9 (Final)

606 101 32
                                    

El sol radiaba por las ventanas de la habitación, el aire mismo no se atrevía a interrumpir el puro acto del amor entre aquellos dos chicos, el suave tacto de sus labios chocando unos contra los otros tintaba el ambiente de deseo y dulzura, las manos del cenizo recorrían cada centímetro del pálido lienzo de su pareja con suma devoción surcando la más mínima línea, cada pequeño detalle que las yemas de sus dedos encontraran a su paso, por su lado, el pelirrojo se aferraba con cuidado al cuello de su amado, jadeando entre cada mínimo roce de su piel con la contraria, implorándole a la mañana que el momento nunca acabara, sus ojos cerrados maximizaban hasta la más pequeña sensación, estaba más que deseoso de este momento desde que lo vio entrar a la habitación del hospital, quería poseerlo entre sus manos y observar la faceta que no le mostraba a nadie, quería ser el único en presenciar su lascivo rostro y ser el causante del mismo – ¿Estás bien con esto? – preguntó Bakugo al separarse del beso que llevaban manteniendo tan fervientemente

– Tranquilo Kats, estoy perfectamente – el chico acarició el rostro de su contrario sonriéndole de lado, obtuvo una mueca similar como respuesta – sin embargo... – puntualizó antes de girarse sobre el cenizo y quedar encima suyo – quiero reafirmar que eres sólo mío – después de obtener una mirada sorprendida y un claro sonrojo de parte de su amante, éste le haló de la camisa y le besó nuevamente, con más ferocidad que la mostrada antes, esta vez iba enserio. Lentamente cada una de sus prendas fue despojada de sus delineados y bien formados cuerpos, se deslizaban lenta y tranquilamente por sus pieles al paso de sus hambrientos y necesitados labios, besaban y mordían cada parte de su pareja marcándola descaradamente, el sudor en sus cuerpos era testigo de tanta lujuria y compromiso en fusión intermitente – No hagas mucho ruido – insinuó el pelirrojo mientras deslizaba su mano por el torso desnudo del cenizo hasta su entrepierna acariciándola suavemente, el rostro enrojecido de su novio se sumaba a jadeos cada vez más incontrolables, sus labios se posaban en su cuello y recorrían todo el trayecto hasta sus pezones besándolos y mordiéndolos dulcemente

– Kir-Kirishima~ – jadeaba ahogado en el éxtasis de sentir después de tanto al hombre de sus sueños, sabía que aquello en cierto modo sonaba a una súplica poco sana pero no le importaba si podía compartir ese momento con él; el contrario le sonrió besando nuevamente sus labios mordiendo el inferior para abrirse paso en esa húmeda cavidad dueña de sus pensamientos, al separarse un hilo de saliva recorría la comisura de sus labios uniéndolos en atractiva escena, el pelirrojo continuó besando el pecho de su amante descendiendo lentamente hasta toparse con aquella zona que clamaba su atención, se deshizo de su última prenda y miró con atención aquel falo erecto que suplicaba algo más de acción, se relamió los labios y lo besó tiernamente, con su mano derecha continuaba estimulándolo mientras lenta y cuidadosamente lo introducía en su boca provocando gemidos ahogados y jadeos incitantes en su pareja – Tsk... Kirish... ah~ – el aludido se apartó tranquilamente mientras nuevamente subía hasta su rostro besándolo, sus dedos paseaban de su cintura hasta la línea que le guiaría a su destino, con cuidado comenzó a introducirlos acallando los sonidos de su pareja en medio de besos sofocantes

– Lo haré ahora, si no puedes contenerte puedes usar mi hombro – susurró calmadamente inclinándose hacia el cuerpo que proclamaría como suyo, entrando en él de forma lenta y pausada acallando sus propios gruñidos mordiendo sus labios hasta hacerlos sangrar, podía sentir el cálido placer de su interior, el palpitar de su corazón sincronizado con sus movimientos que lentamente comenzaban a revitalizar en fuerza y velocidad, los perlados dientes de Bakugo incrustándose en su pálida piel así como sus uñas arrasando con su espalda, los movimientos necesitados del cenizo que buscaba más contacto con su cuerpo, el sonido de sus fluidos chocando constantemente con los contrarios humedeciendo el aire y desvaneciendo su consciencia – Katsuki – murmuró tomando al hombre bajo de él para erguirlo frente suyo sin parar de embestirlo – Katsuki di mi nombre – susurró mientras mordía su oreja y besaba su cuello aumentando la velocidad, el aludido simplemente abandonó el hombro que le servía de mordaza y que ahora se hallaba húmedo en sudor y saliva

Mientras nadie nos ve (Kiribaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora