🍪Capítulo 16🍪

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Durante los días siguientes pasé mi tiempo en casa de Grayson. Le había dicho al orfanato que había encontrado un lugar para vivir y me dijeron que estaba completamente bien ya que tengo 18 años. Por supuesto que me hicieron firmar unos papeles y me explicaron qué era cada uno. Mi resfriado no ha mejorado, pero se lo seguí negando a Daddy. Aunque creo que está empezando a molestarme.

—¡No necesito ir al médico!— Exclamé dentro del baño. Me encerré en el baño para que Daddy no me arrastre al hospital. Tenía miedo de los médicos, eran malos y daban medicamentos repugnantes y, a veces, ¡incluso daban una inyección!

—Nena, si no sales del baño en 5 segundos no dudaré en darte una palmada en el culo rojo y azul—. Daddy amenazó peligrosamente mientras llamaba a la puerta.

Resoplé y mordí mi labio inferior vacilante, preocupada de que él cumpliera con su amenaza. Comenzó a contar hacia atrás mientras yo barajaba contemplando lo que debería hacer. En los últimos dos segundos corrí hacia la puerta y la abrí. 

—No quiero ir al doctor Daddy—. Lloré y tosí mientras me levantaba.

—Lo sé, nena, pero si no te vas, te dolerá aún más la garganta—.

Daddy me hizo callar y frotó mi espalda reconfortante hasta que me calmé. —¿Te gustaría tu peluche y tu chupete, bebé?— Daddy arrulló y asentí tímidamente en el hueco de su cuello. Después de darme mi osito y colocarme el chupete en la boca, se aseguró de mantenerme abrigado cubriéndome el cuello con una bufanda y mis manos con guantes.

—Si eres bueno en los médicos, te recompensaré con algo que quieras—.

La promesa de Daddy me hizo saltar de emoción. Me abrochó el cinturón de seguridad antes de encender el coche y dirigirse al hospital. A medida que nos acercábamos, me sentí inquieta, moviéndome de vez en cuando, lo que hizo que me callara suavemente mientras dibujaba patrones al azar en el dorso de mi mano.

Mi histeria aumentó cuando estacionamos frente al hospital. Chupé con fuerza el chupete y me agarré a mi osito. Las lágrimas me nublaron la vista y papi trató de llamar mi atención.

—¿Serás una buena niña para Daddy, pequeña?— Su voz era suave y calmada. Asentí con la cabeza y lastimosamente traté de secarme la cara con el borde de la manga. Después de que Daddy se aseguró de que me viera presentable, me sacó el chupete de la boca y me desabrochó el cinturón de seguridad.

Sosteniendo su mano, lo seguí cautelosa mente hasta el gran hospital. Mi nariz se arrugó por el olor químico y los murmullos que llenaron mis oídos. —Creo que me siento mejor ahora Daddy, volvamos a casa—. Murmuré tirando de él hacia la salida. Con una mirada furiosa y un fuerte golpe en mi trasero, Daddy me advirtió en silencio que no fuera malcriada.

𝐃𝐚𝐝𝐝𝐲|✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora