NUEVE

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Un camino hacia ella:

Aaron:

Había momentos en mi vida que deseaba con todas mis ansias desatarme, liberarme y descontrolarme, sin embargo sabía que los resultados de eso no eran nada positivos, la chica que tenía al frente era una clara señal de no cometer aquel locura.

Megan Moretti tenía el desafortunado defecto de ser curiosa, retadora y testaruda, que mis deseos más grandes de someterla se hacían presentes pero cuando la miraba a los ojos surgía un curioso efecto en mi de protección, ella hacia que de alguna manera cambiar mis comportamientos, hacia que yo me viera más real ante ella y eso me preocupaba, no por el hecho de que halla sentimientos, no, porque no los hay, si no porque hacía incrementar mis ganas de jugar con ella. La protegía para que nadie la dañará y la hiciera sufrir, porque mi parte divertida quería que fuera yo el responsable de todo eso y más.

- ¿Qué piensas? - Su voz apenas audible me preguntó. Esa curiosidad te llevara a la destrucción.

- si supieras lo que pienso, te arrepentirías de preguntar. - Frunció el ceño al no entender de qué hablaba.

- Eres tan raro.

- Creo que esa no sería la palabra que usaría. - se encogió de hombros y abrió la boca para recibir el líquido que le haría bien.

- Te lo agradezco. - Asentí divertido porque esas palabras salían forzadas pero sinceras, alguien orgulloso, eh?

Deje el plato de lado y me acerque a ella invadiendo su espacio, se estremeció sin embargo se quedó quieta.

- Creo que debería irme. - dijo con la mirada perdida. Cada gesto que ella hace, me resulta gracioso, con lo que he observado desde que la conocí es que es una chica que vive en una borboja.

- Que tengas una buena noche o lo que queda. - Ella parecía querer decir algo pero se levantó.

- igual Aaron. - ¿Qué es lo que quieres decirme? Ella permaneció de pie mirándome.

El sonido del viento entre las hojas de los árboles era lo único que se escuchaba entre los dos, pero para nada incómodo.

No sé en qué momento mis ojos habían bajado a sus labios entreabiertos. Sabía que ella pensaba lo mismo que yo, no, no eran pensamientos. Los pensamientos te hacían coger conciencia pero lo que pasaba ahora era una atracción impulsiva.

- Adiós. - ella dijo aún mirándome.

- Adiós Megan. - saboree su nombre como la cosa más dulce entre mi boca.

Y ella seguía ahí, sin decidirse a qué hacer, a diferencia de mi, yo si sabía lo que quería hacer, lo llevaba deseando desde el día que probé esos labios que me pedían a gritos que los asaltará y está vez me estaban provocando como a un bocadillo.

- Aaron...

- Megan..

Sin apenas darme cuenta, la tenía a horcajadas encima mío devorándome la boca. Mis manos apretujaron su cintura mientras nos envolvía un deseo patente.

- Si sigues, no podré parar. - Advertí sabiendo que mi entrepierna estaba duro como una roca, ella soltó un quejido y comenzó a restregarse sobre mi moviendo las caderas.

- Joder. - Gruñí y la empuje en la cama quedando encima de ella, devore su cuello repartiendo besos, mordidas, lamidas que la volvían loca. Me presione contra ella para que me sintiera.

- Aaron. - gimió cogiendo el dobladillo de mi camiseta aún insegura. guíe mis manos por debajo de su blusa encontrándome con su piel desnuda. Eso pareció darle más seguridad quitándome la camisa.

Aaron - En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora