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El, generalmente, se escabullía en mi compartimento por las noches, sobretodo, cuando yo gritaba, mientras tenia pesadillas sobre Jeff y Valia, que fueron las únicas dos personas a las que les di importancia en la arena. Diam me decía que todo iba a estar bien, aunque era mentira. Él me sujetaba en sus fuertes brazos, y yo recostaba mi cabeza contra su pecho, y me dormía. Sus ojos marrones, siempre se fijaban en mí, y los míos, en él.
En la aldea de los vencedores, teníamos casas consecutivas. Así que lo veía todo el tiempo. Nos volvimos pareja, una de las más aclamadas en el capitolio. Ambos pasamos a ser mentores, yo sufrí mucho cuando tuve que ser mentora del hermanito de Jeff, más aún pensando que no pude salvar a ninguno de los dos, Diam me calmaba. Así fueron un par de años, claro, además de derrotas, conseguimos sacar dos o tres vencedores. 
Desde que me mudé a la aldea de los vencedores, empecé a recibir llamadas del presidente Snow. Él quería venderme, dijo que la gente me encontraba bonita y deseable, y que me iban a recompensar. Pero no me importaba lujo alguno, además de tener todo lo que pudiese prescindir (y aun más), lo único que me importaba era estar con Diam. Me negué, poco después, mis padres y mi hermano mayor fueron asesinados en su casa, donde encontré una rosa blanca, de Snow. Corrí hasta llegar a la aldea de los vencedores, precisamente, a la casa de Diam. Él me abrió la puerta, con un rostro triste y comprensivo, como adelantándose a lo que le iba a contar. Me dijo que a él también se lo hacían, por eso se ausentaba de vez en vez. Y que debíamos obedecer, o si no, ver morir a los que amamos. Luego de explicarme todo, extendió sus brazos, y yo me lancé hacia ellos. Yo lloraba como loca, refugiada en el lugar más seguro en el que podría estar: entre los brazos de mi amado.

Cuando cumplí mis veintiún años, Diam, me propuso matrimonio. El capitolio estalló de felicidad al enterarse de nuestro compromiso. Hicimos dos ceremonias: una, tradicional, y perfecta, hecha en casa, el distrito 1; y otra, más excesiva y extraña, pero buena, en el capitolio. De repente, las llamadas que nos requerían en el capitolio, cesaron. Vivíamos una vida amplia y feliz. Pocos meses después de contraer matrimonio, los sentí; leves movimientos dentro de mí, producidos por ellos. Al poco tiempo, pude confirmar que Diam y yo, íbamos a ser padres. Otra explosión de alegría en la audiencia del capitolio.
Y de repente, a medida de que ellos crecían dentro de mí, también crecía el miedo: el miedo de perderlos en los juegos. Pero la alegría de consolidar una familia con Diam, era más potente que cualquier miedo.

Meses más tarde, di a luz a dos hermosos bebés: ambos de cabellos rubios (que podrían haber sido heredados o de mí o de Diam), y ojitos celestes (los cuales eran idénticos a los míos), sus sonrisas, brillaban más que cualquier diamante, tenían una hermosa piel paliducha y reluciente de bebés. Al niño lo llamamos Gloss Diam y a la niña Cashmere Sparklight.
De ser por mí, no los entrenaría, ni mandaría a ninguna academia para los juegos, pero Diam me convenció, de que en el caso de que ellos fuesen cosechados, deberían saber cómo sobrevivir. Así que mi marido y yo, les enseñamos todo y más a nuestros niños. Además de esto del combate, y el odio, les enseñamos a ser educados, con eso se ganarían mucho en la vida, y también, les hicimos aprender, que aunque sea por fuera, deberían ser fríos y duros, para que cueste que los hieran emocionalmente. Ambos son excelentes alumnos. Y antes de cumplir seis años, ya sabían técnicas de combate. Nos tenían satisfechos.
Y luego, él fue cosechado.

En realidad, fue así: primero, cosecharon a una pequeña de trece años, que llevaba la belleza clásica del distrito, y una encantadora presencia, y confianza en sí misma. Y luego, llamaron al nombre de Bright Ferls, uno de los mejores amigos de mí Gloss. Mi hijo, se presentó como voluntario, podía ver el sufrimiento en Cashmere. Yo también quise gritar, cuando él subió al escenario y pasó por al lado mío. Según el sorteo, Diam y yo íbamos a ser los mentores, se me hizo tan difícil. No soporté la idea, y rogué para que alguna otra vencedora del uno, me remplace. Milagrosamente aceptaron mi petición, y una de las chicas que saqué vencedora –junto con Diam- se convirtió en la mentora de mi hijo.
En nuestra casa del uno, Cashmere y yo miramos los juegos, con desesperación. Ella, lloraba y gritaba, como nunca lo había hecho; yo había empezado a temer por su salud mental, sobre todo si Gloss no volvía. Mis niños, Gloss y Cashmere, Cashmere y Gloss, que nunca se habían alejado por más de media hora, estaban distanciados, y quien sabría si se volverían a ver. Sólo tenían dieciséis años, no eran más que niñitos, cuando la vida los golpeó de lleno. Mientras Cashmere y yo, estábamos en casa, enloqueciendo y padeciendo, gritando y llorando, consolándonos la una a la otra, pero sin lograrlo realmente, sufriendo la ausencia; había un mundo casi totalmente paralelo, llamado arena, en el cual, mi Gloss, estaba jugándose la vida. Ese año, fue la primera vez que realmente sentí odio por los juegos.
Mientras tanto, en la arena, ya habían empezado a suceder cosas: quedarían unos trece tributos. Gloss era parte de los profesionales, algo parecido a un líder. Aunque tardó un día y medio en sumarse a su grupo. Ese tiempo, estuvo en el bosque, con Prianna, la niña que era su compañera, él, la cuidaba como a una hermanita menor, lo cual era algo extraño, ya que en la cornucopia, acabó sin piedad con tres niños de doce años. Supongo que pensaría en Cashmere. Prianna, fue a buscar algunos frutos para comer, y Gloss la oyó gritar: cuando la alcanzó estaba a punto de ser víctima de los profesionales. Mi hijo los detuvo, recordándoles de que ella también, era una profesional, aunque no era muy fuerte, o buena matando, tenía una gran inteligencia, cosa que los demás profesionales, no. Finalmente, logró que ambos se sumasen al grupo de los profesionales. 
Con la alianza consolidada, fueron cazando a los demás tributos. Quedaban cada vez menos, 6, 5, 4. Gloss. Prianna. Y los del dos. La primera en caer, fue Prianna, con una lanza arrojada por la chica del dos, la cual se ensartó en el estómago de la niña. Cañonazo. Gloss, muy enojado, sin vacilar, decapitó a la del dos, con su espada. Volvió a sonar el cañón. Gloss y el chico del dos, lucharon, golpeándose, hiriéndose con sus armas, la batalla duró como diez minutos. Sonó el ultimo cañonazo, y Cashmere y yo gritamos de alegría al ver que el chico del dos, cayó al suelo, con un cuchillo insertado en el estomago. Una voz anunció que Gloss, mí Gloss, ganó los juegos del hambre.
Gloss y Diam, se fueron en la gira de la victoria, y hasta que ésta terminó, no los vimos, sino por tv. Cuando llamaron a la puerta de casa, Cashmere corrió hacia su hermano, se abrazaron, él la hizo dar vueltas, mientras le pedía que no llore. Yo fui tras ellos y mi marido, al cual besé, luego, fui con mi Gloss, y luego de felicitarlo, todos lo rodeamos, en un fuerte abrazo familiar.

Le asignaron una casa a tres de la nuestra, en la aldea de los vencedores. Así que básicamente, nos veíamos todos los días. Las cosas no podrían ir mejor.
Diam y yo, teníamos un poco de tiempo extra para nosotros dos, Gloss estaba en su casa, pero nos visitaba siempre. Cashmere legalmente vivía con nosotros, pero seguía sin separarse de su hermano por mucho tiempo.

Pero la vida, volvió a burlarse de mí y de mi familia, cuando mi niñita indefensa, mi Cashmere, también fue cosechada. 
Y allí mande todo al diablo.
La hermosa y delicada princesa de ojitos celestes y cabellos rubios, la dulce y leal, la bondadosa, la que ama a su familia, la que es mi hija, cambia por completo, cuando el brillo de los juegos y el capitolio la sega por completo. Se vuelve engreída, y exagerada, pero encuentro rastros de la que era antes, por ejemplo en su entrevista, que aunque va vestida con un lujoso vestido dorado brillante –como si no alcanzara con el ego-, y se comporta como si fuera del capitolio, derrama lagrimas al hablar de su hermano y sus padres.
Ella, en la arena, asesina sin piedad. Queda en el último puñado de sobrevivientes, pero de todas formas, los mata, y poco después, la coronan vencedora. Quiero pensar que es un clon creado por el capitolio, para torturarme, pero no, mi chiquita, dejo de existir cuando subió al tren.
Pero al menos está con vida. No lo había notado, pero somos la primera familia integrada únicamente por vencedores –solo le importa al capitolio-. Aunque sea nos podemos entender, y sabemos lo que pasa, cuando oímos nuestros gritos.
A ella también le llegan llamadas. Pero cuando vuelve, se encierra en la casa de Gloss. Casi nunca la veo en su casa. Prefiere que estemos todos en nuestro verdadero hogar, la casa donde los vi crecer. Imagino cosas malas sobre lo que hacen Gloss y Cashmere, pero, después de todo lo que pasaron, ya sería una basura como persona, de buscar problemas con ellos. Aunque a veces se olvidan de que yo también sobreviví a mis problemas. Pero de todos modos, amo a mis hijos.

Marfille Lightwood, Distrito 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora