Quinto capítulo

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PRESENTE

Es una mañana fría en la que las nubes estaban escondidas del cielo.
No había demasiado viento, si es que en verdad era como una brisa que acariciaba el rostro y luego se marchaba.

Caminamos por la calle casi desolada, han pasado algunos días desde la noche en que nos encontramos con Julieta. Por lo que volvimos a llamarla para dar un paseo por la ciudad.

Una correntada de aire llega cuando cruzamos la avenida principal, haciendo que tengamos que taparnos con las chaquetas.

— ¿Por qué siempre se me olvida abrigarme? —se queja Monica, mira la chaqueta de Alec y sonríe— Alec, tengo frío.

— No controlo el clima, Monica —interrumpe Alec, haciendo que ella frunza el ceño—. Por ahora.

— ¿Cómo que por ahora? —se une Julieta.

— Le gustan los superhéroes, o algo de eso —dice Monica.

Alec suspira frustrado— ¡Mitología griega, Monica! ¡Mitología griega!

— ¡Pues eso!, es lo mismo al fin y al cabo. Los superhéroes salvan a los mortales con sus grandes poderes y salvan la Tierra, los dioses ayudan a los mortales y cuidan el planeta. Lo mismo.

— Lo mismo —apoyo. Y Alec me mira enfadado.

— ¿Y la mujer maravilla? —interrumpe Julieta.

— Es... —Alec vuelve a suspirar, derrotado—. Es literalmente la hija de Zeus.

— ¡Y otro punto para Monica! —digo mientras aplaudo. Monica hace unas cuantas reverencias mientras ríe.

— Ya ganarás en algún otro momento —dice Monica a Alec—. Si es que mi gran intelectualidad te lo permite.

— Tú tienes de intelectualidad lo que yo tengo de tonto —reprocha Alec.

— No es bueno bajarse el autoestima de esa forma —dice Julieta, y Monica estalla en risas mientras Alec rueda los ojos con enfado.

Esto estaba siendo divertido, pues hacía tiempo que esa felicidad no llegaba ni a la punta de los zapatos de nadie.

Al fin y al cabo somos adolescentes con vidas por delante -poca vida, pero vida-.

***

Aprieto el botón hasta que hace un ligero "clic", luego, corro hasta llegar hasta donde están todos posicionados, haciendo que estos se rían de mis movimientos. Al cabo de unos segundos paran de reír.

— No escucho los pitidos —dice Monica.

— Porque no tiene pitido, tiene flash —explica Alec.

— Pues no veo el flash...¡oh!, ¡ya lo veo! —Monica sonríe y luego de unos segundos ríe.

Todos nos quedamos mirándole extrañados, ella imita mis movimientos en el momento que estaba corriendo hacia ellos y todos volvemos a reír, haciendo que nuestras risas se queden impregnadas en la fotografía.

Monica rodea el trípode con la cámara, viendo en la pequeña pantalla la imagen que ahora estaba iluminada en el artefacto y sonríe.

— ¡Salimos perfectos! —dice—. Menos Alec.

Alec se acomoda el pelo— ¿Salgo mal?

Monica ríe mientras agita la mano— Es broma, es broma. Deja de peinarte que sino se te caerá el pelo.

Alec frunce el ceño, como hace siempre que se ofende y luego se acerca a ella mirando la pantalla.

— Pues salgo mejor que tú.

— ¡Eso es mentira! —niega Monica haciendo que una sonrisa de lado se muestre en el rostro de Alec.

Ellos se llevan muy bien.

Miro a Julieta, quien observa a los dos adolescentes mayores que nosotras discutir sobre quién sale mejor, ella está agarrando mi mano y siento que es cálida.

Quiero seguir así por más tiempo.
Aquí, con ella.

Vivas.

Monica da un leve golpe en la nuca de Alec mientras le reprocha lo cabezota que es, este último se limita a reír.

Hace tiempo que no ríe.
Y me alegro.

Ellos se acercan a nosotras, Monica ve que Julieta me toma la mano, y por ello sonríe.

— ¿Queréis ver la foto? Salís muy bien.

— Mejor que tú seguro —dice Alec, y recibe otro golpe de Monica.

— Lo dicho, ¿queréis verla? —nosotras nos miramos por unos segundos, luego le asentimos a la vez a Monica. Ella sonríe—. Pues ahí tenéis.

Vamos, aún tomadas de la mano, hasta la cámara y miramos la fotografía.

Los colores, nuestras risas, y los rostros iluminados de felicidad hacen que la foto sea perfecta.

— Ojalá nunca desaparezca —dice Julieta en un susurro, y no puedo evitar mirarle.

— ¿Por qué crees que desaparecerá?

Ella me da una mirada perdida, luego intenta sonreír— Por nada, cosas mías.

***

Frunzo el ceño mientras pienso. Él se agota de verme intentarlo.

— De acuerdo, —dice, y sé que no quiere más— haremos otra cosa. Puede que así te salgan mejor las palabras y te acuerdes cómo se decía.

— Creo que voy a morir sin saber latín —digo, y reposo mi cabeza en la mesa.

Estamos en el comedor de la casa de Alec.
Vive en un tipo de piso que queda a algunas calles de mi casa, haciendo que él se vea obligado a ir en bicicleta.

Él da unos toques en mi cabeza, haciendo una leve melodía como si fuera un tambor mientras se queda en silencio, seguramente pensando.

— Yo creo que si te concentras en palabras fijas te saldrá —deja unos segundos la palma de su mano en mi cabeza—. Vale...¿terraza?

Le miro por largos minutos a los ojos y encojo los hombros, él suspira.

— No pasa nada, igualmente es un poco difícil.

Llevo planeando varios años aprender un nuevo idioma, y aunque no sirva para nada, aún así es bonito saber algo nuevo.

A Emma le gustaba el latín, era su lengua favorita y si no hubiera sido por el autobús azul ella seguramente trabajaría en un futuro de traductora.

Siguen dándome miedo los autobuses azules.
Y creo que siempre me darán miedo.

Alec mira por la ventana, se levanta de la silla y me mira.

— ¿Quieres ver una película? —dice, y no puedo evitar sonreír.

Alec está intentándolo, lo sé.
Él odia las películas, y aún así quiere ver una.
Lo está haciendo bien.
Lo está volviendo a intentar.

Me levanto y camino hasta el sofá, me siento y miro la televisión.

— ¿Qué película, Alec?

Notting Hill.

La película favorita de Emma: Notting Hill.

La película que vimos juntas, que vio con Alec, y que debe estar viendo ahora mismo.

¿Allá, en el cielo o donde sea, estarán las películas favoritas de los inmortales que fallecieron?

Editado por: Ministerio Internacional
de Ayuda Contra Catástrofes
Sociopolíticas

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⏰ Last updated: Dec 25, 2021 ⏰

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La historia sin nombreWhere stories live. Discover now