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El chico seguía aferrado a su camisa mientras las lentas y lastimosas gotas saladas y cristalinas continuaban su trayecto alrededor del surco de sus mejillas, apretaba con fuerza esa prenda tan insulsa como si su vida dependiese de ello, el cenizo trataba desesperadamente de tranquilizarle, acariciaba su cabello tiernamente y esperaba paciente a que todo aquel drama terminase, sin embargo a cada segundo parecía estar lastimando más al hombre que le hubiera entregado su corazón; finalmente tomó sus mejillas acunándolas entre sus manos para poder observarle directamente, y allí estaban esos ojos húmedos suplicando clemencia desde el fondo de su alma, esos labios rosados que hubiera devorado con anterioridad, ahora se mostraban formando la línea más desastrosa de todas las que podían concebir, podía ver el paraíso en su mirada y el infierno en su expresión, ¿por qué?, era todo lo que surcaba por su mente al verle de tan horrible forma, ¿por qué había terminado por ceder sabiendo lo que sucedería?, no era de sorprenderse su poca o nula capacidad para congeniar con otros, sabía perfectamente las intenciones de su amigo desde antes de que las declarara abiertamente, y estaba preparado para lo peor, sin embargo, nunca tuvo la valentía suficiente para negarse como era debido.

No, en su lugar dejó la duda inculcada en su propia alma y corazón esperando por el momento en el que el contrario se rindiera, pero entonces, ¿por qué había aceptado?, ¿por qué había condenado a otro ser a una mísera existencia a su lado?, todo se resumía en la tarde anterior al primer día de clases en el tercer curso de héroes, después de la inoportuna declaración, Kirishima apenas y había cruzado palabra con él, aquello de algún modo le molestaba pues le había pedido explícitamente que lo olvidara hasta el momento en el que él le diese una respuesta, estúpida duda; fue por ello que decidió llamarle para que le ayudara a desarrollar una técnica de combate que había estado perfeccionando durante la última semana, y tal como lo esperaba, el pelirrojo aceptó vivazmente y sin ningún problema – ¡Oye Kirishima!, ¿me estás escuchando? – el chico estaba inmerso en sus pensamientos hasta el momento, de modo que el llamado de su aún amigo le regresó a la realidad

– ¿Eh?, Ah sí, quieres que trate de esquivar, ¿cierto? – el cenizo le miró con notable enojo en sus orbes carmesí para después golpearle la cabeza – ¡Oye!

– Siquiera mírame directamente cuando hablas, es molesto – carraspeó

– L-Lo siento, no había notado que no te miraba – se excusó mientras acariciaba su propia herida en busca de algo de consuelo para el dolor

– ¿Acaso sigues enojado por lo de aquella ocasión? – inquirió dándole la espalda para tomar algunas cosas del suelo

– ¿Enojado? – respondió confundido por la cuestión – no estoy enojado, es solo que... me siento extraño estando parado junto a la persona que me gusta y que actúe como si nada pasara – afirmó agachando la cabeza mientras jugaba con sus dedos nerviosamente, poco o nada esperaba decir esas palabras en voz alta a lo largo de su corta vida

– Tsk – masculló el contrario girándose hacia él – No digas idioteces Pelo de Mierda – le tomó de la camisa y haló hacia sí mismo con fuerza uniendo sus labios en un corto y casto beso que apenas y duró un par de segundos, acto seguido le soltó y sin esperar respuesta o reacción sentenció – Si tanto te molesta que no te responda solo debes decirlo, no andes por allí poniendo esa cara

El pelirrojo no daba crédito a ninguno de sus sentidos, estaba en el cielo y el infierno al mismo tiempo, podía sentir su cuerpo temblar y su rostro gritar de alegría, sus facciones lo decían todo, confusión, felicidad y éxtasis combinados en una sonrisa tan grande como el sonido de su corazón retumbando en su pecho – S-si – murmuró finalmente sin borrar esa fascinante expresión de su blanquecino rostro. Por el contrario, Bakugo se hallaba debatiendo internamente consigo mismo, no había planeado aquello, pensaba golpearle la frente y burlarse luego de su expresión, sin embargo cuando lo vio delante suyo con el rostro coloreado de emociones grises no pudo resistirse y terminó por hacer lo que creyó le haría feliz – ¿P-Puedo interpretar eso como una respuesta? – finalmente musitó el teñido con la voz temblorosa y el corazón en la boca

– Tsk, has lo que quieras, no pienso dejártelo más claro – nuevamente no pensaba y solo actuaba, era como si algo en su interior hablase por él lo que no se atrevía a decir, su contrario chilló de alegría y se abalanzó a abrazarlo con fuerza

– G-Gracias Bakugo, te juro que siempre buscaré la manera de hacerte feliz, no importa lo que me cueste – fue allí cuando calló en cuenta de sus errores y más aún del peso de sus decisiones, se había prometido internamente no volver a permitir que la expresión que le había mostrado aquel día se volviera a dibujar en su rostro, y ahora, justo en ese instante estaba fallándole por completo a su propia promesa

Sin apartar la mirada de esos orbes escarlata que acunaba tan tiernamente en sus desgastadas manos besó sus labios tan tierna y lentamente como le era posible, podía probar el sabor salado de las lágrimas contrarias rozando sus labios y tintándolos de amarga experiencia, "¿qué quieres de mí?" eso era lo que el chico que lloraba por su culpa le había preguntado, la respuesta no la sabía con certeza, quería explicarle, darle a entender que no esperaba nada de él que no fuera la sonrisa que le había regalado el día que finalmente había abierto un poco su corazón a otra alma que no fuera la suya propia, sin embargo y por el momento, únicamente tenía ese beso para tratar de resarcir el daño que había causado, sabía que en algún momento los chicos saldrían del aula y presenciarían tal escena, estaba consciente de que no tendrían más de 10 segundos antes de que el último timbre se hiciera presente en el aire, por lo que lenta y cuidadosamente se apartó del hombre causante de sus sueños y pesadillas y besó su mejilla amablemente – Sólo te quiero a ti – murmuró antes de emprender su camino por las escaleras del edificio y perderse entre la multitud que comenzaba a salir atolondrada de sus propias aulas

Mientras nadie nos ve (Kiribaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora