—No soy una niña, vine a divertirme no a estar custodiada por dos simios.
—De acuerdo, solo no aceptes nada de nadie sin antes haber visto como lo servían.
—Si, si, ya lo sé.
Asiento, Raúl igual lo hace y bajamos del auto.
No puedo evitar no ver de mal forma a los chicos que se le quedan viendo a mi hermana, no aprobé su vestuario, pero se hizo tonta hasta que llegaron por nosotros y no se cambió.
Espero más adelante no estarla viendo con un idiota bailando pegados, siempre hay manos juguetonas, lo sé perfectamente.
Entramos a la casa, detrás de Celeste.
La música, el humo, las luces, olores para nada agradables inundan mis fosas nasales, solo dos horas de que empezara esto y ya hay un total desastre.
Pierdo de vista a mi hermana, la intento visualizar y Raúl me jala a una esquina donde hay un sillón en forma de "L" y en están sentados muchos chicos, hago una mueca, ni caben todos ahí.
—¡Ey! ¡Ya llegó por quien lloraban!
Raúl saluda a todos, parezco la novia tímida que presenta ante sus amigos, uno que otro rostro se me hace conocido, pero jamás he interactuado con ellos.
—Vamos, denme algo bueno para esta noche. Quiero no saber mañana lo que haré hoy.
Me cruzo de brazos, ninguno tiene buena pinta, son jóvenes metidos en el submundo, idiotas, en vez de desperdiciar su vida de esa manera deberían ponerse a estudiar.
Batalle mucho para que mi amigo dejará esto, según hasta lo que se ya no está metido en todo esto.
—Mira —mueve una bolsita con polvo a centímetros de mi cara, me alejo y niego—. No seas aburrido vamos a divertirnos. De todos modos hoy no vas a casa.
—Eso sonó mal —río, el hace bailecito de cejas y sonríe.
—No dije nada malo, tu conciencia perversa te jugó una mala pasada.
—Ya, dame pues.
Extiendo mi dedo para que eche el polvo, este niega.
—Este polvo no se inhala —su sonrisa traviesa no me gusta—. Vamos por una bebida.
Comienza su trayecto a la mesa repleta de vasos negros y botellas de alcohol.
En el corto camino a la mesa mis ojos viajaron a todas partes, me alivie al encontrar la silueta de Celeste entre los cuerpos de jóvenes bailando.
Está rodeada de chicas, sonrío y vuelvo con mi amigo, justo a tiempo de ver cómo le echa la droga al vaso.
—No mucho, quiero estar consciente. Tengo a alguien que debo cuidar.
Rueda los ojos, retira la bolsita y me entrega el vaso. Miro como este burbujea, ¿Qué mierda me voy a tomar? Nunca he ingerido esto, no me apetece hacerlo.
Mientras Raúl se ocupa con su vaso, simuladamente cambio el mío por otro, pobre el que se tome esa droga altera hormonas.
—¡Chicos! —llega gritando, esta agitada y su frente sudada— ¿Qué hacen? ¡Vamos a bailar!
—Espera, deja me tomo esto ¿Quieres agua? —le pregunto, ella traga en seco y agita sus manos para darse aire.
—Si, por favor.
Mascullo un "bien" y rodeo la mesa hasta las botellas de agua pequeñas. Verifico que este bien cerrada la que agarro, nada raro alrededor de la tapa y regreso.
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Sueño profundo © [✔️]
General Fiction| Historia corta | Max era consciente del mal que hacía, aun así decidió seguir. Dejándose llevar por el deseo carnal e ignorando su moral. Tarde o temprano sus actos inmundos le darían consecuencias graves a su vida y futuro.