🍪Capítulo 10🍪

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MULTIMEDIA|| VESTIMENTA DE MELODY

Grayson había elegido un suéter de color blanco junto con una falda negra y unos calcetines negros hasta el talon que tenían un lindo estampado de gatito. Para los zapatos, eligió unas zapatillas de color blanco de tacón y terminó el atuendo con un reloj negro que no se ve con el sueter puesto. Aunque amaba su gusto por la moda, no podría estar más molesta por el suéter que me picaba que me hizo usar.

—¿Por qué no puedo usar una camiseta?— Resoplé tirando incómodamente del suéter que me picaba el costado.

—Porque hace frío afuera, nena, y no quiero que te enfermes—. Grayson dijo atándose la corbata.

—No me importa, esto es incómodo Grayson—. Lloriqueé pisando fuerte mi pie. Sus ojos se endurecieron mientras caminaba hacia mí.

—El hecho de que no hayas tenido una buena noche de sueño no significa que puedas hacer un berrinche pequeña—. Grayson me recordó mientras arreglaba mi cabello.

—Puedes dormir un poco en el auto, tal vez eso te haga menos el malhumor—. Sugirió mientras tomaba mi mano y me sacaba de la casa hacia el auto. Abrió la puerta del pasajero para mí y me ayudó a entrar, me abrochó el cinturón de seguridad antes de ir al lado del conductor y entrar. El clima estaba frío afuera seguro y en mi cabeza agradecí a Grayson por hacerme usar este suéter, aunque es incómodo.

—Estás haciendo una rabieta—. Resoplé en voz baja rodando los ojos. Seguro que fue una de las respuestas más tontas que había dicho, pero estaba demasiado cansada para ser sarcástica en este momento.

—Muñeca de modales. ¿Qué te ha pasado hoy? Prácticamente estás pidiendo unos azotes—. La curiosa pero severa voz de Grayson me mantuvo en silencio durante un rato. No estaba rogando por unos azotes, eso es ridículo.

Sentí la mano de Grayson en mi muslo, dibujó pequeños círculos con el pulgar, lo cual fue agradable en cierto modo. —Duerme un poco pequeña—.

***

Pasé todo el día en la oficina haciendo pucheros desde que Grayson me despertó de mi siesta en el coche cuando llegamos. Me había resistido, lloriqueado y suplicado, pero nada lo desanimó y él se mantuvo firme en despertarme. Se acercaba el final del día y comenzaba a tener hambre. Fue en parte culpa mía, ya que me volví terca y no acepté la oferta de Grayson de ir al café antes para comer algo y cuando regresó con comida para mí, le dije que no la quería.

Él fue persistente e incluso trató de alimentarme, pero yo no estaba de acuerdo. Miré a Grayson, que estaba sentado en su computadora portátil escribiendo y firmando cosas.

—¿Uhm Grayson?— Susurré.

—Ese no es mi nombre muñeca, inténtalo de nuevo—. Dijo sin siquiera mirarme.

—¿Daddy?— Me moví nerviosamente en mi asiento.

—¿Sí, amor?— Me dio una cálida sonrisa una vez que me miró.

—¿Puedo ir a la máquina expendedora y traerme tal vez un poco de dulces?— Pregunté mordiéndome el labio.

—No.

Esperar no. —Pero soy—. Traté de explicar, pero una vez más me cortaron con un...

—No—. Resoplando, me encorvé en el asiento y me crucé de brazos. De repente surgió una idea en mi cabeza y si no estuviera de tan mal humor, me habría avergonzado de mí misma por siquiera pensar en hacer esto y me hubiera bañado con agua bendita por ser tan pecaminosa.

—¿Hola daddy?— Grité. Grayson me miró una vez más esperando que continuara mi oración. Aproveché eso como una oportunidad y le di el dedo medio. —Amanda me dijo que la gente molesta se merece esto—. Le sonreí dulcemente. No sabía exactamente qué simboliza poner mi dedo medio hacia arriba, pero Amanda me dijo que si alguna vez alguien me molestaba, debería hacerlo.

El rostro de Grayson estaba lleno de ira, casi se puede ver humo saliendo de sus oídos. Sus ojos se volvieron duros en segundos y su postura se volvió rígida. Un evidente ceño se sentó en su rostro mientras mantenía el contacto visual conmigo mientras cerraba su computadora portátil y acechaba hacia mí. Tragando saliva, rápidamente bajé mi dedo junto con mi mano mientras me levantaba también. Me tomó de la mano con fuerza y ​​me sacó de la oficina, del edificio y dentro del auto.

No compartimos palabras entre nosotros en el auto, pero la ira irradiaba de él en oleadas. Sus manos estaban agarrando la rueda con fuerza, sus nudillos comenzaron a ponerse blancos. Puedes detectar su ira a kilómetros de distancia. Yo, por otro lado, estaba aterrorizada, mortificada, petrificada por decir lo mínimo. Mi corazón latía tan rápido que puedo escucharlo en mis propios oídos. Mis manos y piernas tampoco podían dejar de temblar y estaba al borde de las lágrimas. Melody realmente te la has dado a ti mismo esta vez, Felicitaciones tonta y tonta Melody.

Una vez que llegamos a la casa, se desabrochó el cinturón de seguridad y salió del auto. Siguiendo lo que hizo, corrí tras él cuando entró en la casa y dejó la puerta abierta. Cuando entré, su espalda estaba mirando hacia mientras se quitaba la chaqueta y la corbata.

—A la habitación, ahora.

𝐃𝐚𝐝𝐝𝐲|✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora