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El fuerte azote de la puerta ocasionó que levantará mi mirada de la pantalla del celular, Johnny entraba con un gesto que dejaba en claro lo harto que estaba de lo que sea que había pasado. Lo mire divertida.
—¿Qué fue está vez? —bufo antes de lanzarse a mi lado en la cama.
—Lo de siempre —respondio sacando su celular de su pantalón, negué rodando los ojos y volviendo mi vista a la pantalla. —¿Sabes algo?
Apague el celular con un bufido, obviamente fingido, y lo mire expectante.
—Tu y yo deberíamos hacerlo.
—¿Qué? —el me miro obvio.
—Que lo hagamos, ya sabes... —entrelazo los dedos de sus manos mirándome con los ojos abiertos.
—¿Sexo? Johnny, te amo pero no tendré sexo contigo solo por lo que Adam diga —solte una carcajada al instante.
—¿Por qué no? Vamos _____, ¿no te atraigo ni un poquito? —acerco su rostro al mío, su nariz rosaba la mía, cualquiera en mi lugar estaría con los nervios a flor de piel, pero no yo.
Me aleje de él, logrando que rodará los ojos.
—No se cual es tu obsesión por eso —pronuncie con un leve movimiento de mi cabeza, sus manos fueron hasta su cabello revolviéndolo, chasqueo su lengua y me miro.
—No lo sé en realidad, además no es una obsesión en si —declaro señalándome con uno de sus dedos, reí, tenía razón, era la primera vez que me proponía eso, y si era sincera sabía que sería la única.
—Solo te están presionando porque saben que nunca lo has hecho, y realmente no necesitas tener sexo, son unos imbéciles, se creerán si les mientes diciéndoles que ya lo hiciste —se volvió a dejar en la cama a mi lado.
—Son imbéciles, si, pero créeme que eso es demasiado obvio —lo mire confundida —Ya sabes, cuando tienes sexo... Hay algo que cambia, como si nuestro cerebro encendiera alguna especie de interruptor —se encogió de hombros, negue divertida volviendo mi vista al techo.
—Bueno, ya llegará tu momento de "encender" —hice las comillas en el aire —ese interruptor, por ahora, solo ignora las estupideces que dicen nuestros amigos —el sonrió de lado antes de asentir.
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—¿Me están diciendo que nunca... ? —negue por décima vez en la noche, riendo de lo borracho que se encontraba Luca —¿Pero como?
—No es como oxígeno, puedes vivir sin el —me apoyo Loren del otro lado, asentí dándole la razón, y tomando un trago de mi jugo de arándanos —Aunque, cuando comienzas ya se vuelve una necesidad —ahora Luca le dio la razón, antes de volver a verme.
