Tercer capítulo

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PRESENTE

Estoy fuera, en la calle.
Es un día caluroso.

Alec, primo de Emma, se encontraba al lado mío. Estamos sentados en la acera.

Su cigarro se apaga poco a poco entre sus dedos, y él no puede evitar darle otra calada. Larga, áspera y, luego de unos minutos, suelta el humo.

Desde que Emma murió -que fueron bastantes años- Alec no ha vuelto a ser lo mismo.
Ellos dos eran muy cercanos y solíamos salir en las noches de verano para caminar por la ciudad.

Alec comenzó a fumar un año después del accidente, empezó a escapar de todo sea desde sus horarios de educación hasta del laboral, pues trabajaba en una tienda pequeña.

Esperemos que él al menos no resulte muerto.

Hoy saliste. ¿Por qué? —preguntó, y en verdad me tomó sin saber qué responder.

— Supongo que quería salir, sin más —él enarcó una ceja; sabía que mentía—. De acuerdo, estaba esperando a una amiga y estar en mi casa me iba a provocar más nervios.

Alec parecía descontento, como si no terminara de creerme. Y en verdad, ni yo misma me creería— ¿Estás saliendo con una chica?

— ¿Por qué la pregunta? —dije, frunciendo el ceño.

Dio varios toques al cigarro y luego volvió a ponérselo en la boca— Tú no querías a mi prima, tú la amabas.

— ¿Hay una diferencia en eso?

Él rodó los ojos, con agotamiento. Tomó su mano libre y la pasó por su cabello castaño oscuro.

— Cuando estás con una persona que quieres, te hace sentir que estás en tu ciudad favorita. La pasas bien, ríes, eres feliz por unos momentos, y luego vuelves a casa —suspiró, acomodándose en la acera—. Cuando...bueno. Cuando amas a una persona, ésta se vuelve tu hogar, tu lugar seguro. Y estar con esa persona te da tranquilidad y total seguridad. Esa es la diferencia.

Le observé en silencio, seria. Luego de unos minutos, pregunté:

— ¿A mí que me tocó?

Él me miró a los ojos, los suyos tan llamativos como los de su prima— ¿Acaso no es obvio?

— Para mí no, Alec.

Se levantó lentamente, mirando hacia delante. Separó el cigarro de sus labios y lo dejó caer al suelo.

— Buena suerte con la cita, sandía. Si pasa algo, avísame de inmediato.

Sonreí, no para mostrarle que lo haría, sino porque me gustaba su forma de cuidarme. No cualquier familiar hace que te sigas sintiendo seguro luego de que ya no hables con tu amigo.

Alec es una buena persona.
Alec no merece este mal.
Alec, gracias por todo.

***

Miré mi reflejo en el escaparate de una cafetería, solo para asegurarme de haber dejado bien mi pelo.

Si esto estuviera pasando en tiempos mejores, seguramente habríamos entrado y tomado algo, pero desde el momento que todo pasó, la mayoría de las tiendas se habían quedado destruidas.

Ya nadie iba a comprar.
Ya nadie hacía citas.
Ya nadie intentaba enamorarse.

Todo se había convertido en un vaivén de sobrevivir y proteger, y era horrible.

— ¡Hey! —dijo la pequeña cartera mientras se acercaba a mí. Esta vez llevaba un vestido de flores amarillas—. Siento llegar tarde, ¿todo bien?

La historia sin nombreWhere stories live. Discover now