3- Reina de la brisa congelada.

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—Oye, caminas como un una tortuga– bromeé para ver la reacción de Astrid

—Cállate o te romperé el hocico, no me gusta el ambiente de este sitio– suspiró mientras observaba los árboles que nos rodeaban

—Si no te conociera, diría que tienes miedo– reí para esparcir el ambiente incomodo– además... Es extraño que este lugar esté acá, Astrid, alguna vez escuchaste mencionar este sitio?— me detuve para descansar un poco

—No lo creo, realmente esto estaba acá desde siempre?– me miró con intriga.

—No lo sé, aunque entre más avanzamos siento que la niebla.....– miré de reojo a Astrid.

—Aumenta, es como si, no quisiera que encontremos el lugar– observó por segundos la niebla.

Al seguir avanzando la niebla se estaba dispersando, pudimos llegar, aunque con un poco de dificultad,el pueblo estaba muy cuidado, había verde, todos sonreían, incluso se podía observar un lugar en el cual se podía patinar sobre hielo.

—Esto es muy, pero muy extraño– sujetó mi brazo para que dejara de avanzar.

—Si... Que materiales ocuparán para mantener el hielo al aire libre?– dije con ingenuidad.

—No sé cómo obtienes notas altas, es más que claro que no son herramientas...— lanzó un pequeño golpe a mi cabeza

—En teoría sí es posible, hielo artificial...– guardé silencio al escuchar un ruido.

Se escuchó una campana, el sonido era algo sombrío, todos los habitantes empezaron a correr, buscando un techo, al terminar el toque de campana, Astrid y yo nos miramos sin poder reaccionar.

—Eso sí fue algo raro– miró a los alrededores.

—Supongo que ahora sí podré decir que no tengo un buen presentimiento– quedé inmóvil esperando lo peor.

De pronto, sopló un aire muy frío, de esos que llegan hasta los huesos, seguido, empezó a llover.

—Genial lo que faltaba– reprochó Astrid.

—Entremos en esa tienda, antes de que sea más fuerte o terminemos con un resfriado– corrimos para evitar empaparnos por completo.

Al entrar habían unos cuantos habitantes, el que estaba en la caja, era un señor mayor, fue en instantes que notó que éramos forasteros, de inmediato se acercó a nosotros.

—Ustedes no son de por aquí verdad?– nos miró de pies a cabeza —Conozco a todos los del pueblo, y nunca eh visto sus caras, como llegaron aquí?– dijo en tono molesto.

—A usted no le importa como llegamos, además estamos de paso– respondió Astrid algo enojada.

—Disculpe a mi hermana, estamos perdidos, nuestro vehículo impactó con el letrero de "Bienvenidos", no causaremos problemas, solo queremos....– no dejo que terminara de hablar cuando tomó una pala.

—Claro que no causarán problemas– sonrió mientras hizo una señal a los que se encontraban ahí.

De pronto, vimos que nos rodeaban con machetes, bates, incluso martillos

—Son demasiados... Además no podemos hacerles daño...– Susurro Astrid esperando que tuviera un plan.

—Nadie saldrá herido, al menos eso intentaré– suspiré hondo para no llenarme de nervios.

Usé mis poderes para entrar en sus mentes y controlarlos, haciendo que dejarán en el suelo sus armas o al menos lo que usarían para atacarnos.

—Ahora nos dirán que está pasando, dónde estamos, quienes son, y porque el miedo a los extranjeros– dije en voz alta esperando respuestas concretas.

ANORMALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora