Max
Llamo, llamo, el teléfono suena, se cuelga y repito la acción, Celeste no me contesta, no sé nada de ella y mi madre, se que están bien ya que Frank me dijo que las llevo a la casa del bosque, pero no dio mas detalles. Y presiento algo malo.
Hoy es mi graduación, estoy listo, cambiado, perfumado, la toga esta en la escuela.
No me he ido de casa ya que espero a los padres de Raíl, me hablaron diciendo que habían llegado, se supone que no estarían en la graduación de su hijo y esto es sorpresa.
No sé que hacer, los nervios me carcomen.
Tecleo mensajes demás a Celeste, pidiéndole explicaciones. ¿Por qué no me aviso que se iría con madre? ¿Por que no contesta el teléfono? ¿Que paso con el ginecólogo? ¿Si se acuerda que hoy es mi graduación?
Estoy lleno de dudas, mi estomago esta hecho un nudo por los padres de Raúl y este que tampoco se ha comunicado conmigo desde hace tres días.
Quiero vomitar y no he comido nada.
Y para sumarle a mis nervios escucho la puerta principal abrirse, dejo de mover los pies enérgico y me levanto como resorte, abrocho el botón de mi saco, respiro profundo esperando ver a los Señores Dixon.
Pero otra figura se presenta, parpadeo corroborando que no es una ilusión, abro mi boca en sorpresa, me sonríe y corro a él.
—¡Raúl!
Lo rodeo con mis brazos abrigándolo en un abrazo fuerte, desesperado, sintiéndome seguro, feliz, lagrimeo y me separo cuando palmea mi espalda. Lo veo a sus ojos azules, arriba en la ceja izquierda tiene una herida, su pómulo esta morado con verde y el labio inferior reventado, mi sonrisa se borra, el agacha la cabeza y yo frunzo el ceño.
—Pensé que ya no te volvería a ver —masculla y eleva su rostro—. Pero los milagros existen y... subiré a cambiarme rápido. Hoy es el gran día.
Asiento, trota escalera arriba y lo pierdo de vista, me alivia mucho tenerlo conmigo, gracias a Dios que no murió, porque de no haberlo visto hoy tentaba en la idea de suicidarme después de la graduación... sacudo mi cabeza, en momentos de desesperación uno piensa en idioteces.
Y se perfectamente las consecuencias.
—¿Max? ¿Hijo? —giro mi cuello a la puerta, limpio mi rostro y me acerco a recibirlos—. ¿Que haces aquí todavía? —pregunta y señalo el segundo piso—. ¿Raúl no ha bajado? Oh por Dios, cariño vamos.
Agarra a su esposo de la mano y junto con las maletas se van por el pasillo, hola a ustedes también. Miro como se meten al despacho, dejo de ver hacia allá cuando pisadas apresuradas toquetean en los escalones.
—¿Sigues ahí parado? ¡Vámonos, se hace tarde!
Reacciono dando zancadas a la puerta, la abro para él y como lo espere me acaricia la mitad del rostro regalándome una sonrisa perversa. Golpeo su hombro juguetón y se parte en risas.
—Que caballeroso es mi Max.
—Quisieras que fuera tuyo —digo antes de montarme al auto, introduzco las llaves y dejo el teléfono en el portavasos.
—Ay, sí que sí —aprieto la mandíbula para no reír, él hace bailecito de cejas.
Ruedo los ojos y arranco a toda velocidad.
***
—Quien lo diría, ¿No? Al fin después de cuatro años en esta escuela somos criminalistas.
Esbozo una gran sonrisa, lo abrazo por unos segundos y asi con mi brazo sobre sus hombros volvemos a la platica de nuestros familiares.
Algo que noto raro y me desagrada es que Celeste no se ha acercado a mí, se mantiene a lado de madre tomadas de la mano, ni siquiera un abrazo o palabra de felicitación, mira a todas partes menos a mí.
El día de hoy esta hermosa como siempre, su vestido me encanta, en su totalidad es bellísima. Lastima que compartamos sangre. Por un micro segundo cruzamos miradas, sus ojitos no brillan como acostumbro verlos, frunzo el ceño y bajo mi brazo con Raúl haciendo el ademan de acercarme a ella.
A lo que si reacción me toma por sorpresa y preocupación, se aleja de mí, asustada.
—¿Celeste?
—No te acerques por favor.
—¿Qué tienes? —inquiero volviendo a dar otro paso.
—Hijo no te acerques mas.
Mi cabeza va a los ojos de madre, le cuestiono con la mirada y ella me ve triste.
—¿Algún problema señoritas? —pregunta el padre de Raúl.
—No, es que...
—¿Max Decker? —la interrumpe una voz detrás de mi, es de mujer —De la vuelta, Señor.
Ignoro a la voz porque mi hermana pega un grito y rompe en llanto. Madre la rodea junto a la señora Dixon.
¿Qué carajos?
—¿Max? ¿Que hiciste? —la voz de Raúl me hace voltear.
Me sobresalto al ver oficiales a cada lado de una mujer. Abro la boca dispuesto a hablar por la confusión cuando ella hace un gesto y pronuncia unas palabras que me dejan en shock.
—Arrestenlo, Señor Decker queda arrestado por violación a una menor de edad —siento como mis brazos son llevados a mi espalda y escucho a la mujer hablar totalmente aturdido—. Tiene derecho a guardar silencio o todo lo que diga puede ser usado en su contra en un tribunal judicial, tiene derecho a un abogado si no puede pagar uno el tribunal le asignará uno antes del interrogatorio si así lo desea... Llévenselo oficiales.
—Camina muchacho.
Salgo del trance y me resisto para ver a mi madre y Celeste, mascullo un "lo siento" antes de que me sometan llevándome a pasos lentos o así lo sentí yo a la patrulla. Muchos ojos encima de mi, todos los alumnos, sus familiares, Lucia y la que quiero ver esta colapsando por mi culpa.
Entro a la patrulla, ya no veo para afuera sino que agacho mi cabeza, llorando, ¿Qué hice? ¿Como se dio cuenta? ¿Por que lo seguí haciendo? ¿En que mierda estaba pensando?
En efecto no estaba pensando, lo hice tarde, me detuve muy tarde y debo asumir las consecuencias de mis actos insanos.
***
—¿Sabe por qué esta aquí?
Asiento.
—¿Por qué, Max?
—Ultraje sin consentimiento a una menor de edad.
—Eso dije, ahora responde esto... ¿Eres inocente o culpable? —levanto mi cabeza para verla directo.
Mis ojos arden, estoy arrepentido, pero debo hacer lo correcto por mas que deteste la idea de estar encarcelado.
—Me declaro culpable.
—Bien hecho muchacho, haces mi trabajo mas fácil. Anota tu declaración y firma.
Respiro hondo, me inclino a la mesa y anoto la declaración en una hoja, pongo mi nombre completo al final y firmo.
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Sueño profundo © [✔️]
Ficção Geral| Historia corta | Max era consciente del mal que hacía, aun así decidió seguir. Dejándose llevar por el deseo carnal e ignorando su moral. Tarde o temprano sus actos inmundos le darían consecuencias graves a su vida y futuro.