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El aire era gélido y apenas rosaba su rostro, las voces de sus recuerdos retumbaban con fuerza como eco proviniendo de todas y ninguna parte, a la distancia no podía observarse nada que no fuese oscuridad y un eterno vacío asediado por el resto de sus memorias rotas, Kirishima Eijiro, podía escuchar su nombre provenir de un sitio específico sin poder diferenciarlo de entre todo el ruido adyacente, su piel blanquecina temblaba por el tacto helado del viento y sus ojos se dilataban en busca de un poco de luz – ¿H-Hola? – indagó temeroso de recibir una respuesta, pero el único sonido que le correspondió fue el eco de su pregunta – ¿Hola? – volvió a pronunciar sin recibir una respuesta diferente – ¿Dónde estoy?, ¿qué sitio es este?... ¿qué fue lo que... – su voz se quebró al hacer la última pregunta al vacío oscuro postrado frente a él – sé lo que pasó – murmuró para sí mismo observando una luz lejana que recién hacía acto de presencia, sin dudarlo mucho comenzó a avanzar hacia el misterioso orbe luminoso sintiéndose cegado a cada paso, experimentando una extrema paz en su andanza y un suave aroma a rosas flotaba en el aire mientras se aproximaba

– ¡YO TE AMO IMBÉCIL!, ¡NO ME DEJES MALDITA SEA! – La voz de un hombre le detuvo virando hacia atrás su mirada, reconocía esa voz, amaba ese timbre tan peculiar, único en su clase, pintado de colores en su alma

– Bakugo – susurró sonriendo de lado a lado listo para emprender su viaje a seguir ese cálido llamado, la luz tras él comenzó a perder fuerza lentamente hasta dejarlo completamente en la penumbra, el paisaje se pintaba nuevamente en llamas, la escena que lo vio partir se recreaba nuevamente atormentando sus sentidos, ¿qué clase de martirio estaba viviendo?, ¿qué clase de jugarreta enferma era esta?, cada una de las palabras que su amante hubiera escupido de forma tan desdeñosa se repetían una y otra vez aturdiendo sus tímpanos, Kirishima se arrodilló en el suelo con las manos posadas desesperadamente sobre sus oídos, clamando piedad ante tal tormento

– ¡YO TE AMO IMBÉCIL! – Nuevamente se escuchaba a la lejanía de forma suave y poco perceptible, se levantó del suelo evadiendo a como diera lugar todo el ruido que le evitaba pensar en lo único que le importaba en ese momento, Bakugo, quería escucharlo decir esas palabras frente a su rostro sin imaginar que aquello podía ser una ilusión, quería aclarar lo sucedido, perder todo lo que tenía con tal de entender la situación, porque algo en él le gritaba con fiereza que debía resistir, avanzar hacia su destino con firmeza y una voluntad férrea – ¡... TE AMO IMBÉCIL! – el sonido de su voz se iba perdiendo y el camino comenzaba a volverse sinuoso, bajo sus pies el césped crecía rápidamente haciendo brotar rosas de éste

– ¡Suéltenme! – gritaba desesperado al montón de espinas que comenzaban a rodear sus brazos y piernas, que le retenían sin sentido en su andanza, ¿qué era todo esto?, trataba a toda costa de liberarse, de evitar los daños que aquellas hermosas flores causaban en su bien formada figura y sin embargo, éstas se clavaban cada vez más profundo en su piel haciéndola sangrar

– ¿¡POR QUÉ TE MIENTES KIRISHIMA!? – una voz proclamó, frente a él, su figura más joven se hacía presente tomando una de las rosas en sus manos – Por más que lo intentas, por más que tratas de arreglarlo siempre termina peor, podrá ser perfecto a tus ojos pero simplemente es una madeja de dolor que te atrapa lentamente, ¿no sería mejor dejarlo cómo está – sentenció mirando con sus orbes escarlata a su reflejo más maduro, su cabello negro cubría ligeramente su rostro apenas permitiendo observar la expresión desastrosa dibujada en él, sus manos estaban llenas de sangre y sus ojos de lágrimas

– ¡NO!, ¿qué acaso no lo escuchas? – corrigió el pelirrojo liberando su mano derecha – podrá ser estúpidamente maravilloso y dolorosamente letal pero sigue siendo la persona de la que me enamoré, no todo en él es malo como lo he visto últimamente – su mano izquierda lentamente fue soltada por la enredadera que le mantenía prisionera – esto es justo por lo que nos volvimos héroes, para actuar cuando todo parezca perdido y darle esperanza a quienes la han abandonado – el lúgubre escenario lentamente se desvanecía a sus pies pintando un lienzo en blanco de reluciente brillo – y ese chico de allí, ese gritón, desalmado e idiota... él es mi esperanza justo ahora, no sé si es real, mucho menos sé porque sigo tras él aún después de todo lo que dijo e hizo, simplemente puedo sentir que ese es el camino que quiero seguir... todo lo que quiero es verlo solo una vez más – su contraparte sonrió de lado colocando la rosa en su cabellera, asintió lentamente y se alejó dejándole pasar, el teñido corrió lo más rápido que sus piernas se lo permitían hacia el último vestigio de esa preciosa voz

