Atrapada

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Estoy despierta, abro mis ojos pero no veo nada, estoy en completa oscuridad y no se donde estoy, solo sé que estoy acostada en una cama... ¡espera! es mi cama.

Lentamente todo comienza a iluminarse y veo mi habitación, pero algo no es normal en ella, la siento distinta, como un lugar en el que no deseo estar mas, me levanto y parezco un zombie andante, tengo problemas para caminar, como si mis piernas estuvieran dormidas, casi como si no hubiera caminado en un buen tiempo.

Noto un silencio sepulcral en casa, casi como si estuviera sola, tal vez mis padres habían salido temprano a trabajar y es que la verdad, esta casa me produce escalofríos.

Me ducho rápidamente y me visto, me acerco a la puerta principal para dirigirme a otro día más de escuela, pero... la puerta no se abre, la jalo, pero no, extrañada busco la llave, está colgada a un lado de la puerta en un pequeño recuerdo que trajimos de un viaje a Parral, inserto la llave en la perilla pero no abre... comienzo a entrar en desesperación, intentó salir por la puerta trasera pero tampoco se abre, voy a las ventanas y no puedo abrirlas. ¡Estoy asustada! ¡tengo miedo!, no se que esta pasando, estoy sola, trato de romper la ventana pero no se rompe, y comienzo a gritar, a gritar de miedo, de desesperación y ansiedad.

De la nada pierdo la nocion del tiempo y cuando me doy cuenta estoy sentada frente a mi laptop en el comedor de la casa, confundida trato de levantarme, pero no puedo, estoy atada a la silla.

Mi celular comienza sonar alertando de mensajes que están llegando, pero parecen eternos, no paran, el sonido parece ir en aumento con cada mensaje que llega, hasta tal punto que mis tímpanos comienzan a sangrar, cierro mis ojos ante tanto ruido... silencio, de la nada hay silencio, la laptop se enciende y muestra una videoconferencia con 26 personas incluida yo, las cámaras estaban encendidas y me permitían ver a chicos jovenes de mi edad, pero no parecían humanos, al menos ahora no, ahora parecían ser cadáveres en vida, la carne podrida caía de sus rostros y se veían algunos huesos en sus brazos, estaba asqueada, pero llegué a pensar que todo era una broma, una muy mala, intente decirles que no era gracioso, pero el micro de la laptop estaba apagado y no podían escucharme, tenía miedo, sentía como todos me veían como un bicho raro, pero no podían entenderme, comencé a llorar.

En ese momento escuche una voz que me hizo dejar de llorar y comencé a creer que todo estaría bien "Cariño, ¿estás bien?", esa era la voz de mi madre, mi amada madre, levanté mi rostro con una sonrisa, sonrisa que se borró en el momento en que la vi, en el que los vi, a ambos, mi madre y mi padre, estaban igual que mis compañeros, parecían cadáveres moviéndose, mamá se acercó hasta mí y pasó su mano huesuda por mi mejilla, dejando un pequeño pedazo de su piel podrida y apestosa que me provocó náuseas, se alejó y comenzó a acercarse a la estufa, fingiendo hacer comida, y mi padre, se había sentado en la mesa leyendo el periodico, se podían ver los cartílagos bajo la carne de sus brazos, ¡Dios! era espantoso.

Mis padres hablaban entre ellos, pero no lograba entender lo que decían, era como si estuvieran hablando en otro idioma, algo que no lograba descifrar.

La laptop se apagó después de lo que pareció una eternidad, tome mi celular para revisar los mensajes, pero estaba apagado, no funcionaba, no entendía el porqué, vi que mi padre se levantaba de la mesa e iba hacía la puerta de salida, le advertí que no se abría, pero pareció no haberme escuchado, no se como, pero el logro abrir la puerta, me sorprendí y corrí para alcanzar a salir de ahí, la puerta estaba casi por completo cerrada, la tome y jale con fuerza, pero se cerró, solté un grito de rabia, ¿cómo es que no había podido abrirla antes? ¿cómo fue que no pude abrirla ahora?

Asomé mi mirada hacía afuera, pero no había nadie, de hecho, el auto estaba hecho una chatarra, mi padre no se veía por ningún lado y todo parecía más vivo que nunca, las plantas eran enormes y algunas ya trataban de entrar a la casa, me aleje aterrorizada, creí que estaba enloqueciendo, retrocedí hasta topar con un espejo en el que ví mi reflejo, estaba igual que los demás, era un cadáver, estaba en descomposición, entonces me di cuenta... no recordaba la última vez que vi a mi novio, la última vez que vi a mis amigos, a mis profesores, compañeros y a mis padres, pero sobre todo no recordaba la última vez que había salido de casa.

... Estaba muerta... todos habíamos muerto encerrados en nuestras casas, ¡por aquel maldito virus!, ahora no me queda nada más que vagar al igual que mis padres, al igual que el resto del mundo...

Relatos De Una Mente DementeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora