Que bueno que viniste, rápido ¿Paraguay o yo? — Se acercó su hermano menor, apuntando a su primo, que lo veía con superioridad, posiblemente habían apostado algo.
— ¿Vos? — vió como Paraguay se rió mientras Uruguay tomaba su frente y se iba, exclamando incoherencias. Se acercó a Paraguay y se sentó a su lado.— ¿Que era?
— El que elegías tenía que ir a hacerle un piropo al tío Roma sin recibir un golpe en el proceso — se burló al saber que definitivamente iban a nalgear a Uruguay. Argentina sonrió levemente ante el maquiavélico plan de su primo.
Minutos después, Uruguay volvió sobándose el trasero y tras este venía su tío Roma con el ceño fruncido, llevaba la fuente con la carne asada y comenzó a repartir pasando uno por uno.
Uruguay, enojado, comenzó una pelea de patadas con Paraguay, dándole unas patadas a Argentina de vez en cuando.
Cuando todos terminaron de servirse, esperaron a que estén todos sentados y recién ahí empezaron a comer. Argentina comía en silencio, respondiendo con monosílabos algunas preguntas. Estaba demasiado decepcionado, pero no quería arruinar el ambiente, porqué esa cena ocurria solo una vez al año y era especial, ya que venía absolutamente toda la familia, iban hasta los que vivían fuera del país. Debía disfrutar con ellos ahora que estaban, después tendrá tiempo para llorar en soledad.
Cuando toco levantar la mesa, inmediatamente de paró para ayudar a su tío Roma. Los chicos amaban molestarlo, pero era el tío preferido. Llevaba más de 15 años soltero, porque el amor de su vida había abandonado la tierra hacía tiempo y con ella se llevó todo el amor que podía dar. Con un plus, odia todo tipo de piropos o cortejo, ya que para el, solo existe una persona que se los puede decir, así que no duda en darles una lección a quien de los haga.
Fregaba lo platos mientras el los secaba y los guardaba, hasta que le hablo sin mirarlo.
— Che succede? [¿Que te sucede?] — mantuvo su habitual seriedad de concentración, mientras pasaba el trapo por los platos. Argentina lo miró unos segundos, sorprendido de que el siempre supiera como se sintiera.
— Estoy algo decepcionado — murmuró sin querer que lo escuchen, Roma siguió con su labor mientras hacía un ruido de afirmación.
— È per quel ragazzo che stava arrivando [Es por ese chico que iba a venir] — afirmó, terminando la frase de Argentina, que lo miró sorprendido — non guardarmi così, mi ha detto tua madre, è preoccupata che tu stia passando un periodo difficile. [no me mires así, me lo dijo tu mamá, está preocupada de que lo estés pasando mal.] — aclaró, viendo cómo asentía comprendiendo la situación. Argentina miró sus manos llenas de espuma y pensó un poco antes de volver a hablar.
— Realmente esperaba que está vez cumpliera su palabra, pero creo que ya me acostumbre a qué no lo haga — algo apagado respondió, haciendo que su tío se detuviera y lo mirara con el ceño fruncido, incapaz de creer lo que su sobrino dijo.
— Non conosco la situazione, ma non importa quanto lo ami, se non puoi fidarti di lui, questo ha un solo modo e finiscono tutti per essere infelici [No se la situación, pero no importa cuánto lo ames, si no puedes confiar en él, eso solo tiene un camino y todo terminan infelices] — le enseño una de sus más valiosas lecciones, la misma que le había enseñado su pareja hacía mucho tiempo.
— Tío ¿Cómo era Germania? — preguntó con recelo, tenía miedo de tocar la vena sensible de su tío.
— È stata incredibile, tutto quello che ha fatto non mi ha sorpreso. È difficile da spiegare, ma ogni giorno che mi svegliavo accanto a lui era una nuova avventura [Ella era increíble, todo lo que hacía no me terminaba de sorprender. Es difícil de explicarlo, pero todos los días que despertaba a su lado, eran una nueva aventura] — sonrió levemente, terminando de guardar los platos. Argentina veía aquel brillo en sus ojos que rara vez había visto en el vida y se preguntó si así se veía el, al hablar de USA, o solo se veía su tristeza al no sentirse verdaderamente amado.
Volviendo con todos, algunos hablaban mientras bebían, otros se sentaron a cotillear de sus conocidos y otros, un poco más entretenido, sacaron un masó de cartas y empezaron a jugar un juego con apuestas, al cual su tío no dudo en unirse.
El en cambio, fue a la pieza, dónde sus primos se juntaban para poder hablar y actuar sin limitaciones, también traían de contrabando algunas bebidas algo fuertes que el de negó a tomar.
La madrugada los había alcanzado y algunos ya de iban llendo, otros que vivían más lejos, se quedaron a dormir en las habitaciones restantes, algo apretujados a decir verdad.
Camino hasta la cocina a buscar agua, descalzo y con pijama, mientras verificaba nuevamente si USA había leído sus mensajes.
Su teléfono empezó a vibrar cuando notificaciones de menciones llegaba de su instagram, confundido abrió la publicación y el alma le abandono el cuerpo.
Soltó un jadeo, cubriendo su boca y dejando caer su celular, el estruendo llamó la atención de los restantes en la mesa de apuestas, entre ellos su tío, que no dudo en seguirlo en cuanto corrió al baño.
— Argentina? [¿Argentina?] — llamó a la puerta y abrió en cuanto no recibió contestación, encontrandose con si sobrino sentado en la tapa del inodoro, mientras cubría su rostro con ambas manos, llorando. Se acercó y se agachó frente a él, tomándolo por lo hombros— Argentina Cosa è successo? [Argentina ¿Que sucedió?] — este negó con la cabeza, sin soltar nada más que quejidos dolorosos para el corazón de su tío. Parecía perdido, destrozado, y eso ponía ansioso a Roma.
— Argentina, per favore dimmi cosa c'è che non va in te? [Argentina, Por favor ¿Dime qué te sucede?] — tomó las mejillas de el albiceleste y lo abligo a mirarlo a los ojos, pero las lágrimas no paraban de derramarse.
— El- El con México- ¡Ellos! — con incoherencias intentaba explicarse, pero no necesito mucho para que su tío le entendiera, abrazandole con impotencia de no poder hacer más que eso, pero eso era todo lo que necesitaba Argentina en ese momento, no sentirse solo.
Le debía una disculpa a su difunto cuñado por no poder cuidar bien de su sobrino, como le había prometido.