Los días pasaban y el pelirrojo no despertaba, los médicos aseguraban que se encontraba en un coma debido a la gravedad de las contusiones creadas durante la pelea, durante todo ese tiempo el cenizo había estado esperando en el pasillo continuo a la puerta de su amado, su familia y la de él habían arribado al lugar tan pronto como se enteraron de la noticia, los padres de Kirishima estaban inconsolables, su pequeño Eijiro había estado jugando con fuego todo ese tiempo y finalmente había pagado las consecuencia de ello, o al menos así lo veían ellos, no se atrevían ni a mirar a Bakugo pues tenían la certeza de que todo era culpa suya, no dirían que estaban enfadados, simplemente se sentían vacíos, no existían razones suficientes que bastaran para absolver los hechos, simplemente no las había. El tiempo pesaba y a lo largo de la semana los chicos pertenecientes a la clase A y Tetsutetsu de la clase B hacían apariciones esporádicas para otorgar sus mejores deseos a su amigo, para Bakugo todo aquello era un martirio, una tortura que bien o mal tenía que soportar por habérsela ganado él mismo, se sentía despreciable y pocos habían notado aquello sin decir una palabra, no comía ni porque su madre le llevara la comida directo del comedor hasta el pasillo, simplemente carecía de apetito, trataba de no separarse de esa habitación a menos que fuera estrictamente necesario y por periodos cortos de tiempo, cuidar a Kirishima era todo lo que le preocupaba, cada pequeña idiotez que le dijo algún día ahora le recriminaba sin cesar día y noche, se suplicaba a sí mismo terminar con esto y esperar lo mejor, pero le era imposible pensar en otra cosa que no fuera ese día en las escaleras, su rostro quebrado y sus palabras ahogadas en llanto, se sentía impotente – Si piensas seguirle llorando terminará por no despertar – advirtió su madre acercándose con la segunda bandeja de comida en el día, misma que más tarde terminaría siendo donada a alguna otra persona en el hospital – Deberías reflexionar y hacer el cambio, no solo sentarte a llorar como una nena

El cenizo chasqueó la lengua y secó sus lágrimas con la manga de su suéter – No lo entiendes... ese clon pudo hacer lo que hizo por mi culpa, si yo no fuera... quizás él ahora estaría molestándome junto a la ojos de mapache y tendría esa hermosa sonrisa en su rostro – su voz se quebraba a cada palabra, con cada escenario que dibujaba en su cansada mente

– El "hubiera" y el "si tan solo" son las frases que ocupan los perdedores para no admitir sus errores – la mujer obtuvo una mirada furiosa como respuesta a su comentario, sin embargo no le tomó importancia y continuó – sabes lo que hiciste mal y está bien siempre y cuando estés dispuesto a hacer algo para corregirlo, no todos nacen sabiendo todo, se aprende de los errores y es bueno caerse porque aprendes a levantarte, piensa en Kirishima, si las cosas fueran al revés, tal vez él haría lo mismo que haces ahora por él, pero también buscaría la manera de evitar que todo esto se repita, eres mi hijo y como tal te conozco perfectamente, sé que eres testarudo y que odias admitir tus errores frente a otros, pero a veces es adecuado y correcto hacerlo – el chico le miró sin expresión en su rostro y luego se giró para tomar camino por el pasillo – ¿a dónde vas?

– A hacer lo que me dijiste, vieja – el aspirante a héroe caminó un par de metros por entre los pasillos atestados del hospital hasta llegar al comedor del mismo, como era de esperarse estaba lleno, familiares de muchos pacientes se reunían ahí para poder tomar sus alimentos y pedir por el bienestar de sus enfermos, y justo como lo había imaginado, los padres de su novio yacían sentados en una mesa comiendo tranquilamente, se acercó lo más templado posible y al llegar a su lado se inclinó – lamento mucho lo que he provocado, realmente me siento arrepentido de mi actitud porque su hijo merece algo más que eso, él merece todo lo que puedo darle y muchísimo más, me disculpo formalmente por no ser suficiente o siquiera apto para cuidar de alguien tan especial como lo es Kirishima, sé que mis palabras parecen vacías y sin sentido pero les aseguro que ese no es el caso, me estoy deshaciendo de mi orgullo para presentarme ante ustedes de manera adecuada y solicitar su perdón, si pueden otorgármelo me consagraré en cuerpo y alma a su hijo por lo que me queda de vida, así que por favor se los suplico, ¡permítanme mostrarles que soy suficiente para Kirishima, denme la oportunidad de demostrarle cuanto lo amo! – ambos adultos se miraron perplejos ante las acciones del obstinado muchacho, la mujer le pidió que se enderezara y posó su mano en su mejilla con una sonrisa en su rostro

– Nosotros no...

– ¡DESPERTÓ! – interrumpió el padre de Bakugo logrando que todos abandonaran sus puestos y corriesen a la habitación aludida, el cenizo solo podía pensar en tres palabras: "dame otra oportunidad"

Mientras nadie nos ve (Kiribaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora