Cartas y secretos ocultos
—¿Qué hacemos?— Ann se frota el rostro con desesperación.Apareció en la verja muy temprano, tocando como una desquiciada. La señora Gilbert, al igual que mi madre, nos dieron permiso de no ir a clases debido a la conmoción por la muerte de Melanie. Si supieran, que eso no es lo único que ronda por nuestras mentes ahora.
Le conté todo a Ann; desde la constante sensación de ser acechada, hasta la nota en mi espejo. Por lo que se encontraba sentada en mi cama, intentando hallar pistas de algo.
—No lo sé— Admito mordiendo mi labio para intentar lograr un poco de calma. De pronto un rayo de luz me llega al cerebro— Hay tres chicos nuevos, ¿no? También está ese policía, que no es Johnson, nuestro antiguo shériff— Ella asiente,— Entonces lo que sea que esté pasando, está relacionado con ellos— Suelto con bastante lógica.
—Tienes razón, pero igual no confiemos en nadie— Advierte.
—Y si...—Prefiero callarlo,porque sí ese fuese el motivo del posible asesinato de Melanie, entonces mi poca paz se va por un tubo.
—Y si qué...—Me incita a hablar, no muy convencida de querer escucharlo.
—Y si fue una amenaza— Las lágrimas se me desbordan— Y si sólo fue para indicarme que iba a detruirme— Comienzo a soltar hipótesis, cada una más dura de aceptar que la anterior— Y...¿Si viene a por ti? ¿O a por mamá? Ustedes corren peligro, no me per...
—No nos pasará nada— Me toma la cara entre sus manos, intentando emitirme la poca seguridad que tiene—...Y no te dejaré sola—Continúa—Vamos a asegurar todo— Se pone de pie y comienza a asegurar la ventana con cinta adhesiva— Si tu madre te pregunta, dile que el viento repiquetea mucho y no te deja dormir.
Luego de cinta, también anudó varios retazos de tela para asegurarla aún más y por último, la cubrió con la oscura cortina.
—En un rato aseguramos las puertas mosquiteras— Dijo antes de volver a plantarse en la cama— Bien, empecemos por lo escencial. El oficial dijo que ella había escrito cartas de despedida, ¿no?—Asentí, recordando las palabras del sospechoso. —Entonces debe haber escrito una para nosotras, ¿no?.
¡Tiene razón!.
—Pues sí— Me yergo de sopetón— Después de su madre éramos las más cercanas a ella, claramente debe haberse despedido de nosotras.
—Su madre debe tenerlas— Puntualiza.
—Hay algo más— Freno sus impulsos de ponerse de pie— Había algo en Marie, algo...Extraño.
—¿Extraño a qué te refieres?— Frunce el ceño. Es cierto, ¿qué puede haber extraño en una niña de cinco años?...Pero lo había.
—Su mirada estaba...Algo rara, no la veía en una posición de dolor, sino de culpa o algo más, no lo sé— Niego frustrada, por no poder descifrar a una niña de cinco años— Pero hay que hablar con ella— Dictamimo.
—¡Niñas!— Mamá abre la puerta luego de dar dos toques y con ello, hacernos cambiar abruptamente de tema. Por un segundo pensé que nos había escuchado, pero su conducta reflejaba lo contrario— Voy a ver a la señora Peters— Nos avisa.
—Te acompañamos— Decimos al unísono, haciendo que mi mamá frunciera el ceño.
—Justo estábamos por ir— Aclaro— No debe sentirse para nada bien— Hago una mueca triste— Sólo déjame ponerme un suéter y bajamos.
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ALEXANDRA PIMENOVA
Mistério / Suspense«No confíes en nadie mi bella princesa, no aún» Mientras uno desmantelará el circo, otro no descansará hasta convertirte en cenizas... Mientras uno te prometerá amor eterno, otro sueña con arrancar tu cabecita y beber de la sangre que ésta desprend...