1/3

235 10 0
                                    

Marfille Lightwood. Mi nombre resonó por toda la plaza del distrito uno, y supe que debía subir al escenario, y que acababa de convertirme en el tributo femenino de ese año, al menos que haya voluntarias, pero no hubo ninguna. Así que hice lo que practique durante estos dieciséis años de vida: levanté la cabeza, me aparte mi cabello rubio de la cara, sonreí, y camine con orgullo hacia el escenario, ya que, iba a llevarle honor a mi distrito. 
Seleccionan como tributo a un chico de mi edad, llamado Jeff. Lo reconozco enseguida, fue compañero mío en la escuela, hasta hacia dos años atrás, cuando el, abandonó el colegio, para solo dedicarse a la academia en la que te preparan para los juegos del hambre. Solíamos ser buenos amigos, pero, podría haber cambiado. 
Los acontecimientos durante los siguientes días pasan demasiado rápido: me despido de mis seres queridos en el edificio de justicia. Nos subimos al tren que nos lleva al capitolio. Me encuentro por primera vez con mis mentores Shinner, una mujer que estaba alcanzando sus treinta años, y con Diam, un hermoso chico que ganó dos años antes, a la edad de diecisiete, de cabello rubio y ojos café oscuros, alto, con un buen físico, y una cambiante, pero perfecta personalidad. Llegamos al capitolio. En el Desfile de carruajes, llevo un vestido lleno de diamantes y piedras preciosas, al igual que el traje de Jeff. El público nos aclama. Vamos al centro de entrenamiento. Como es de esperarse, tenemos las mejores puntuaciones, junto con los del dos y el cuatro. En las entrevistas, hablo sobre lo preparada que estoy y alguna que otra estupidez, la gente me ama.
Suena el gong. Como soy del distrito 1, se supone que soy profesional, y ya está todo arreglado, mi alianza está armada: Stonner y Maryanne –los del distrito dos-, Shack y Valia –del cuatro-, y Jeff y yo, somos los integrantes principales del grupo de tributos profesionales; era lo más obvio; al menos que alguno de nosotros seis fuera un desastre o no tuviera buena puntuación, la alianza ya estaba premeditada, incluso antes de que ser seleccionados en la cosecha, ya se sabe que los tributos de los distritos 1 2 y 4, son profesionales. Claro, que algunos años, el grupo de los profesionales, admite a algún que otro tributo de otro distrito que no sea parte de la alianza original, si es que es realmente bueno y útil en la arena; este año, añadimos a Kara – que es una chica del once, con una fuerza y tamaño sobrenatural, además es muy inteligente, y hace tremendas estrategias; como si fuera poco es buena con los cuchillos- y a Connard - que es del siete, y tiene un increíble manejo de hachas; ni hablar de su tamaño-; así que somos ocho tributos profesionales, corriendo hacia la cornucopia (ya que allí acordamos reunirnos), matando a todo aquel que se cruzase en nuestro camino, con las armas que vamos encontrando por ahí, o sacándoselas a nuestras victimas. Yo particularmente, acabando con el tributo masculino del tres, con el del diez, y con la chica del nueve.
Para el tercer día, quedamos 10, pero hay un percance entre Kara y Connard, ella le arroja un cuchillo, el cual se ensarta en el estomago de Connard, y él, antes de morir, le tira un hacha. Dos cañonazos. Eso quiere decir que el grupo de los profesionales se limita a los seis integrantes originales. En la arena quedamos, los seis profesionales, y dos tributos más. La chica del 6 y el chico del 9. Supongo iremos a cazarlos.
Y tengo razón, primero, encontramos a la chica del nueve, desnutrida, agonizando por ahí. Ella estaba tan mal, que Maryanne –que era la más pequeña de los profesionales, teniendo en cuenta el tamaño-, de una sola patada en la cabeza, la asesina. Por si acaso, yo le inserto un cuchillo en el corazón, unas tres veces. Antes de que clave por segunda vez el arma blanca en el pecho de la chica, suena el cañonazo. Luego, nos separamos para buscar al chico del seis; él, no demostró demasiada fuerza en el entrenamiento, era un chico escuálido. Pero de todos modos, supo cómo mantenerse con vida, haciendo trampas, y cazando con el arco y las flechas que hizo a mano, ya que no parecían lo suficientemente perfectos como para ser de la cornucopia; además, de haberlos sacado de ahí, lo hubiese visto, y asesinado. Nos cuesta bastante hacer que muera: lucha cuerpo a cuerpo con el enorme Shack, pero de todas formas, suena el cañón, y el que cae al piso, es el tributo del cuatro. Quedamos seis. Al ver que el chico del seis mató a nuestro tributo más fuerte –solo usó su inteligencia, y logró que Shack se estrellara contra una puntiaguda rama, que lo atravesó, al insertarse en algo tan pesado, se partió, y Shack cayó muerto al piso- nos dividimos, y algunos corrieron bastante lejos, incluso soltando sus armas, y otros, nos escondimos. Valia, corrió, pero de todas formas, fue alcanzada por el chico del seis. Él la tomó por el cuello, y no la soltó hasta que ella se puso azul, unos minutos después; Valia cayó al piso, casi muerta, cuando el chico del seis, usando el sable que llevaba ella, le cortó la cabeza. Suena de nuevo el cañón Yo, corrí hasta un árbol cercano, y trepé lo más alto que pude, ya estaba a varios metros del suelo. Stonner, salió de quien sabe dónde, y atacó al chico del seis. Como era el segundo profesional más fuerte, no le tomó más de veinte segundos dejarlo azul, luego de tomarlo por el cuello -de una forma más eficaz, de la que le había dado muerte a Valia- , lo tiró al suelo, y luego de patearlo, lo decapitó, tal vez como una venganza por lo de nuestros aliados del cuatro. Ahora solo quedábamos cuatro tributos: Maryanne, Stonner, Jeff, y yo. Y supuse que hasta allí llegaba la alianza. Una vez más, tuve razón.
Stonner cayó al piso, me tardé unos cinco segundos en comprender por qué: Jeff, había encontrado el arco y las flechas del muchacho del seis. Y con ellas, le disparó dos flechas a Stonner, una en la frente, y una en el corazón. No tardó más de diez segundos en sonar el cañonazo.
Jeff y yo, el día anterior a los juegos, hicimos una especie de sub-alianza: si se daba el caso de que al final quedásemos nosotros dos, no íbamos a matarnos mutuamente, sino que nos separaríamos, y moriríamos por causas naturales, por un muto o algo por el estilo.
Desde la cima del árbol, pude presenciar todo: Jeff, soltó todas sus armas, en el momento exacto en que Maryanne empezó a correr hacia él. Jeff permaneció inmóvil, casi sin defenderse, cuando ella, lo decapitó lanzándole un hacha. 
Solamente, quedábamos nosotras dos: Maryanne y yo, yo y Maryanne, para luchar hasta la muerte, hasta que una de nosotras dos fuese coronada vencedora.
Ella miró hacia arriba, y cuando me encontró me arrojó un flechazo, el cual esquivé. Bajé unos metros, y cuando estaba a unos cuatro del piso, salté, literalmente sobre Maryanne, derrumbándola en el piso. No congeniábamos mucho, pero tampoco se puede decir que la odiaba; no había relación, ni amistad, ni nada, con suerte, había una alianza. No dudé en sacar uno de mis cuchillos, cuando lo acerqué al cuello de mi ex aliada, ella me dio un cabezazo y rodó sobre mí. Así estuvimos un largo rato, rodando, invirtiendo posiciones de la asesina de arriba y la victima de abajo, gritando, gimiendo, insultándonos, tirándonos del cabello, por el solo hecho de molestar a la otra, ya que sería más fácil matarnos con las armas que poseíamos. Inserté mi cuchillo en su corazón. A los pocos segundos, sonó el cañón, y una voz, que anunció mi victoria.
Un aerodeslizador, pasó por mí, para sacarme de la arena. Allí me encontré con mis mentores: Shinner y Diam. Desde un principio, hubo una conexión especial entre nosotros (Diam y yo). Pero no fue hasta el tour de la victoria, que ambos supimos que este sentimiento extraño y mutuo, era amor.

Marfille Lightwood, Distrito 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora